Eva era una niña con un largo cabello rubio que brillaba con el sol. Le encantaba vestirse de princesa con vestidos llenos de lentejuelas y llevar coronas de flores en su cabeza. Pero, lo que más le gustaba de todo era ir a la escuela. Estudiar y aprender cosas nuevas la hacían muy feliz.
Su profesor, Moisés, siempre estaba sonriendo y contaba las historias más increíbles. A Eva le encantaba escucharlo, especialmente cuando hablaba de aventuras y mundos mágicos.
Un día, después de clases, el profesor Moisés llamó a Eva y le mostró un libro muy antiguo. «Eva», dijo con voz misteriosa, «este es el Libro Mágico de Aventuras.
Cada página es una puerta a un mundo diferente. Pero, ¡ten cuidado! Es necesario volver antes de que caiga el sol o quedarás atrapada en ese mundo para siempre».
Con curiosidad, Eva abrió el libro y, de repente, se encontró en un bosque encantado. Todo era hermoso y mágico. Mariposas brillantes volaban alrededor y los árboles tenían caras y hablaban.
Eva empezó a explorar, encontrándose con criaturas asombrosas. Sin embargo, al darse cuenta de que el sol estaba comenzando a bajar, empezó a preocuparse. Recordó las palabras de Moisés y supo que tenía que encontrar la página que la llevaría de vuelta a casa.
Mientras buscaba, conoció a un anciano árbol llamado Don Roble. «Pequeña Eva, si quieres volver, debes resolver un acertijo», dijo Don Roble. «¿Estás preparada?»
Eva asintió. El árbol entonces formuló el acertijo: «¿Qué tiene palabras pero no habla?»
Después de pensar por un momento, Eva exclamó: «¡Un libro!»
Don Roble sonrió y, desde sus ramas, cayó la página del Libro Mágico que Eva necesitaba. Sin perder tiempo, la niña la abrió y regresó a la sala de su escuela, donde el profesor Moisés la esperaba.
«Veo que has aprendido la lección más importante, Eva», dijo sonriendo. «La sabiduría y el conocimiento son las llaves que abren cualquier puerta».
Conclusión:
Eva aprendió que el conocimiento y la educación son herramientas poderosas. Gracias a lo que había aprendido en la escuela, pudo resolver el acertijo y regresar a salvo a su mundo.
Desde ese día, apreció aún más sus días de estudio y las maravillosas lecciones del profesor Moisés.