Cuentos de Valores

La gran misión de Hanni, Josué, Hanna y Estebán

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo costero, vivían cuatro amigos inseparables: Hanni, Josué, Hanna y Estebán. Los cuatro compartían una pasión por la naturaleza y disfrutaban pasando su tiempo libre explorando los bosques, ríos y playas cercanas. Eran conocidos en todo el pueblo por su entusiasmo y energía contagiosa.

Una tarde soleada de verano, los amigos decidieron ir a la playa. Estaban emocionados por nadar en el mar, construir castillos de arena y jugar a la pelota. Sin embargo, al llegar, se encontraron con una escena desoladora: la playa estaba llena de basura. Había botellas de plástico, latas, envoltorios de comida y todo tipo de desechos esparcidos por la arena y flotando en el agua. La belleza del lugar estaba arruinada por la contaminación.

—¡Esto es terrible! —exclamó Hanni, recogiendo una botella de plástico del suelo—. No podemos dejar que la playa se quede así.

—Tienes razón —dijo Josué, ajustándose sus gafas—. Tenemos que hacer algo para limpiarla.

—Pero es un trabajo enorme para nosotros solos —comentó Hanna, mirando alrededor con preocupación.

—Podemos empezar poco a poco y luego pedir ayuda —sugirió Estebán, siempre el optimista del grupo—. Además, si le mostramos a la gente lo que estamos haciendo, seguro que se unirán a nosotros.

Con una determinación renovada, los amigos se pusieron manos a la obra. Hanni agarró una bolsa de basura y comenzó a recoger los plásticos. Josué encontró una caja y empezó a llenarla de latas. Hanna recogía los envoltorios y otros desechos pequeños, mientras que Estebán se encargaba de los objetos más grandes, como pedazos de madera y redes de pesca abandonadas.

Mientras trabajaban, hablaron sobre la importancia de mantener el medio ambiente limpio y saludable. Sabían que la basura no solo arruinaba la belleza natural del lugar, sino que también era peligrosa para los animales marinos y las aves.

—Los animales pueden confundir la basura con comida y enfermarse —dijo Josué—. Es nuestra responsabilidad cuidar de ellos.

—Y no solo eso —añadió Hanna—. Si no hacemos algo, este lugar se convertirá en un basurero y nadie querrá venir aquí.

Los amigos trabajaron durante horas bajo el sol, y poco a poco, la playa empezó a verse mejor. Sin embargo, aún quedaba mucho por hacer. Decidieron que era el momento de involucrar a más personas en su misión.

Fueron al pueblo y comenzaron a hablar con los vecinos sobre la importancia de mantener la playa limpia. Explicaron cómo la basura estaba afectando al medio ambiente y les pidieron que se unieran a ellos en la limpieza. Para su sorpresa, la respuesta fue muy positiva. Muchas personas se mostraron dispuestas a ayudar y se comprometieron a asistir a una jornada de limpieza comunitaria el próximo fin de semana.

El día de la limpieza, la playa se llenó de voluntarios. Había familias enteras, jóvenes y mayores, todos unidos por una causa común. Hanni, Josué, Hanna y Estebán lideraron el evento, distribuyendo bolsas de basura y guantes, y coordinando los esfuerzos. Trabajaron juntos, recogiendo cada pedazo de basura que encontraban y educando a otros sobre la importancia de reducir, reutilizar y reciclar.

Al final del día, la playa estaba casi irreconocible. La arena brillaba limpia bajo el sol y el mar estaba libre de desechos. Los voluntarios se sintieron orgullosos de lo que habían logrado juntos. Hanni, Josué, Hanna y Estebán estaban especialmente contentos, no solo por la limpieza de la playa, sino por haber inspirado a su comunidad a cuidar del medio ambiente.

—Hemos hecho algo increíble hoy —dijo Hanni, mirando el horizonte con una sonrisa.

—Sí, pero esto es solo el comienzo —respondió Josué—. Tenemos que seguir educando a la gente y asegurarnos de que la playa se mantenga limpia.

—Podríamos organizar más eventos como este —sugirió Hanna—. Tal vez incluso podríamos formar un club de protección ambiental.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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