Cuentos de Valores

La Verdad del Pastorcito Daniel

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de verdes praderas y colinas suaves, vivía un niño llamado Daniel. Daniel era un pastorcito de cabello castaño y ojos brillantes, que cuidaba a sus ovejas en los campos a las afueras del pueblo. A Daniel le encantaba su trabajo, pero a veces se sentía un poco solo en la vasta pradera.

Un día, mientras sus primos Carla, Thiago y Mateo lo visitaban, se les ocurrió una idea que parecía divertida en ese momento. Daniel, tratando de hacer el día más emocionante, les dijo:

— ¿Y si jugamos a que viene un lobo? Podemos correr al pueblo y decir que un lobo está aquí para comerse las ovejas. ¡Verán cómo todos vienen corriendo!

Carla, la más prudente de los primos, frunció el ceño.

— Pero Daniel, eso no es verdad. ¿Y si nos metemos en problemas? — preguntó con preocupación.

— Solo será un juego — insistió Daniel. — Nadie se enterará de que es una broma.

Convencidos por la emoción del momento y la insistencia de Daniel, todos accedieron. Corrieron al pueblo gritando que un lobo amenazaba el rebaño. Los aldeanos, preocupados por las ovejas y los niños, tomaron palos y piedras y corrieron hacia el campo para ahuyentar al lobo inexistente.

Al llegar y encontrar que no había ningún peligro, la gente se sintió aliviada, pero también confundida. Daniel y sus primos rieron y confesaron que había sido una broma. Ese día, los aldeanos simplemente sacudieron la cabeza y regresaron a sus casas, pensando que solo había sido una travesura infantil.

Pero Daniel repitió la broma, una y otra vez, hasta que los aldeanos comenzaron a sentirse frustrados. La madre de Daniel, Viviana, una mujer amable y sabia, pronto notó que algo estaba sucediendo. Un día, después de otra falsa alarma, Viviana esperó a Daniel en casa con una mirada seria.

— Daniel, he oído sobre tus bromas. ¿Por qué estás diciendo a todos que viene un lobo cuando no es cierto? — preguntó suavemente.

— Es divertido ver a todos venir corriendo — respondió Daniel, sin darse cuenta del impacto de sus palabras.

— Hijo, mentir puede parecer divertido al principio, pero piensa en las consecuencias. Si sigues diciendo que viene un lobo, cuando realmente venga uno, nadie te creerá — explicó Viviana, buscando enseñarle la importancia de la honestidad.

Daniel escuchó, pero no tomó completamente en serio las palabras de su madre. Pasaron algunos días, y en un atardecer solitario, mientras Daniel cuidaba su rebaño, vio una sombra moverse entre los árboles. Esta vez, un lobo de verdad acechaba.

Asustado, Daniel corrió al pueblo gritando por ayuda, igual que antes. Sin embargo, esta vez, nadie vino. Los aldeanos, cansados de sus mentiras anteriores, pensaron que era otra broma. Temblando y sintiéndose impotente, Daniel observó cómo el lobo se acercaba a sus ovejas.

Por suerte, en el último momento, Viviana, que había decidido seguir a Daniel esa tarde, vio el peligro. Rápidamente alertó a los aldeanos, quienes esta vez, convencidos por la sinceridad en su voz, vinieron rápidamente y ahuyentaron al lobo.

Esa noche, en casa, mientras Viviana curaba un pequeño rasguño que Daniel había conseguido mientras corría, ella le dijo:

— ¿Ves lo que sucede cuando mientes, Daniel? La verdad es muy valiosa y debemos cuidarla.

Daniel, ahora completamente consciente del peso de sus acciones, asintió con tristeza.

— Lo siento, mamá. Aprendí mi lección. Nunca más mentiré.

Desde ese día, Daniel fue el más honesto de todos los niños en el pueblo. Compartió su lección con Carla, Thiago y Mateo, quienes también aprendieron la importancia de decir siempre la verdad, no importa cuán pequeña parezca una mentira.

Y así, Daniel creció no solo como pastor, sino como una persona de confianza y respeto en su comunidad, siempre recordado por su valiente cambio hacia la honestidad.

Así termina la historia de cómo un pequeño pastor aprendió la gran lección de la verdad, enseñando a todos nosotros que las palabras tienen poder y deben usarse con cuidado y respeto.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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