Había una vez dos hermanitos llamados Lina y Leo. Lina tenía el cabello castaño recogido en dos coletas, y Leo tenía el cabello rubio y rizado. Vivían juntos en una casita en el borde de un hermoso bosque. Aunque se querían mucho, a menudo se llevaban muy mal y discutían por cualquier cosa.
Un día, sus padres decidieron ir al mercado a comprar algunas cosas, dejando a Lina y Leo jugando en el jardín. Los niños comenzaron a discutir sobre quién era el más rápido. «¡Yo corro más rápido que tú, Leo!» dijo Lina con orgullo. «¡No es cierto! ¡Yo soy el más rápido!» respondió Leo, frunciendo el ceño.
Para resolver la disputa, decidieron hacer una carrera. «El primero en llegar al gran árbol gana,» propuso Leo. Lina aceptó y ambos comenzaron a correr tan rápido como podían. Corrieron y corrieron, sin darse cuenta de que se estaban adentrando en el bosque.
De repente, se dieron cuenta de que estaban en un lugar desconocido. Los árboles brillaban con luces mágicas y había criaturas juguetonas por todas partes. «¿Dónde estamos, Leo?» preguntó Lina, mirando a su alrededor con asombro. «Creo que nos hemos perdido, Lina,» respondió Leo, un poco asustado.
Mientras intentaban encontrar el camino de regreso, se dieron cuenta de que necesitarían trabajar juntos para salir del Bosque Mágico. Primero, se encontraron con un río que tenían que cruzar. «¡Podemos hacer un puente con estos troncos!» sugirió Lina. Juntos, recogieron troncos y construyeron un puente. Fue un trabajo duro, pero al final lograron cruzar el río.
Después de caminar un poco más, se encontraron con un grupo de hadas atrapadas en una red de ramas. «¡Ayudémoslas, Leo!» dijo Lina. Con mucho cuidado, los dos hermanitos comenzaron a desenredar las ramas, liberando a las hadas. Las hadas, agradecidas, les dieron un frasco de polvo mágico. «Este polvo os ayudará en vuestro camino,» dijeron antes de desaparecer en el aire.
Continuaron su camino hasta que se encontraron con un gran dragón que custodiaba una cueva. «¡Oh no, un dragón!» exclamó Leo, temblando. Pero Lina, con valentía, se acercó y le habló al dragón. «Estamos perdidos y necesitamos encontrar el camino a casa. ¿Podrías ayudarnos?»
El dragón, sorprendido por el valor de Lina, decidió ayudarlos. «Os mostraré el camino, pero primero debéis resolver un acertijo,» dijo el dragón. El acertijo era complicado, pero con la inteligencia de Leo y la creatividad de Lina, lograron resolverlo.
El dragón, impresionado, les indicó el camino hacia una colina desde donde podían ver su casita. «¡Gracias, señor dragón!» dijeron al unísono antes de continuar su viaje.
Finalmente, llegaron a un campo lleno de flores brillantes. Al centro del campo, vieron un árbol gigantesco con una puerta dorada. «Creo que esta puerta nos llevará a casa,» dijo Leo emocionado. Pero la puerta estaba cerrada con un candado mágico. Lina recordó el frasco de polvo mágico que les dieron las hadas. «Tal vez esto pueda ayudarnos,» dijo, vertiendo un poco de polvo sobre el candado. La puerta se abrió lentamente, revelando un sendero que los llevó de vuelta a su jardín.
Cuando sus padres regresaron del mercado, encontraron a Lina y Leo abrazados y sonriendo. «¡Mamá, papá! Tuvimos una gran aventura y aprendimos a trabajar juntos,» contó Lina. «Sí, ahora sabemos que podemos lograr cualquier cosa si lo hacemos juntos,» añadió Leo.
Desde ese día, Lina y Leo se llevaron mucho mejor. Aprendieron que trabajando en equipo podían superar cualquier obstáculo. Y aunque a veces aún discutían, siempre recordaban su aventura en el Bosque Mágico y cómo habían trabajado juntos para encontrar el camino a casa.
Y así, Lina y Leo vivieron felices, jugando y explorando, siempre dispuestos a ayudarse mutuamente en cada aventura que encontraban.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.