En un pequeño pueblo envuelto en la bruma de secretos antiguos, vivían Ruth y Francisco, dos adolescentes cuyos destinos se entrelazaron bajo circunstancias misteriosas y oscilantes. Ruth, una chica de 14 años con una mirada penetrante y un aire de misterio, creía tener un secreto muy oscuro: deseaba deshacerse de Francisco. Sin embargo, lo que Ruth no sabía era que Francisco, lejos de ser un simple compañero de clase, había descubierto su plan y estaba decidido a darle una vuelta al juego.
La relación entre Ruth y Francisco había sido siempre complicada. Se conocían desde niños, compartiendo juegos y secretos, pero algo había cambiado en Ruth el último año. Sus ojos ya no brillaban con inocencia sino con una calculada frialdad que ponía a Francisco en guardia. Un día, mientras Ruth pensaba que nadie la observaba, Francisco la escuchó murmurar su oscuro deseo de librarse de él. A partir de ese momento, Francisco sabía que tenía que actuar.
Francisco, con una astucia nata, comenzó a diseñar un plan no solo para protegerse, sino para exponer a Ruth y llevarla ante la justicia. Sabía que enfrentarse directamente a ella podría ser peligroso, así que optó por una serie de travesuras cuidadosamente planeadas para atraparla en su propio juego.
Una noche de luna llena, Francisco invitó a Ruth a una antigua casa en las afueras del pueblo, supuestamente para explorar un rumor de un tesoro escondido. La casa, conocida por sus historias de espíritus y tragedias pasadas, era el lugar perfecto para su plan. Ruth, impulsada por la curiosidad y un oscuro deseo de aventura, aceptó sin sospechar las intenciones de Francisco.
Al llegar, Francisco guió a Ruth a través de los oscuros pasillos de la casa. Los pisos crujían bajo sus pasos y las sombras danzaban en las paredes como espectros del pasado. Francisco había preparado el escenario con cuidado: cada habitación que visitaban estaba meticulosamente arreglada para asustar y desorientar a Ruth, desde espejos que distorsionaban sus reflejos hasta relojes que marcaban una hora imposible.
Sin embargo, Ruth no se mostraba intimidada. Su corazón, aunque oscurecido por intenciones nefastas, era valiente. Pero lo que realmente cambió el curso de la noche fue un descubrimiento accidental. En el sótano de la casa, entre telarañas y polvo, encontraron un viejo diario que pertenecía al último habitante de la casa, un hombre conocido por sus estudios de lo oculto. El diario revelaba no solo historias de fantasmas, sino también poderosos hechizos y conjuros.
Intrigada y ahora con un nuevo propósito, Ruth comenzó a leer el diario en voz alta. Francisco observaba, escondido detrás de una cortina, esperando el momento adecuado para asustarla con su última trampa: una proyección de luces y sombras que simularía la aparición de un espectro. Pero, al pronunciar Ruth ciertas palabras del diario, el ambiente cambió. Un viento frío recorrió la habitación y las luces parpadearon como si fuerzas desconocidas despertarán.
Aterrados, ambos adolescentes se dieron cuenta de que habían desencadenado algo que iba más allá de cualquier travesura o juego. Los sonidos de pasos se escuchaban acercándose desde la oscuridad del sótano, y un frío sobrenatural llenaba el aire. En ese momento, Francisco y Ruth olvidaron sus conflictos y unieron fuerzas para enfrentar lo que habían despertado.
Juntos, usando los conocimientos del diario y su ingenio, lograron contener la entidad que habían liberado. Al amanecer, exhaustos pero a salvo, Ruth y Francisco salieron de la casa. El sol comenzaba a disipar la niebla y con ella se desvanecían las sombras de la noche.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.