En Pontevedra, un pueblo lleno de magia y secretos esperando ser descubiertos, vivía un niño llamado Dani. A sus 6 años, Dani era conocido por su habilidad en todos los deportes, su amor por el dibujo y, sobre todo, su fascinación por las historias de alienígenas y monstruos. Aunque de noche le dieran un poco de miedo, durante el día se convertían en los protagonistas de sus aventuras.
Una tarde, mientras Dani jugaba a palabras encadenadas con su abuela Nana y Tati, su imaginación lo llevó a una idea extraordinaria. «¿Y si pudiera conocer a un alienígena de verdad?», pensó. Sin saberlo, ese deseo estaba a punto de hacerse realidad.
Esa noche, mientras la luna brillaba sobre Pontevedra, una luz misteriosa iluminó el cuarto de Dani. Ante sus ojos asombrados, apareció Marvin, un alienígena de piel verde, ojos grandes y una sonrisa amigable. «Hola, Dani. He oído que te encantaría colorear a un alienígena de verdad», dijo Marvin con una voz que sonaba como música.
Sin poder creer lo que veían sus ojos, pero impulsado por su inagotable curiosidad, Dani aceptó la invitación de Marvin para una aventura intergaláctica. «Pero, ¿cómo podemos ir?», preguntó Dani. Marvin le entregó un lápiz especial. «Con este lápiz, todo lo que dibujes se volverá real», explicó.
Juntos, dibujaron una nave espacial y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraban surcando las estrellas. Su primer destino fue el planeta de los Trolls, donde un amigable Troll les enseñó a dibujar sombras que dan risa en lugar de miedo. Luego, viajaron al mundo de los Cíclopes, donde aprendieron que incluso los seres con un solo ojo gigante podían ver el mundo en una paleta de colores brillantes y alegres.
La aventura más emocionante los esperaba en el planeta de Vorian, un lugar donde los colores habían desaparecido, dejando todo en blanco y negro. Vorian, un viejo mago que había perdido la esperanza de ver su mundo en colores nuevamente, recibió a Dani y Marvin con desconfianza. «Nuestros colores se han ido. Un sombrío hechizo los borró», explicó con tristeza.
Dani, con su lápiz mágico en mano, decidió que era el momento de devolver los colores a Vorian y su mundo. Empezó a dibujar y colorear todo a su alrededor, desde las flores hasta el cielo, pasando por las casas y los corazones de sus habitantes. A medida que Dani coloreaba, la alegría volvía a iluminar el planeta de Vorian.
El mago, con lágrimas en los ojos, agradeció a Dani por su valentía y su corazón. «Has demostrado que incluso en los lugares más oscuros, un poco de color y esperanza pueden cambiarlo todo», dijo Vorian.
Después de su aventura, Marvin y Dani regresaron a Pontevedra, justo a tiempo para el amanecer. Dani, con su lápiz mágico en mano, prometió utilizarlo solo para hacer el bien, coloreando su mundo y el de los demás con alegría y optimismo.
Desde ese día, Dani no solo se convirtió en el mejor jugador de pádel de Pontevedra, sino también en el guardián de los colores y la alegría, enseñando a todos que, con un poco de imaginación y valentía, cualquier miedo nocturno puede transformarse en una aventura colorida.
Y así, entre juegos, dibujos y risas, Dani y sus nuevos amigos intergalácticos compartieron muchas más aventuras, recordando siempre que el verdadero poder reside en la amistad, la imaginación y el valor de enfrentar los miedos con un corazón lleno de colores.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.