Durante las vacaciones de verano, Gabriela y su hermana menor Julieta estaban emocionadas de pasar unos días en el camping con sus padres, Papá Gabriel y Mamá Pili. Les encantaba la idea de estar en medio de la naturaleza, lejos del ruido de la ciudad, y disfrutar de las noches estrelladas y las aventuras al aire libre.
Una noche, después de cenar alrededor de la fogata, la familia decidió dar un paseo por el monte cercano. El aire era fresco y el cielo estaba despejado, con miles de estrellas brillando sobre ellos. Gabriela y Julieta caminaban adelante, explorando el camino con sus linternas, mientras sus padres los seguían de cerca.
De repente, Gabriela notó unas luces misteriosas que parpadeaban a lo lejos. «Miren eso», dijo, señalando hacia el bosque. Julieta, siempre curiosa, corrió hacia donde apuntaba su hermana. «¿Qué crees que sea?», preguntó, con los ojos llenos de emoción.
Papá Gabriel y Mamá Pili también vieron las luces y se acercaron con cautela. «Vamos a investigar», dijo Papá Gabriel, tomando la mano de Gabriela. «Pero tengan cuidado y no se alejen mucho.»
Mientras se adentraban en el bosque, las luces se hicieron más brillantes y empezaron a escuchar el sonido de agua fluyendo. Finalmente, llegaron a una cascada, pero algo no estaba bien. La cascada, que normalmente era majestuosa y llena de agua, estaba casi seca. Apenas un hilo de agua caía por las rocas.
Gabriela y Julieta miraron a sus padres con preocupación. «¿Qué le ha pasado a la cascada?», preguntó Julieta. Mamá Pili frunció el ceño. «Parece que hay un problema con el agua. Quizás algo la está bloqueando.»
De repente, las luces misteriosas comenzaron a brillar más intensamente y formaron una figura delante de ellos. Era un ser luminoso y etéreo, que flotaba sobre el suelo. «¡Bienvenidos, viajeros!», dijo con una voz suave y melodiosa. «Soy Lumina, el guardián de la cascada. He estado esperando a alguien que pueda ayudarme a restaurar el flujo de agua.»
Gabriela y Julieta se miraron asombradas. «¿Nosotros?», preguntó Gabriela. «¿Cómo podemos ayudar?»
Lumina sonrió. «He sentido un gran poder en ustedes, un poder que proviene del amor y la unidad familiar. Juntos, pueden superar cualquier obstáculo. El problema con la cascada es que algo está bloqueando el arroyo que la alimenta. Si no se soluciona, no solo la cascada, sino también el camping, quedarán sin agua.»
Papá Gabriel asintió. «Estamos dispuestos a ayudar, Lumina. Dinos qué debemos hacer.»
Lumina les explicó que tendrían que seguir el arroyo hasta encontrar el bloqueo y quitarlo. «El camino no será fácil», advirtió. «Pero con valentía y trabajando juntos, podrán lograrlo.»
La familia se puso en marcha, siguiendo el arroyo bajo la luz de las estrellas. Mientras caminaban, Gabriela y Julieta se sentían como verdaderas superhéroes, listas para salvar el día. «¿Te imaginas?», dijo Gabriela. «Si realmente tenemos poderes, ¡podríamos ser como los héroes de los cómics!»
Julieta sonrió y asintió con entusiasmo. «¡Sí! ¡Podríamos llamarnos las Hermanas Salvadoras del Agua!»
Después de un rato, encontraron el problema: una gran roca había caído en el arroyo, bloqueando el paso del agua. Papá Gabriel intentó moverla, pero era demasiado pesada. «Necesitamos más fuerza», dijo, mirando a su familia. «Pero no podemos hacerlo solos.»
Gabriela y Julieta miraron a Lumina, que flotaba cerca, observando. «¿Podemos usar nuestro poder?», preguntó Julieta.
Lumina asintió. «El poder de la unidad y el amor es más fuerte de lo que creen. Tomen sus manos y concéntrense en la roca.»
La familia se tomó de las manos, cerró los ojos y se concentró. Pensaron en todos los momentos felices que habían pasado juntos, en el amor que los unía y en el deseo de salvar la cascada. Poco a poco, sintieron una energía cálida que los envolvía, y cuando abrieron los ojos, vieron que la roca empezaba a moverse.
Con un esfuerzo final, lograron empujar la roca fuera del arroyo. El agua comenzó a fluir nuevamente, primero en un pequeño hilo y luego en una corriente más fuerte. «¡Lo logramos!», gritó Gabriela, saltando de alegría. Julieta la abrazó y Mamá Pili y Papá Gabriel sonrieron orgullosos.
Lumina apareció de nuevo, brillando aún más intensamente. «Han demostrado un gran coraje y amor. Gracias a ustedes, la cascada volverá a su antigua gloria y el camping tendrá agua nuevamente.»
De regreso al camping, la familia fue recibida con aplausos y vítores. Todos estaban agradecidos por su valentía y esfuerzo. Esa noche, mientras descansaban junto a la fogata, Gabriela y Julieta miraron al cielo y vieron una estrella fugaz.
«¿Viste eso?», dijo Gabriela. «¡Pide un deseo!»
Julieta cerró los ojos y sonrió. «Deseo que siempre podamos ayudar a quienes lo necesiten y que nuestra familia siempre esté unida.»
Papá Gabriel y Mamá Pili las abrazaron. «Ese es el mejor deseo de todos», dijo Mamá Pili. «Porque juntos, somos invencibles.»
Y así, la familia se quedó mirando las estrellas, sabiendo que siempre serían los héroes del camping y que, mientras estuvieran juntos, podrían superar cualquier desafío. La aventura de esa noche les enseñó que el amor y la unidad familiar eran sus mayores poderes y que siempre estarían allí para proteger lo que más querían.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.