Cuentos de Valores

El Valor de Decir la Verdad

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una tarde tranquila en el vecindario, y Maricarmen caminaba hacia la tienda a comprar algo de leche. Las calles de su barrio eran familiares para ella, siempre llenas de vida y de voces conocidas. Sin embargo, esa tarde, algo cambió, y su mundo dio un giro inesperado.

Maricarmen iba por la acera, disfrutando del fresco viento que soplaba entre los árboles, cuando vio a Jose Luis, uno de sus compañeros de la escuela. Jose Luis tenía una actitud desafiante, siempre se mostraba seguro de sí mismo, y con solo mirarlo a los ojos, Maricarmen podía sentir su intimidación. Él solía caminar por la calle con una sonrisa arrogante, como si todo lo que hiciera estuviera permitido.

Esa tarde, Maricarmen observó a lo lejos cómo Jose Luis se acercaba a una joven que estaba sentada en el banco, mirando su celular. La chica, distraída, no notó que Jose Luis se acercaba sigilosamente hasta ella. De repente, él tomó el teléfono de la joven con rapidez, como si no fuera a ser visto, y comenzó a caminar hacia la esquina de la calle, donde la oscuridad de la tarde comenzaba a envolver la ciudad.

Maricarmen, que había sido testigo de todo, sintió una oleada de sorpresa y confusión. El teléfono robado brillaba bajo la luz de la farola, mientras Jose Luis caminaba con paso firme, como si nada hubiera sucedido. La joven que había sido víctima del robo ni siquiera se dio cuenta de que su celular había desaparecido.

Maricarmen se quedó paralizada por un momento. No podía creer lo que había visto. Sabía que lo que Jose Luis hacía estaba mal, pero también sentía una extraña sensación de miedo. Aunque no había sido la primera vez que él hacía algo cuestionable, esa vez la situación era diferente. En su corazón, Maricarmen sabía que debía hacer algo, pero también tenía miedo de lo que podría pasar si se enfrentaba a él.

Lo observó mientras se alejaba, pensando si debía intervenir o quedarse callada. La mirada desafiante de Jose Luis la inquietaba, y no podía evitar preguntarse si, al decir algo, él podría volverse contra ella. Sin embargo, mientras caminaba hacia la tienda, su mente comenzó a llenarse de pensamientos y reflexiones.

«¿Por qué no lo denuncio?», se preguntó Maricarmen, mientras se apuraba a dar un paso tras otro. «Sé que lo que hizo está mal, pero… ¿qué pasará si me enfrento a él? ¿Y si me mete en problemas? ¿Y si me ridiculiza frente a todos?»

Las dudas se apoderaron de su mente. Sabía que hacer lo correcto no siempre era fácil, pero también comprendía que el miedo no podía detenerla. No podía seguir mirando hacia otro lado mientras alguien cometía una injusticia. La amistad y la confianza eran valores que Maricarmen apreciaba profundamente, y sabía que, si no denunciaba a Jose Luis, estaría ignorando lo que era verdaderamente importante.

Cuando llegó a la tienda, Maricarmen se detuvo frente a la caja, pero sus pensamientos seguían rondando sobre lo que había visto. Finalmente, la decisión estuvo clara. Decidió que, aunque temiera las consecuencias, no podía quedarse en silencio. Lo que Jose Luis había hecho era incorrecto, y ella no podía permitir que pasara desapercibido.

Sacó su celular y, con las manos algo temblorosas, marcó el número de la policía. Mientras esperaba a que alguien atendiera, su corazón latía con fuerza. A pesar del miedo, sentía una sensación de alivio por haber tomado la decisión de actuar. No sabía cómo respondería Jose Luis, pero algo le decía que, al hacer lo correcto, estaba eligiendo ser fiel a sí misma.

Después de unos segundos, una voz amable le contestó.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

Maricarmen, con voz firme, explicó lo que había visto: el robo del celular y cómo ella había sido testigo de la situación. La policía le agradeció la información y le aseguró que tomarían cartas en el asunto.

Colgó el teléfono y se quedó allí por unos momentos, sin saber qué hacer a continuación. Mientras caminaba de regreso a su casa, Maricarmen pensaba en lo que acababa de suceder. Aunque había tenido miedo, se dio cuenta de que lo que había hecho era lo correcto. No solo había hecho justicia por la joven, sino que también se había liberado del miedo que la había acompañado durante todo ese tiempo.

Esa noche, Maricarmen no podía dejar de pensar en la experiencia. Sabía que las decisiones difíciles siempre serían parte de la vida, pero también entendió que cada vez que tomamos una decisión moralmente correcta, nos hacemos más fuertes. Maricarmen sabía que el valor no se trata de no tener miedo, sino de seguir adelante a pesar de él.

Conclusión: Maricarmen aprendió que, cuando se enfrenta a situaciones difíciles, el miedo es solo una parte del proceso. Hacer lo correcto no siempre es fácil, pero siempre es lo que nos hace sentir verdaderamente bien. A veces, los pequeños actos de valentía, como denunciar una injusticia, tienen un impacto mucho mayor de lo que imaginamos. Y sobre todo, Maricarmen entendió que el valor verdadero no está en el coraje de enfrentarse a los demás, sino en el coraje de enfrentarse a uno mismo y hacer lo que es justo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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