Cuentos de Valores

3 Amigos en la Aventura de la Amistad

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, tres amigos inseparables: Andrés, Lupe y Felipe. Andrés era un niño amable, con cabello castaño y ojos brillantes. Siempre llevaba una camisa azul y jeans. Lupe era una niña alegre, con el cabello rizado y largo, vestida con un hermoso vestido rosa. Felipe, con su cabello negro y puntiagudo, vestía una camiseta verde y pantalones cortos, siempre listo para una nueva aventura.

Los tres amigos pasaban sus días jugando en el parque del pueblo, donde los árboles altos y las flores coloridas les brindaban el escenario perfecto para sus juegos. Corrían, saltaban y reían sin parar, disfrutando de la compañía y la naturaleza que los rodeaba.

Un día, mientras exploraban un rincón del parque que nunca antes habían visitado, encontraron una caja extraña escondida bajo un arbusto. La caja estaba llena de dulces coloridos y brillantes, pero algo en ellos no parecía estar bien. Felipe, siendo el más curioso, tomó uno de los dulces y se lo mostró a sus amigos.

«¿Qué será esto?» preguntó Felipe, observando el dulce con detenimiento.

«No lo sé,» respondió Andrés, «pero no me gusta cómo se ve. No parece un dulce normal.»

Lupe, siempre cautelosa, sugirió que no comieran nada sin saber qué era. «Podría ser peligroso,» dijo con preocupación.

Decidieron llevar la caja a casa de Andrés, donde su abuela, Doña Carmen, les esperaba con una merienda. Doña Carmen era una mujer sabia y cariñosa, siempre dispuesta a escuchar y dar buenos consejos. Al ver la caja, su expresión cambió a una de preocupación.

«Estos no son dulces, niños,» dijo Doña Carmen con firmeza. «Son drogas, y pueden ser muy peligrosas.»

Los tres amigos se miraron con sorpresa y miedo. No sabían mucho sobre las drogas, pero sabían que no eran algo bueno.

«¿Qué son las drogas, abuela?» preguntó Andrés.

Doña Carmen se sentó con ellos y les explicó que las drogas eran sustancias que podían hacer mucho daño al cuerpo y a la mente. Les contó cómo algunas personas las usaban para sentirse diferentes, pero que esto siempre terminaba causando problemas muy graves.

«Las drogas pueden destruir amistades y familias,» dijo Doña Carmen con seriedad. «Y pueden hacer que las personas se sientan muy enfermas.»

Andrés, Lupe y Felipe entendieron la gravedad de lo que habían encontrado. Decidieron que debían hacer algo al respecto para proteger a otros niños del peligro.

«¿Qué podemos hacer, abuela?» preguntó Lupe, decidida a ayudar.

«Podemos hablar con la policía del pueblo,» sugirió Doña Carmen. «Ellos sabrán qué hacer y podrán asegurar que estas drogas no hagan daño a nadie más.»

Los tres amigos, junto con Doña Carmen, llevaron la caja a la comisaría de policía. El oficial Martínez, un hombre amable con un gran sentido del deber, los recibió y escuchó atentamente su historia.

«Hicieron lo correcto al traer esto aquí,» les dijo el oficial Martínez. «Las drogas son muy peligrosas, y su valentía ayudará a mantener a nuestro pueblo seguro.»

El oficial Martínez aseguró que las drogas serían destruidas y felicitó a los niños por su coraje y responsabilidad. Les explicó también la importancia de la amistad y cómo cuidar unos de otros.

De vuelta en el parque, Andrés, Lupe y Felipe se sintieron orgullosos de haber hecho algo importante para su comunidad. Se prometieron siempre cuidarse y protegerse mutuamente, y nunca acercarse a cosas que no conocieran bien.

Aprendieron que la verdadera fortaleza estaba en su amistad y en las decisiones que tomaban juntos. También comprendieron que podían confiar en los adultos de su vida para guiarlos y protegerlos.

Con el paso del tiempo, su historia se convirtió en un ejemplo para otros niños del pueblo. Andrés, Lupe y Felipe se convirtieron en defensores de un estilo de vida saludable y en líderes de su comunidad. Siempre recordaban la lección que habían aprendido aquel día: la importancia de decir no a las drogas y cuidar de sus amigos.

Y así, cada día en el parque, mientras corrían y jugaban bajo el sol, sabían que su amistad era más fuerte y valiosa que cualquier cosa en el mundo. Compartieron risas, aventuras y la satisfacción de saber que estaban haciendo lo correcto, siempre juntos y siempre cuidándose unos a otros.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado, dejando una enseñanza importante en los corazones de Andrés, Lupe y Felipe, y en todos los niños que escucharon su historia.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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