Cuentos de Valores

El Secreto de los Amigos

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de hermosos jardines, cuatro amigos muy especiales: Karol, Joss, Tomás y José. Karol era una niña con una sonrisa brillante, siempre tan alegre, mientras que Joss era un niño muy curioso, siempre mirando todo a su alrededor. Tomas, con su camiseta amarilla, era un niño que siempre se sentaba en el césped a jugar con su carrito de juguete, y José, el más pequeño, con su gorra roja, reía sin parar mientras corría de un lado a otro.

Un día, mientras jugaban en el parque, los cuatro amigos se dieron cuenta de algo curioso. Karol y Joss tenían una forma especial de vestir: Karol llevaba un vestido de flores y Joss una camiseta azul brillante. Pero Tomás y José, que también eran amigos cercanos, querían verse igual. Tomas miró a Karol y pensó: “¡Qué bonito se ve ese vestido con flores! Yo también quiero uno.” Y José, al ver a Joss con su camiseta azul, pensó: “¡Me gustaría tener una camiseta como esa!”

Así que, Tomás y José, sin decir nada a Karol ni a Joss, comenzaron a vestirse igual. Tomas se puso un vestido de flores como el de Karol, y José una camiseta azul como la de Joss. Cuando los cuatro amigos se encontraron nuevamente en el parque, Karol y Joss se sorprendieron al ver a Tomás y José vestidos de la misma manera.

“¡Tomas, te ves igual que Karol!” dijo Joss, riendo. “¡José, tienes la misma camiseta que yo!”

Al principio, a Tomás y José les gustó la idea. Se sintieron felices porque ahora estaban vestidos como sus amigos, pero algo no estaba bien. Tomas comenzó a sentirse incómodo con el vestido de flores, y José no sabía por qué, pero su camiseta azul no le parecía tan divertida como la de Joss.

“Karol, ¿te gusta mi vestido?” preguntó Tomás un poco triste.

Karol miró a Tomás con una sonrisa amable. “Tomas, el vestido es bonito, pero… ¿Te gusta a ti? ¿Te sientes cómodo con él?”

Tomas se quedó en silencio por un momento y luego, mirando al suelo, dijo: “No, no me siento cómodo. El vestido es bonito, pero no es lo que yo quiero.”

José también miró su camiseta azul y pensó: “No me siento tan feliz con esta camiseta como Joss. Quiero tener algo que me guste a mí.”

Joss, viendo a sus amigos preocupados, les dijo con voz suave: “Amigos, no necesitamos vestirnos igual para ser felices. Lo importante es que cada uno se sienta bien con lo que lleva puesto. Yo me siento feliz con mi camiseta azul, pero eso no significa que todos deban tener la misma camiseta.”

Karol asintió y agregó: “Sí, todos somos especiales por ser quienes somos. No necesitamos ser iguales para ser amigos. ¡Lo más bonito de la amistad es que cada uno es único!”

Tomas y José, al escuchar a sus amigos, comenzaron a sonreír. Se dieron cuenta de que era cierto. No necesitaban vestirse igual para ser felices ni para tener una buena amistad. Cada uno era especial a su manera, y eso era lo que hacía su amistad tan bonita.

Tomas, sonriendo, se quitó el vestido de flores y dijo: “Creo que prefiero mi pantalón corto y mi camiseta de rayas. Me siento mucho mejor con ella.”

José, quitándose la camiseta azul, se puso su camiseta verde favorita y exclamó: “¡Yo también me siento mejor así!”

Karol y Joss aplaudieron emocionados. “¡Eso está mucho mejor, amigos! ¡Ahora sí nos sentimos felices y cómodos con lo que llevamos!”

Y así, los cuatro amigos aprendieron algo muy importante: no necesitaban ser iguales para quererse. Cada uno tenía su propio estilo y eso era lo que los hacía especiales. La verdadera amistad no depende de las ropas que usamos, sino del cariño y el respeto que compartimos.

Desde ese día, Karol, Joss, Tomás y José siempre recordaron que ser uno mismo era lo más importante. Jugaron juntos todos los días, cada uno con su ropa favorita, y nunca olvidaron que la amistad se basa en ser auténticos, en aceptarse y quererse tal como somos.

Y así, los cuatro amigos vivieron muchas aventuras en el parque, felices y contentos de ser diferentes, pero siempre unidos por el mismo valor: la verdadera amistad.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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