En un lugar muy, muy lejano, existía un hermoso reino lleno de magia y alegría. En ese reino vivían una princesa llamada Lucy y un príncipe llamado Luis. Ambos se querían mucho, y juntos construyeron un castillo rodeado de flores de todos los colores, árboles gigantes y un río que brillaba como si estuviera hecho de estrellas. Su reino era el más feliz de todos, y las risas siempre llenaban el aire.
Lucy y Luis vivían aventuras todos los días, pero sentían que les faltaba algo muy importante. Un día, mientras paseaban por el jardín del castillo, Lucy sonrió y dijo:
—Luis, creo que nuestro reino necesita un pequeño príncipe o princesa para compartir nuestras aventuras.
Luis asintió, sabiendo que Lucy tenía razón. Así que, con la ayuda de la magia que envolvía su reino, pronto llegó un bebé llamado Santiago. Santiago era un niño muy alegre, con rizos castaños y ojos brillantes que siempre miraban el mundo con curiosidad. Desde el primer día, Santiago se convirtió en el pequeño príncipe del reino, y cada rincón del castillo estaba lleno de su risa.
A medida que crecía, Santiago comenzó a explorar todo lo que el reino tenía para ofrecer. Jugaba con los animales del bosque, nadaba en el río de estrellas y volaba en el lomo de los dragones que vivían en las montañas cercanas. Sus padres, Lucy y Luis, lo miraban orgullosos, siempre cuidando de su pequeño príncipe.
Pero un día, mientras corría por el jardín del castillo, Santiago se detuvo y miró hacia el horizonte. Aunque amaba su reino y todas las aventuras que vivía, sentía que algo le faltaba.
—Mamá, papá —dijo Santiago con una pequeña arruga en la frente—, me encanta nuestro reino, pero siento que necesito a alguien con quien compartir todas estas aventuras. Alguien que juegue conmigo, que me acompañe a descubrir cosas nuevas.
Lucy y Luis se miraron, comprendiendo lo que Santiago quería.
—¿Sabes qué, Santiago? —dijo Lucy con una sonrisa—. Creo que tienes razón. Un príncipe necesita un compañero de aventuras. ¿Qué te parece si emprendemos un viaje para encontrar a ese compañero?
Los ojos de Santiago se iluminaron.
—¡Sí! ¡Vamos a buscarlo! —gritó emocionado.
Y así comenzó una nueva aventura. Lucy, Luis y Santiago se subieron a su carruaje mágico, que estaba tirado por unicornios de alas doradas, y emprendieron el viaje para encontrar al compañero perfecto para el pequeño príncipe. Viajaron por todo el reino, cruzando ríos brillantes, bosques encantados y montañas que llegaban hasta el cielo.
En cada lugar al que llegaban, Santiago buscaba con cuidado. Conocieron a muchos animales fantásticos y seres mágicos, pero aunque todos eran muy amigables, ninguno parecía ser el compañero que Santiago deseaba. Pero no se desanimaba, porque sabía que con la ayuda de sus padres y la magia del reino, encontrarían lo que estaban buscando.
Un día, después de haber viajado por todo el reino, se detuvieron en un claro del bosque. El sol brillaba suavemente a través de las hojas, y el aire estaba lleno de canciones de los pájaros. Santiago miraba a su alrededor, cuando de repente, una pequeña estrella fugaz cruzó el cielo y cayó justo frente a él.
Santiago corrió hacia el lugar donde había caído la estrella, y allí, en medio de las flores, encontró una cuna mágica. Dentro de la cuna, envuelto en una manta brillante, había un pequeño bebé.
—¡Mamá, papá, vengan rápido! —gritó Santiago con asombro.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Cumpleaños de Sara y el Gatito Rony
La Hada Luna y el Misterio del Bosque Encantado
La Princesa Annabella y el Asteroide Mágico
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.