Cuentos de Terror

Manuel y Andrés en el Bosque

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de densos bosques y montañas escarpadas, vivían dos amigos inseparables, Manuel y Andrés. A sus 11 años, compartían una curiosidad insaciable y un amor por las aventuras que a menudo los llevaba a explorar los rincones más recónditos de su entorno.

Una tarde de otoño, mientras el sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, Manuel y Andrés decidieron adentrarse en el bosque para investigar una antigua leyenda que hablaba de un árbol mágico cuyas raíces se decía que guardaban secretos milenarios. Con mochilas llenas de provisiones y linternas, los dos amigos se adentraron en el bosque, sin saber que esta aventura pondría a prueba su valentía y su amistad.

El bosque estaba lleno de sonidos misteriosos y sombras que bailaban entre los árboles. Los chicos caminaban con paso firme, pero a medida que se adentraban, una sensación de inquietud comenzó a crecer en sus corazones. De repente, una figura encapuchada apareció frente a ellos, sus ojos brillaban con una luz sobrenatural. Manuel y Andrés se detuvieron en seco, sus corazones latiendo con fuerza.

La figura les habló con una voz que parecía venir de otro mundo, advirtiéndoles de los peligros que acechaban en el bosque y del árbol que buscaban. Les dijo que solo aquellos que eran puros de corazón podrían acercarse al árbol sin temor y que debían pasar tres pruebas para demostrar su valía.

La primera prueba era la del Valor. Los chicos debían cruzar un puente colgante que se balanceaba peligrosamente sobre un abismo oscuro y sin fondo. Con cada paso que daban, el puente crujía y se balanceaba, pero Manuel y Andrés se animaban mutuamente, superando su miedo y cruzando con éxito al otro lado.

La segunda prueba era la de la Sabiduría. Se encontraron con un acertijo tallado en una piedra antigua, y solo resolviéndolo podrían continuar su camino. Juntos, pusieron a trabajar sus mentes, y después de varios intentos, lograron descifrar el mensaje oculto que les abrió el camino hacia la última prueba.

La tercera y última prueba era la del Corazón. Los amigos llegaron a un claro donde dos caminos se bifurcaban. Uno llevaba al árbol mágico, y el otro a un destino desconocido. La figura encapuchada les reveló que solo uno de ellos podría continuar, y el otro debía quedarse atrás. Fue entonces cuando Manuel y Andrés demostraron la fuerza de su amistad. Se negaron a separarse y decidieron enfrentar juntos lo que fuera que les esperaba en el camino desconocido.

Al tomar esa decisión, el bosque entero se iluminó con una luz cálida y el árbol mágico apareció ante ellos, sus ramas extendiéndose hacia el cielo estrellado. La figura encapuchada se quitó la capucha, revelando ser el guardián del bosque, quien les felicitó por su lealtad y les otorgó el acceso al árbol.

Manuel y Andrés se acercaron al árbol, y al tocar sus raíces, sintieron una oleada de conocimiento y comprensión. Aprendieron que el verdadero tesoro no eran los secretos que guardaba el árbol, sino la amistad y el coraje que habían demostrado en su búsqueda.

Con el corazón lleno de alegría y nuevas historias que contar, los dos amigos regresaron al pueblo, sabiendo que su amistad era más fuerte que cualquier desafío y que juntos podrían enfrentar cualquier aventura que la vida les presentara.

Después de su encuentro con el árbol mágico, Manuel y Andrés se sintieron llenos de una nueva energía. Los secretos del árbol les habían revelado no solo conocimientos antiguos, sino también una serie de mapas que conducían a otros lugares misteriosos del bosque. Decididos a seguir explorando, los amigos se adentraron aún más en la espesura.

La noche caía cuando llegaron a un claro donde las estrellas parecían brillar con una luz especial. En el centro del claro, había una piedra que emitía un suave resplandor azulado. Al acercarse, descubrieron que la piedra era en realidad un cristal que mostraba visiones de otros mundos. Fascinados, Manuel y Andrés pasaron horas observando las maravillas que se desplegaban ante sus ojos.

Pero su asombro se vio interrumpido por un sonido aterrador que resonó a través del bosque. Era un rugido profundo y gutural que parecía venir de todas partes a la vez. Los chicos se miraron, sabiendo que debían enfrentarse a lo desconocido una vez más. Tomados de la mano, se dirigieron hacia la fuente del sonido, con las linternas temblando en sus manos.

A medida que avanzaban, el bosque se volvía más oscuro y los árboles más retorcidos. Finalmente, llegaron a una cueva de donde emanaba el rugido. Dentro, encontraron a una criatura gigantesca, con ojos como carbones encendidos y garras que arañaban la tierra. Era el guardián de los secretos del bosque, y no estaba contento con la intrusión de los niños.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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