En un pequeño pueblo rodeado de montañas y vastos campos verdes, vivía un niño de seis años llamado Pablo. Pablo era conocido en su pueblo por su sonrisa siempre brillante y su curiosidad infinita. Hoy era un día especial para él: su primer día en la escuela primaria.
Pablo se había despertado temprano esa mañana, lleno de emoción y un poco de nervios. Se vistió con su camiseta azul favorita y unos jeans, tomó su mochila nueva y se despidió de sus padres con un fuerte abrazo antes de subir al autobús escolar.
Al llegar a la escuela, Pablo sintió una mezcla de emociones. La escuela era mucho más grande de lo que había imaginado, con un enorme patio de juegos y varias aulas coloridas. Su maestra, la señora García, lo recibió con una cálida sonrisa y lo guió al aula, donde ya otros niños charlaban y jugaban.
Pablo se sentó en su escritorio, observando todo a su alrededor. Había mapas en las paredes, libros en los estantes y dibujos de otros niños colgados con orgullo. Pronto, la señora García llamó a todos a sentarse y comenzó a hablar sobre lo que aprenderían ese año. Pablo escuchaba atentamente, su mente llena de preguntas y maravillas.
Al terminar la explicación, la señora García propuso un proyecto de grupo para ayudar a los niños a conocerse mejor. «Vamos a construir un mural del mundo juntos», anunció. «Cada uno de ustedes aportará algo especial que represente un país del mundo.»
Pablo se entusiasmó con la idea. Le tocó trabajar en la sección de Italia. Se puso a investigar con la ayuda de libros de la biblioteca y descubrió muchas cosas sobre el país, desde su comida hasta sus famosos monumentos. Decidió dibujar el Coliseo y preparar un pequeño informe sobre su historia.
Durante el proyecto, Pablo tuvo la oportunidad de hablar con otros niños. Aunque al principio se sentía tímido, pronto descubrió que compartía muchas cosas en común con ellos, como el amor por los dibujos animados y los juegos al aire libre. Trabajando juntos en el mural, Pablo y sus nuevos amigos aprendieron no solo sobre otros países, sino también sobre el valor de la colaboración y el respeto por las ideas de los demás.
El mural quedó maravilloso. Cada sección estaba llena de color y creatividad, y todos los padres fueron invitados a la escuela para verlo. Pablo estaba orgulloso de mostrar su parte del proyecto. Sus padres lo felicitaron, y él se sintió feliz y satisfecho.
Ese día, Pablo aprendió lecciones valiosas: la importancia de la amistad, la cooperación y el respeto por las culturas de todo el mundo. También descubrió que, aunque algo pueda parecer desafiante al principio, con esfuerzo y ayuda de los amigos, cualquier tarea se puede lograr.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Trono del Corazón
La Princesa y el Dragón
La Aventura de los Cerditos: Un Cuento de Trabajo en Equipo
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.