Había una vez, en un pequeño barrio lleno de risas y juegos, un niño llamado Fher. Tenía seis años y una energía inagotable. Cada día, después de terminar sus tareas, corría a la plaza a jugar con sus amigos. Le encantaba trepar a los árboles, deslizarse por los toboganes y jugar al fútbol. Pero lo que más disfrutaba era imaginar que era un superhéroe, como su ídolo, Goku.
Goku era un guerrero fuerte y valiente de un planeta lejano. Con su cabello espinado y su increíble habilidad para transformarse en un Super Saiyajin, siempre luchaba contra los villanos para proteger a los más débiles. Fher admiraba a Goku y siempre soñaba con ser como él.
Un día, mientras Fher jugaba en la plaza, algo brilló en el cielo. Miró hacia arriba y vio una luz que venía hacia él. “¡Wow! ¿Qué será eso?”, pensó emocionado. La luz se acercó más y más hasta que, de repente, se transformó en Goku. Fher no podía creer lo que estaba viendo. “¡Goku! ¡Eres tú!”, gritó, saltando de alegría.
Goku sonrió y le dijo: “¡Hola, Fher! He venido a buscarte porque necesitamos tu ayuda. Hay un monstruo causando problemas en el bosque cercano y juntos podemos detenerlo”. Fher sintió que su corazón latía con fuerza. “¡Claro que sí! ¡Estoy listo para la aventura!”, exclamó.
Goku llevó a Fher volando por el aire, sintiendo el viento en su cara. “¡Esto es increíble!”, gritó Fher mientras veían el paisaje desde arriba. En poco tiempo, llegaron al bosque, donde un monstruo enorme y peludo estaba causando estragos. Los árboles temblaban y los animales corrían asustados.
“Este es el monstruo que tenemos que enfrentar”, dijo Goku, su expresión se tornó seria. Fher miró al monstruo con un poco de miedo, pero también con valentía. “¿Qué puedo hacer para ayudar?”, preguntó. “Necesito que me ayudes a distraerlo mientras me transformo en Super Saiyajin”, respondió Goku.
“Está bien, yo lo distraeré”, dijo Fher, tratando de sonar valiente. Goku le dio una palmadita en la espalda y se preparó para transformarse. Fher, con su pequeño cuerpo, se acercó al monstruo y gritó: “¡Oye, tú! ¡Ven aquí!”.
El monstruo giró su cabeza y miró a Fher, que comenzó a correr en círculos, intentando llamar su atención. “¡Soy más rápido que tú! ¡No puedes atraparme!”, gritó, riendo mientras corría. El monstruo, sorprendido, comenzó a seguirlo, mientras Goku se concentraba.
Con una explosión de luz y energía, Goku se transformó en un poderoso Super Saiyajin. Su cabello se volvió dorado y su aura brilló intensamente. “¡Ahora, a luchar!”, dijo Goku con determinación. Fher se sintió emocionado al ver a su héroe transformado.
El monstruo se dio cuenta de que estaba siendo engañado y se volvió hacia Goku. “¡No dejaré que lastimes a este niño!”, exclamó Goku, lanzándose hacia el monstruo. Fher observaba con asombro mientras Goku luchaba con el monstruo, esquivando sus ataques y contraatacando con movimientos rápidos.
“¡Vamos, Goku, tú puedes!”, animaba Fher, sintiéndose más valiente al ver la batalla. Sin embargo, el monstruo no se rendía fácilmente. Era fuerte y parecía que iba a ganar. Fher se dio cuenta de que necesitaba hacer algo más para ayudar.
Pensando rápido, se acercó a un grupo de ramas caídas y comenzó a recogerlas. “¡Si puedo distraerlo un poco más, tal vez Goku tenga una oportunidad!”, pensó. Con todas sus fuerzas, comenzó a lanzar las ramas hacia el monstruo. “¡Mira aquí! ¡Cómeme a mí!”, gritaba mientras corría de un lado a otro.
El monstruo, confundido por el pequeño niño que lanzaba ramas, comenzó a mirar hacia Fher nuevamente. Goku aprovechó la oportunidad. Con un poderoso grito, realizó un ataque especial que lanzó al monstruo lejos, haciéndolo caer al suelo.
“¡Lo hicimos, Fher! ¡Juntos lo hemos vencido!”, dijo Goku, mientras el monstruo se retiraba, gruñendo. Fher corrió hacia Goku, saltando de felicidad. “¡Eres el mejor, Goku! ¡Me alegra haber podido ayudarte!”.
Goku sonrió, satisfecho por el trabajo en equipo. “Has sido muy valiente, Fher. Recuerda que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes ayudar”. Fher sintió que su corazón se llenaba de orgullo. Había aprendido que la valentía no se mide por el tamaño, sino por el deseo de ayudar a los demás.
“Ahora, debemos asegurarnos de que el bosque esté a salvo”, dijo Goku. “Vamos a ayudar a los animales a recuperarse y hacer que el bosque sea un lugar feliz nuevamente”. Juntos, se pusieron a trabajar, ayudando a los animales a encontrar refugio y a restaurar el bosque.
Después de un tiempo, el bosque volvió a ser un lugar alegre. Los animales agradecieron a Fher y Goku, llenando el aire con sus cantos y saltos. “Hoy ha sido un gran día”, dijo Goku, viendo cómo todos disfrutaban de su hogar.
“¡Sí! ¡Y he aprendido que juntos podemos hacer cosas increíbles!”, exclamó Fher, sintiéndose más grande que nunca. La noche comenzó a caer y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo. “Es hora de que regrese a casa”, dijo Goku, pero antes de irse, se agachó y le dio a Fher una pequeña medalla dorada. “Esta es una medalla de valentía. Recuerda siempre que puedes ser un héroe”.
Fher aceptó la medalla con gran alegría. “¡Gracias, Goku! Siempre te recordaré”. Goku sonrió y, con un salto, se elevó en el aire. “Nos veremos pronto, Fher. Siempre estaré aquí si me necesitas”, dijo mientras se desvanecía entre las estrellas.
Al regresar a casa, Fher se sintió feliz y lleno de energía. Contó a su familia sobre su increíble aventura con Goku. “¡Hoy he sido un héroe!”, decía emocionado. Sus padres lo abrazaron, felices de verlo tan entusiasmado.
Desde ese día, Fher se dedicó a ayudar a los demás, ya fuera en el colegio o en el vecindario. Cada vez que ayudaba a alguien, miraba la medalla de Goku y recordaba que todos pueden ser héroes si tienen un buen corazón.
Y así, en el pequeño pueblo, Fher vivió muchas aventuras, siempre recordando el día en que conoció a su héroe y aprendió que, aunque las cosas puedan parecer grandes y aterradoras, el verdadero valor viene de dentro. A veces, solo se necesita un poco de valentía y el deseo de ayudar a los demás para cambiar el mundo.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.