En una ciudad sumida en los recuerdos de los años 90, las luces parpadeantes de los neones apenas iluminaban las calles envueltas en una espesa niebla. Aquí vivía Alejandro, un hombre que alguna vez fue célebre como uno de los cirujanos más hábiles de su generación, hasta que un trágico accidente puso fin a su carrera, dejándole cicatrices visibles e invisibles.
Alejandro se había divorciado hace años, y su hijo, con quien apenas mantenía contacto, parecía ser una figura tan distante como las estrellas en el cielo nocturno de la ciudad. Ahora, alejado del quirófano, Alejandro pasaba sus días entre la soledad de su apartamento y sus caminatas nocturnas, en un intento por escapar de los recuerdos que lo acosaban.
Una noche, mientras recorría las calles nebulosas del distrito antiguo de la ciudad, Alejandro empezó a notar algo peculiar: enormes sombras se deslizaban por las paredes y el suelo, tomando formas grotescas y perturbadoras. Al principio, pensó que eran trucos de su mente, cansada y atormentada por años de estrés y soledad. Pero las sombras no desaparecían; se hacían más nítidas y amenazadoras cada noche.
Convencido de que estaba perdiendo la razón, Alejandro buscó ayuda, pero los médicos no encontraron nada fuera de lo común, y sus amigos empezaron a alejarse, incapaces de entender o creer en lo que él describía. Solo en su desesperación, comenzó a investigar por su cuenta, buscando en viejos libros de ocultismo y ciencias arcanas, esperando encontrar alguna explicación o, al menos, algún consuelo.
En su búsqueda, Alejandro descubrió teorías sobre dimensiones paralelas y seres que podrían existir más allá de la percepción humana normal. Empezó a sospechar que lo que veía podría ser real, tal vez incluso más real que el mundo tangible que lo rodeaba. Armado con cámaras y dispositivos de grabación, pasó noches enteras intentando capturar pruebas de la existencia de estas sombras, sin éxito.
El terror se convirtió en obsesión. Alejandro empezó a ver las sombras incluso de día. Criaturas místicas de pesadillas, como espectros y figuras amorfas, llenaban sus sueños y sus días. Cada esquina de su hogar parecía esconder un observador invisible, cada susurro del viento le susurraba horrores indescriptibles.
La revelación llegó una noche en que, siguiendo a una de las sombras más grandes, Alejandro se encontró frente a un antiguo edificio que parecía abandonado. Dentro, encontró un grupo de personas reunidas alrededor de una extraña máquina que zumbaba con una energía que hacía vibrar el aire. Aquí, fue confrontado con la verdad: no estaba loco. Estas personas, todas víctimas de experiencias similares, habían descubierto que eran parte de un experimento extraterrestre.
Los extraterrestres, seres de una civilización avanzada, habían estado modificando genéticamente a humanos para crear híbridos capaces de ver y experimentar más allá de las dimensiones normales. Alejandro y los otros eran parte de un plan mayor para infiltrarse y eventualmente conquistar la Tierra. Sin embargo, algo había salido mal, y en lugar de controlar a estos híbridos, les habían dado la capacidad de ver a sus observadores.
Consciente ahora de su papel en esta invasión inadvertida, Alejandro se unió a sus compañeros híbridos para intentar detener a los extraterrestres. Juntos, lucharon utilizando sus nuevas habilidades para interferir con la maquinaria alienígena y enviar mensajes de advertencia a sus líderes.
La lucha fue en vano. Los extraterrestres, anticipando la resistencia, lanzaron un ataque total, conquistando la ciudad y comenzando la captura de todos los humanos. Alejandro, junto con los otros híbridos, fue llevado a bordo de una nave gigantesca, no como prisionero, sino como una pieza clave en la nueva sociedad que los extraterrestres planeaban construir sobre las ruinas de la humanidad.
Mientras la nave se alejaba de la Tierra, Alejandro miró por última vez el planeta que había llamado hogar, ahora reducido a un punto en la vastedad del espacio. Con un nuevo propósito, decidió que lucharía desde adentro, esperando encontrar alguna manera de redimirse y salvar lo que quedaba de la humanidad.
El eco de las sombras, una vez un susurro de terror, ahora se convertía en un grito de guerra contra los opresores de las estrellas, marcando el comienzo de una nueva era, no solo para Alejandro, sino para toda la raza humana.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.