En una pequeña casita cerca del bosque, vivían dos hermanitos llamados Mario y Jésica. Aunque eran pequeños, les encantaban las aventuras y soñaban con descubrir lugares mágicos.
Pero lo que más les gustaba hacer juntos era observar las estrellas antes de ir a dormir.
Una noche, mientras miraban el cielo estrellado desde su ventana, vieron una estrella que brillaba más que las demás. ¡Y se movía! No era una estrella normal, ¡era una estrella fugaz! Mario y Jésica cerraron los ojos y pidieron un deseo.
Al abrirlos, ¡se encontraron volando sobre las nubes! Estaban en un carro mágico tirado por caballos alados. Mario, con sus ojitos llenos de asombro, sostuvo fuertemente la mano de Jésica.
Viajaron sobre montañas nevadas, vastos océanos y grandes selvas. Desde las alturas, todo parecía pequeño y hermoso. En su viaje, encontraron un jardín lleno de flores que brillaban en la oscuridad y árboles que cantaban canciones de cuna.
Jésica, fascinada, recogió una de esas flores luminosas y la guardó con cariño. Mario, por su parte, intentó seguir el ritmo de los árboles cantores con risitas y palmas.
Luego, se encontraron con una gran luna dorada. Al acercarse, notaron que no era una luna, ¡sino una gigantesca cuna! Y en ella, dormía un pequeño dragón bebé que roncaba suavemente.
Mario y Jésica, sintiendo el cansancio del viaje, decidieron que esa cuna sería el lugar perfecto para descansar. Se acomodaron junto al dragón y se cubrieron con una manta hecha de nubes.
Y mientras la cuna los mecía suavemente, el dragón comenzó a soñar. Sus sueños eran tan mágicos que creaban pequeñas burbujas de colores alrededor de la cuna. Mario y Jésica miraban las burbujas, cada una mostrando una pequeña historia: peces bailando bajo el mar, mariposas pintando arcoíris y ositos de peluche teniendo un pícnic.
Pronto, el suave movimiento de la cuna y las dulces melodías del sueño del dragón hicieron que Mario y Jésica se quedaran dormidos, soñando con más aventuras mágicas.
Conclusión:
Cuando despertaron, Mario y Jésica estaban de nuevo en su camita, abrazados y con la flor luminosa junto a ellos. Se dieron cuenta de que, aunque fue un sueño, esa aventura mágica les enseñó que los sueños están llenos de maravillas.
Y cada noche, antes de dormir, esperaban con ansias su próxima aventura en el mundo de los sueños.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.