Lara era una niña de once años con una imaginación vivaz y una curiosidad insaciable. Tenía el cabello largo y castaño, y siempre llevaba puesta su chaqueta roja favorita. Un día, mientras jugaba en el parque, Lara perdió algo muy valioso: un pequeño amuleto que su abuela le había dado antes de fallecer. Desesperada, buscó por todos lados, pero el amuleto había desaparecido.
Aquella noche, mientras se iba a dormir, escuchó una voz susurrante que le decía que el amuleto estaba en el Bosque de los Misterios, un lugar que todos en el pueblo evitaban debido a las leyendas espeluznantes que lo rodeaban. Sin pensarlo dos veces, Lara decidió que debía recuperar el amuleto, sin importar lo que costara.
A la mañana siguiente, Lara convenció a su mejor amigo Liandro de acompañarla. Liandro era un niño valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a Lara en sus aventuras. Con su cabello negro corto y su sudadera verde, Liandro parecía siempre listo para cualquier desafío.
«¿Estás seguro de que quieres hacer esto, Lara?» preguntó Liandro con una mezcla de preocupación y emoción en su voz.
«Sí, Liandro. Necesito recuperar ese amuleto. Es lo único que me queda de mi abuela», respondió Lara con determinación.
El camino hacia el bosque era largo y lleno de sombras. Mientras avanzaban, la luz del sol parecía desvanecerse, dejando lugar a un ambiente cada vez más oscuro y misterioso. Lara y Liandro pronto se encontraron rodeados de árboles retorcidos y una niebla espesa que les dificultaba la visión.
De repente, un pequeño dragón de escamas verdes emergió de entre los arbustos. Sus ojos brillaban con una curiosidad similar a la de Lara. A pesar de su apariencia inusual, el dragón no parecía amenazante.
«Hola, soy Dragon», dijo el dragón con una voz suave pero firme. «He estado esperando a alguien valiente que se adentre en el bosque. ¿Qué los trae por aquí?»
Lara y Liandro se miraron sorprendidos. No esperaban encontrar un dragón amistoso en su camino.
«Hemos venido a buscar un amuleto que perdí», explicó Lara. «Es muy importante para mí.»
Dragón asintió comprensivamente. «El Bosque de los Misterios está lleno de cosas perdidas y encontradas. Pero también está lleno de peligros. Deben tener cuidado con los Hombres De Alas O De Sonrisas y los Fantasmas. Puedo ayudarles a encontrar su amuleto, pero necesitaré su valentía y cooperación.»
Sin dudarlo, los dos niños aceptaron la ayuda del dragón. Dragón los guió a través del bosque, esquivando trampas y evitando los lugares más oscuros. Sin embargo, cuanto más se adentraban en el bosque, más extrañas se volvían las cosas.
Primero, se encontraron con los Hombres De Alas O De Sonrisas, figuras misteriosas con alas negras y sonrisas inquietantes. Los Hombres De Alas O De Sonrisas flotaban sobre el suelo, sus ojos brillando con una luz sobrenatural. Dragón les advirtió que no miraran directamente a los ojos de estas criaturas, ya que podrían hipnotizarlos y hacer que se perdieran para siempre.
Lara y Liandro siguieron el consejo de Dragón y pasaron sin ser vistos. Pero el verdadero desafío llegó cuando encontraron a los Fantasmas. Estas apariciones etéreas flotaban en el aire, sus cuerpos translúcidos brillando con una luz tenue. Los Fantasmas no parecían hostiles, pero su presencia hacía que el aire se volviera helado y pesado.
«Tenemos que ser muy silenciosos», susurró Dragón. «Los Fantasmas son atraídos por el ruido.»
Con mucho cuidado, Lara, Liandro y Dragón avanzaron lentamente. Sin embargo, justo cuando pensaban que habían pasado desapercibidos, una rama crujió bajo el pie de Liandro. Los Fantasmas se giraron al unísono, sus ojos vacíos fijos en el grupo.
«¡Corre!» gritó Dragón, y los tres se lanzaron a correr por el bosque, con los Fantasmas persiguiéndolos de cerca.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.