Había una vez, en un hermoso reino, un castillo lleno de amor y felicidad. En ese castillo vivían Papi Rubén, Mami Isabel y sus dos hijas, las princesas Naomi y Emi. Papi Rubén tenía el cabello corto y oscuro, y siempre llevaba una sonrisa cálida que iluminaba todo a su alrededor. Mami Isabel tenía el cabello largo y castaño, y sus ojos amables reflejaban el amor que sentía por su familia. Naomi, la mayor de las hermanas, tenía el cabello rizado y unos ojos grandes y curiosos. Emi, la más pequeña, tenía el cabello lacio y siempre mostraba una expresión alegre.
Era un día especial en el reino, pues se celebraba el Día del Padre. Mami Isabel, Naomi y Emi querían hacer algo muy especial para Papi Rubén, ya que él siempre les demostraba su amor y cariño de tantas maneras. Decidieron que organizarían una gran fiesta sorpresa para celebrarlo.
La mañana comenzó con mucho entusiasmo. Mami Isabel despertó temprano y preparó un delicioso desayuno con panqueques, frutas y jugo fresco. Naomi y Emi ayudaron a poner la mesa, colocando flores frescas y servilletas de colores. Papi Rubén aún dormía, sin sospechar nada de lo que su familia tenía planeado para él.
Cuando todo estuvo listo, Mami Isabel, Naomi y Emi fueron a despertar a Papi Rubén con suaves besos y abrazos. “¡Feliz Día del Padre!”, gritaron al unísono. Papi Rubén se despertó sorprendido y muy feliz, y se levantó de la cama con una sonrisa enorme. “¡Gracias, mis princesas y mi reina! ¡Qué hermoso despertar!”
Después de disfrutar el delicioso desayuno en familia, Naomi y Emi comenzaron a trabajar en las decoraciones para la fiesta. Hicieron guirnaldas de papel de colores, inflaron globos y dibujaron carteles con mensajes de amor para Papi Rubén. Mami Isabel, por su parte, se encargó de preparar la comida para la fiesta. Cocinó los platos favoritos de Papi Rubén, asegurándose de que todo fuera perfecto.
A medida que avanzaba el día, Papi Rubén pasó tiempo jugando con sus hijas en el jardín. Jugaron a la pelota, corrieron y rieron juntos. Naomi y Emi estaban emocionadas por la fiesta sorpresa y a veces sus risitas delataban que algo especial estaba por suceder.
Finalmente, llegó la hora de la fiesta. Mami Isabel llevó a Papi Rubén al salón del castillo, donde todo estaba listo. Naomi y Emi lo esperaban con una corona de papel que habían hecho especialmente para él. “¡Sorpresa!”, gritaron cuando entró Papi Rubén. El salón estaba lleno de colores y alegría, y en el centro de la mesa había un pastel grande decorado con fresas y crema.
Papi Rubén no podía creer lo que veía. Se sintió muy amado y agradecido por el esfuerzo y el cariño que su familia había puesto en organizar esa hermosa fiesta. Con lágrimas de felicidad en los ojos, abrazó a Mami Isabel, Naomi y Emi. “Gracias, mis amores. Este es el mejor Día del Padre que he tenido”.
Durante la fiesta, todos disfrutaron de la deliciosa comida preparada por Mami Isabel. Naomi y Emi habían preparado un pequeño espectáculo para su papá. Naomi recitó un poema que había escrito especialmente para él, y Emi cantó una canción que le había enseñado Mami Isabel. Papi Rubén aplaudió con entusiasmo y no podía dejar de sonreír.
Después del espectáculo, Papi Rubén abrió los regalos que le habían preparado. Naomi le dio un dibujo que había hecho, mostrando a toda la familia juntos en el jardín. Emi, con la ayuda de Mami Isabel, había hecho un collar de macarrones pintados. Papi Rubén se puso el collar con orgullo y colocó el dibujo en un lugar especial del salón.
La tarde pasó rápidamente, llena de risas, juegos y amor. Papi Rubén, Mami Isabel, Naomi y Emi se sentaron juntos a mirar el atardecer desde el balcón del castillo. Los colores del cielo reflejaban la felicidad que sentían en sus corazones.
Cuando la noche cayó, Mami Isabel, Naomi y Emi acompañaron a Papi Rubén a su habitación. Naomi le leyó un cuento mientras Emi se acurrucaba en su regazo. Mami Isabel los miraba con ternura, sabiendo que ese día especial quedaría grabado para siempre en sus corazones.
Antes de dormir, Papi Rubén agradeció una vez más a su familia por el maravilloso Día del Padre que le habían regalado. “No hay nada más valioso que el amor de mi familia. Gracias por hacerme sentir tan especial”.
Y así, en el reino del amor y la felicidad, la familia de Papi Rubén, Mami Isabel, Naomi y Emi vivió felizmente, celebrando cada día el amor y la unión que los mantenía juntos. Y todos los años, cuando llegaba el Día del Padre, recordaban con cariño la gran fiesta sorpresa que había unido aún más sus corazones.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.