Había una vez, en un colorido pueblo llamado Arcoíris, cinco amigos que compartían una aventura especial cada día. Ellos eran Enelyn, una niña con una gran sonrisa y cabello como el sol; Matías, siempre listo para resolver cualquier problema con su ingenio; Xomara, con su amor por la naturaleza y los animales; Juanita, quien adoraba pintar y crear; y Azael, el más pequeño, pero con un corazón enorme.
Un día, mientras jugaban en el parque, notaron algo extraño: ¡todos los colores del pueblo empezaban a desvanecerse! Las flores perdían su vivacidad, las casas se volvían grises, y hasta el arcoíris del cielo parecía desaparecer.
Preocupados, los amigos decidieron investigar. Enelyn, siempre observadora, fue la primera en notar que todo lo que perdía color estaba cubierto de una extraña capa de polvo y suciedad. «¡Debemos limpiar todo para que vuelva a brillar!» Exclamó con entusiasmo.
Así, los cinco amigos se pusieron manos a la obra. Matías ideó un plan para organizar la limpieza, Xomara preparó agua y jabón natural para no dañar las plantas, Juanita pintó carteles para animar a los vecinos a unirse, y Azael, con su pequeña escoba, barría con todas sus fuerzas.
Trabajaron duro, lavando, barriendo y puliendo cada rincón del pueblo. Mientras limpiaban, Enelyn les recordaba lo importante que era mantenerse limpios ellos también. «Lavarnos las manos, bañarnos regularmente y cepillar nuestros dientes, mantiene nuestro cuerpo sano y fuerte, ¡como nuestro pueblo!»
Los amigos tomaron el consejo de Enelyn en serio. Cada mañana, antes de encontrarse para jugar, se aseguraban de estar bien limpios y listos para un nuevo día de aventuras.
Con el paso de los días, el pueblo de Arcoíris comenzó a recuperar su color. Las flores volvieron a brillar, las casas resplandecían bajo el sol, y el arcoíris en el cielo era más brillante que nunca.
Los habitantes del pueblo, al ver el esfuerzo y la dedicación de los cinco amigos, se unieron a la causa. Aprendieron la importancia de la higiene y el cuidado, no solo de su entorno, sino también de sí mismos.
Gracias a Enelyn y sus amigos, el pueblo de Arcoíris se convirtió en un ejemplo de limpieza y alegría. La amistad y el trabajo en equipo habían salvado los colores y la salud de su hogar.
Y así, Enelyn, Matías, Xomara, Juanita y Azael continuaron explorando, aprendiendo y compartiendo aventuras, siempre recordando lo importante que es cuidar de uno mismo y del lugar donde viven.
Después de haber salvado los colores del pueblo de Arcoíris, Enelyn y sus amigos se convirtieron en pequeños héroes locales. Pero su aventura no había terminado. Al ver lo mucho que habían mejorado su pueblo con sus esfuerzos de limpieza, decidieron llevar su misión un paso más allá.
Un día, mientras paseaban por el bosque cercano, notaron que algunos animales parecían tristes y su hogar estaba un poco descuidado. «¿Y si ayudamos a limpiar el bosque también?» Propuso Xomara, que siempre había sentido un vínculo especial con la naturaleza.
Todos estuvieron de acuerdo y empezaron a planear cómo podrían hacerlo. Matías, con su capacidad para resolver problemas, sugirió dividir el bosque en zonas para limpiarlo de manera eficiente. Juanita, con su creatividad, pensó en hacer señales coloridas para recordar a los visitantes mantener limpio el bosque.
Enelyn, siempre atenta a los demás, propuso hacer pequeñas charlas con los niños del pueblo para enseñarles la importancia de no dejar basura en el bosque. Azael, aunque era el más pequeño, estaba decidido a ayudar recogiendo lo que pudiera.
Durante varios días, los amigos trabajaron juntos limpiando el bosque. Recogieron basura, ayudaron a los animales a tener un hogar más limpio y colocaron las señales que Juanita había pintado.
Para su sorpresa, muchos habitantes del pueblo se unieron a su causa. Grandes y pequeños, todos querían ayudar a mantener limpio su hermoso bosque. La acción de los cinco amigos había inspirado a todo el pueblo.
El bosque pronto volvió a ser un lugar de verdadera belleza, con árboles verdes brillantes y un arroyo cristalino. Los animales, agradecidos, regalaron a los niños sus mejores sonrisas y espectáculos, como ardillas jugando alegremente y pájaros cantando melodías mágicas.
Enelyn y sus amigos se dieron cuenta de lo importante que es cuidar no solo de uno mismo, sino también del mundo que les rodea. Aprendieron que un pequeño gesto de cuidado y amor puede inspirar a muchos y crear un gran cambio.
Desde entonces, Enelyn, Matías, Xomara, Juanita y Azael se convirtieron en guardianes del bosque y del pueblo, recordando siempre que la higiene y el cuidado son esenciales para vivir en un mundo feliz y sano.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.