En un reino muy lejano, donde el cielo siempre era azul y las flores brillaban con colores vibrantes, vivía una dulce princesa llamada Abril. Era conocida por su gentileza y su sonrisa radiante. Abril siempre soñaba con aventuras y anhelaba descubrir un mundo más allá de los muros del castillo donde vivía. Le encantaba pasar el tiempo en los jardines del palacio, rodeada de mariposas y cantando con los pájaros que anidaban en los árboles.
Un día, mientras exploraba un rincón del jardín que nunca había visitado, Abril encontró una pequeña puerta escondida detrás de unas ramas. La curiosidad la invadió, así que empujó la puerta suavemente. Para su sorpresa, era un pasadizo que llevaba a un lugar mágico. Al cruzar el umbral, se encontró en un bosque encantado. Los árboles eran altos y sus hojas brillaban como joyas bajo la luz del sol. Abril no podía creer lo que veía, ¡era un mundo lleno de maravillas!
Mientras caminaba, se encontró con un simpático duende llamado Pip. Pip tenía una gran sonrisa y una risa contagiosa. «¡Hola, princesa Abril!», exclamó alegremente. «Te estaba esperando. He oído tus deseos de aventura y hoy es tu día de suerte». Abril, emocionada, le preguntó qué aventuras le esperaban en este mágico bosque.
Pip le explicó que, en medio del bosque, había un lago que brillaba con una luz especial. «Ese lago es el Lago de los Sueños. Sus aguas pueden conceder un deseo a quien tenga un corazón puro», dijo él. Abril se iluminó con la idea de poder hacer un deseo y decidió que quería ver a todos sus amigos felices y llenos de alegría. Juntos, Pip y Abril comenzaron su viaje hacia el lago.
En el camino, se encontraron con diferentes criaturas. Primero, conocieron a un gentil zorro llamado Lía. Lía era conocida por ser la guardiana de los secretos del bosque. Cuando Abril le dijo que iba al Lago de los Sueños, Lía se unió a la aventura, ya que también quería ver cómo se veían los sueños hechos realidad. «¡Juntos seremos más fuertes y podremos ayudar a muchas más personas!», dijo Lía con determinación.
Mientras avanzaban, notaron que el clima comenzó a cambiar. Las nubes aparecieron en el cielo y un viento frío sopló entre los árboles. «No puedo creer que haya mal tiempo en un lugar tan hermoso», comentó Abril con un poco de preocupación. Pero Pip, siempre optimista, les aseguró que lo bueno siempre prevalece. «El Lago de los Sueños está cerca. ¡No dejemos que el mal tiempo nos detenga!», animó.
Finalmente, después de un largo camino lleno de risas y aventuras, llegaron al Lago de los Sueños. El lago era realmente espectacular, iluminado por una luz que parecía venir de las estrellas. Las aguas eran tranquilas y reflejaban el brillo del cielo. Abril se emocionó aún más y, con la ayuda de Pip y Lía, se acercó a la orilla.
«Ahora, cierra los ojos y piensa en tu deseo con todo tu corazón», le dijo Pip. Abril cerró los ojos y deseó que todos sus amigos en el castillo estuvieran llenos de alegría y felicidad. Cuando abrió los ojos, el agua del lago comenzó a brillar intensamente, creando hermosas ondas de luz que danzaban en el aire. De repente, un cuarto personaje apareció ante ellos: un hermoso hada con alas de colores brillantes. Su nombre era Brisa, y era la guardiana de los sueños del bosque.
«¡Hola, jóvenes aventureros! Yo soy Brisa, y he sentido tu deseo puro, princesa Abril», dijo el hada con una voz suave como el murmullo del viento. «Con el poder del Lago de los Sueños, puedo ayudarte a cumplir tu deseo. Sin embargo, necesitaré un pequeño favor de ustedes».
Abril, Pip y Lía miraron a Brisa con curiosidad. El hada explicó que un pequeño hechizo había robado parte de la luz que hacía brillar el lago, lo que impedía que los sueños se hicieran realidad. «Si ustedes me ayudan a recuperar esa luz, yo cumpliré el deseo de Abril», dijo Brisa.
Sin dudarlo, Abril, Pip y Lía aceptaron la misión. Brisa les indicó que debían encontrar un cristales de luz que se habían perdido en el bosque. Comenzaron la búsqueda con entusiasmo, enfrentando pequeños retos en el camino. Saltaron sobre ríos, cruzaron praderas de flores y engañaron a un travieso lobo que trató de asustarlos, pero con ingenio y trabajo en equipo lograron superar cada obstáculo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.