Había una vez, en una ciudad futurista donde los rascacielos tocaban el cielo y las calles estaban llenas de tecnología avanzada, un grupo de niños muy especiales que vivían en secreto. Aunque a simple vista parecían niños comunes, en realidad eran los hijos de los Heroicos, los superhéroes más poderosos de la Tierra.
Cada uno de estos niños tenía un poder extraordinario, pero aún estaban aprendiendo a controlarlos. El líder del grupo era Jhoan, un chico con un poder inmenso, pero difícil de controlar. Aunque sus habilidades eran asombrosas, a menudo se sentía abrumado por la energía que poseía. A su lado siempre estaban sus mejores amigos: Sofía, una niña que podía mover objetos con su voz; Iván, que tenía la capacidad de estirar su cuerpo como si fuera de goma; Simón, quien, a pesar de estar siempre en cámara lenta, tenía una gran inteligencia; y Fran, que podía cambiar su rostro a cualquier expresión imaginable, lo que le permitía confundir a sus enemigos.
Un día, mientras los niños estaban entrenando en su escondite secreto, una gran alarma comenzó a sonar. Las pantallas gigantes en la sala de control mostraban imágenes de una invasión alienígena que había comenzado en la Tierra. Los Heroicos estaban luchando contra los invasores, pero algo terrible sucedió: los extraterrestres, mucho más poderosos de lo que nadie había anticipado, capturaron a los Heroicos uno por uno.
—¡No puede ser! —exclamó Jhoan al ver a su padre, el líder de los Heroicos, ser llevado por las naves alienígenas—. ¡Tenemos que hacer algo!
Los niños sabían que, aunque todavía no estaban listos, eran la última esperanza de la Tierra. Si los Heroicos no podían detener la invasión, ellos tendrían que hacerlo. Pero había un problema: sus poderes, aunque fuertes, no siempre eran fáciles de controlar. Además, nunca antes habían trabajado en equipo en una misión tan peligrosa.
—No podemos ir solos —dijo Iván, estirando su brazo para alcanzar una de las pantallas—. Tenemos que pensar en un plan.
Simón, moviéndose lentamente, se acercó al centro de la sala y comenzó a pensar en una estrategia.
—Si logramos coordinarnos y utilizar cada uno de nuestros poderes de la mejor manera, quizás podamos tener una oportunidad —dijo, su voz pausada pero llena de seguridad.
—Pero no podemos olvidarnos de los otros —añadió Sofía—. Hay más niños con poderes que podrían ayudarnos. Si los encontramos, seremos más fuertes.
Con la mente clara y la determinación en sus corazones, los cinco niños decidieron buscar a otros superniños que también habían sido ocultados por el gobierno para protegerlos. Entre ellos estaban William, un niño con superinteligencia que podía resolver cualquier problema en segundos; Noodles, que también tenía la habilidad de estirar su cuerpo hasta dimensiones increíbles; Ojo, un niño mudo que se comunicaba a través de sus dibujos, los cuales cobraban vida para expresar sus pensamientos; y los gemelos Manuel y Virginia, que podían alterar el tiempo, adelantándolo o retrocediéndolo a su antojo.
Jhoan, Sofía, Iván, Simón y Fran emprendieron su búsqueda, usando sus poderes para encontrar a los otros niños. Pronto, lograron reunir a todos los superniños, formando un equipo inusual pero poderoso.
—Ahora que estamos todos juntos —dijo William—, podemos idear una estrategia para liberar a los Heroicos.
El plan era arriesgado, pero no tenían otra opción. Los alienígenas estaban usando una gigantesca nave madre que orbitaba sobre la Tierra como base. Los superniños tendrían que infiltrarse en la nave, desactivar las defensas alienígenas y liberar a sus padres.
Mientras discutían los detalles del plan, Ojo comenzó a dibujar en una gran pizarra digital. Sus dibujos mostraban cada uno de los pasos del plan de ataque, desde cómo entrar en la nave hasta cómo liberar a los Heroicos. Aunque no podía hablar, sus dibujos hablaban por él, y los niños comprendieron que Ojo era esencial para la misión.
Finalmente, llegó el día de la misión. Los superniños, vestidos con trajes especiales diseñados para protegerlos en el espacio, subieron a una nave pequeña que William había modificado con su inteligencia superior. La nave despegó en silencio, elevándose hacia el cielo estrellado mientras la ciudad se quedaba atrás.
—Esto es real —susurró Jhoan, mirando las luces de la ciudad desde el espacio—. Tenemos que estar listos.
Al llegar a la nave madre alienígena, los niños se dividieron en grupos. Jhoan, Sofía e Iván serían los encargados de desactivar las defensas. Mientras tanto, Simón, Fran y los gemelos Manuel y Virginia tendrían que encontrar a los Heroicos y liberarlos.
La primera parte de la misión fue un éxito. Jhoan, usando su inmenso poder, logró destruir una de las barreras de energía que protegía la nave. Sofía, con su canto, movió los enormes controles alienígenas, y Iván estiró su cuerpo para alcanzar los sistemas más inaccesibles, desactivando todas las trampas.
Sin embargo, no todo salió como esperaban. Justo cuando pensaban que habían ganado ventaja, un grupo de alienígenas apareció de repente, rodeándolos.
—¡No podemos con todos ellos! —gritó Sofía, mientras cantaba para levantar varios objetos del suelo y lanzarlos hacia los alienígenas.
—¡Yo me encargo! —dijo Jhoan, sintiendo la energía inmensa fluir por su cuerpo. Sin pensarlo dos veces, desató una poderosa explosión de energía que derribó a varios invasores. Pero su poder era tan grande que, una vez más, se salió de control, causando daños no solo a los alienígenas, sino también a la nave.
—¡Jhoan, cuidado! —gritó Iván, estirándose para detenerlo antes de que el daño fuera mayor.
Jhoan respiró profundamente, tratando de calmarse. Sabía que su poder era una bendición y una maldición, pero no podía dejar que lo venciera en ese momento.
Mientras tanto, Simón, Fran y los gemelos habían llegado a la sala donde los Heroicos estaban siendo retenidos. Los gemelos usaron su habilidad para alterar el tiempo, haciendo que los guardias alienígenas se movieran tan lentamente que no podían reaccionar a sus movimientos. Fran, usando su habilidad para cambiar su cara, confundió a los pocos alienígenas que quedaban, dándoles tiempo para liberar a los Heroicos.
—¡Lo logramos! —dijo Simón, aunque en su tono calmado y pausado, como si el peligro no lo afectara.
Los Heroicos, aún debilitados por el encierro, agradecieron a los superniños por su valentía.
—No podríamos haberlo hecho sin ustedes —dijo el padre de Jhoan, colocando una mano en el hombro de su hijo—. Hoy han demostrado que están listos para ser héroes.
Sin embargo, la batalla no había terminado. Desde el centro de la nave madre, el líder de los alienígenas, una figura imponente y oscura, se preparaba para lanzar su ataque final contra la Tierra. Los superniños y los Heroicos sabían que este sería el enfrentamiento más difícil de todos.
—Tenemos que detenerlo —dijo Jhoan—. Es nuestra única oportunidad de salvar el planeta.
Con los Heroicos a su lado, los superniños se enfrentaron al líder alienígena en una batalla épica. Usaron todos sus poderes al máximo, trabajando en equipo como nunca antes lo habían hecho. Jhoan, finalmente, logró controlar su inmenso poder, canalizándolo de manera precisa para derrotar al enemigo.
Sofía cantó con toda su fuerza, moviendo objetos enormes para proteger a sus amigos, mientras Iván estiraba su cuerpo para atrapar al líder alienígena. Simón, a pesar de su lentitud, utilizó su inteligencia para anticipar cada uno de los movimientos del enemigo, y Fran, con sus expresiones cambiantes, desorientó al líder lo suficiente como para que los demás pudieran atacar.
Finalmente, con un último golpe combinado, los superniños y los Heroicos derrotaron al líder alienígena, desactivando la amenaza para siempre.
—Lo hicimos —dijo Jhoan, agotado pero sonriente.
—Sí —respondió su padre—, y el mundo ahora sabe que tiene un nuevo equipo de héroes en quienes confiar.
Y así, los superniños, con Jhoan a la cabeza, se convirtieron en los nuevos protectores de la Tierra, listos para enfrentarse a cualquier desafío que el futuro les trajera.
FIN.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.