Cuentos de Princesas

El Reino de las Melodías Encantadas

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un reino muy lejano, donde las flores cantaban y los árboles bailaban, vivía una princesa llamada Martina. Martina no era una princesa común, pues poseía un don mágico: cada vez que cantaba o bailaba, esparcía alegría y amor por todo su reino. Su voz era tan melodiosa que incluso los pájaros se detenían a escucharla, y sus pasos de baile eran tan elegantes que las mariposas seguían su ritmo.

Un día, el reino se enfrentó a un gran desafío. Una nube gris y triste apareció en el cielo, oscureciendo los colores brillantes del reino. Los habitantes empezaron a sentirse apagados y sin energía, y hasta las flores dejaron de cantar. Martina, preocupada, decidió que debía hacer algo para devolver la alegría a su querido hogar.

Armada con su valentía y su amor por la música, Martina emprendió un viaje para encontrar la causa de esa tristeza. Caminó por bosques susurrantes, cruzó ríos de cristal y escaló montañas que tocaban las nubes. En su camino, se encontró con diferentes criaturas: un conejo sabio, un búho que conocía secretos antiguos y una amable zorra que ofreció ser su guía.

Después de varios días de viaje, llegaron a una cueva escondida en lo más profundo del bosque. Allí, encontraron a una antigua criatura mágica, un dragón de escamas plateadas que custodiaba un tesoro. Pero no era oro ni joyas lo que guardaba, sino una pequeña flauta de cristal, cuya música tenía el poder de influir en los sentimientos de todo el reino.

El dragón, al ver la pureza del corazón de Martina, decidió confiarle la flauta. «Esta flauta puede traer alegría o tristeza, según quien la toque,» explicó. «Ha caído en manos equivocadas antes, y esa es la causa de la tristeza que ahora cubre tu reino.»

Martina, comprendiendo la responsabilidad que tenía en sus manos, tomó la flauta y prometió usarla solo para el bien. Con la flauta en su poder, la princesa regresó al reino. Al llegar, empezó a tocar dulces melodías que llenaron el aire. Poco a poco, la nube gris se disipó, revelando nuevamente el cielo azul. Las flores volvieron a cantar, los árboles a bailar, y los rostros de los habitantes se iluminaron con sonrisas.

Desde ese día, Martina se dedicó a compartir su música y baile no solo en su reino, sino en tierras lejanas. Con cada nota que tocaba y cada paso que daba, esparcía felicidad y amor, recordando a todos la importancia de la alegría y la esperanza.

Con la ayuda de la flauta mágica, Martina se convirtió en la guardiana de la felicidad, asegurándose de que en su reino, y en todos los lugares que visitaba, reinara siempre la alegría. Y así, Martina y su reino vivieron felices, llenos de música, baile y amor, recordando siempre que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas y en los corazones dispuestos a compartirla.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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