En la ciudad de Potosí, donde el abastecimiento de agua potable era un bien preciado, vivía un niño llamado Alejandro. Alejandro era un chico curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Le encantaba explorar las lagunas que rodeaban la ciudad, ya que sabía que de allí provenía el agua que todos necesitaban para vivir.
Un día, mientras caminaba por la orilla de una de las lagunas, Alejandro notó algo extraño. Había una pequeña gota de agua que brillaba más que las demás. Intrigado, se acercó para observarla mejor. De repente, la gota de agua cobró vida y le sonrió.
«Hola, Alejandro,» dijo la gota con una voz suave y melodiosa. «Me llamo H2O y soy una gota de agua mágica. He venido a mostrarte algo muy importante.»
Alejandro estaba asombrado. «¿Cómo sabes mi nombre?» preguntó.
«Lo sé todo sobre ti,» respondió H2O. «Y sé que tienes un corazón puro y valiente. Por eso he venido a pedir tu ayuda.»
Intrigado y un poco nervioso, Alejandro aceptó seguir a H2O. La gota de agua mágica lo llevó a través de la laguna y más allá, hasta llegar a una colina desde donde podían ver toda la ciudad. «Mira,» dijo H2O, señalando hacia abajo. «Quiero mostrarte la realidad que muchos niños enfrentan aquí en Potosí.»
Desde la colina, Alejandro pudo ver las casas, las escuelas y también las minas. Vio a muchos niños trabajando en las minas, con caras llenas de polvo y manos cansadas. H2O le explicó que esos niños, llamados niños mineros, trabajaban duro para ayudar a sus familias, pero sufrían por la escasez de agua potable. Muchas veces, se enfermaban por beber agua sucia.
Alejandro sintió una gran tristeza al ver esto. «¿Cómo podemos ayudarles?» preguntó.
H2O sonrió. «Tengo un plan. Pero necesitaremos la ayuda de todos, especialmente de los niños mineros. Vamos a convencer a los adultos de que usen agua residual para las industrias y que prioricen el suministro de agua potable para la gente.»
Determinado a hacer una diferencia, Alejandro siguió a H2O hasta las minas. Allí conocieron a un grupo de niños mineros que estaban descansando después de una larga jornada de trabajo. Alejandro se acercó y les contó sobre H2O y su plan para mejorar la situación del agua en la ciudad.
Al principio, los niños mineros estaban escépticos, pero cuando H2O comenzó a hablar y les mostró su magia, comenzaron a creer. «Necesitamos unirnos y convencer a nuestros padres y a las autoridades de que cambien la forma en que se usa el agua,» dijo Alejandro.
Uno de los niños mineros, llamado Tomás, levantó la mano. «¿Y cómo haremos eso? Los adultos no siempre nos escuchan.»
«Con la ayuda de H2O, podemos hacer que nos escuchen,» respondió Alejandro con confianza. «Tenemos que mostrarles que hay una mejor manera de hacer las cosas.»
Los niños mineros se unieron a Alejandro y H2O, y juntos comenzaron a idear un plan. Decidieron que la mejor manera de llegar a todos sería organizando una gran reunión en la plaza del pueblo, donde pudieran hablar directamente con los adultos y las autoridades.
Pasaron varios días preparando todo. Los niños mineros trabajaron duro para construir un escenario y preparar carteles con mensajes sobre la importancia del agua limpia. H2O utilizó su magia para crear presentaciones que mostraban cómo las industrias podían usar agua residual y dejar más agua limpia para la gente.
El día de la reunión, la plaza del pueblo estaba llena de gente. Había mineros, familias, y representantes de la empresa de agua. Alejandro subió al escenario con H2O flotando a su lado. Tomó un profundo respiro y comenzó a hablar.
«Buenos días a todos,» dijo Alejandro. «Estamos aquí hoy para hablar sobre algo muy importante: el agua. Todos sabemos que el agua es esencial para la vida, pero muchos de nosotros no tenemos acceso a agua limpia. Hoy queremos mostrarles cómo podemos cambiar eso.»
H2O comenzó a brillar y proyectó imágenes en el aire. Las imágenes mostraban a los niños mineros trabajando duro y luego bebiendo agua sucia, comparadas con imágenes de industrias usando grandes cantidades de agua limpia. «Esto no es justo,» dijo Alejandro. «Los niños merecen tener agua limpia para beber y no enfermarse. Podemos hacer un cambio si todos trabajamos juntos.»
La multitud murmuró y comenzó a prestar más atención. Algunos mineros asintieron con la cabeza, recordando a sus propios hijos trabajando en las minas. Alejandro continuó. «Proponemos que las industrias usen agua residual, que puede ser tratada y utilizada sin afectar la calidad de su trabajo. De esta manera, más agua limpia estará disponible para las personas.»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.