Había una vez, en un pequeño y acogedor pueblo, un niño llamado Lucas. Lucas era un niño muy especial con un corazón lleno de sueños y una manera única de ver el mundo, pues era un niño TEA (Trastorno del Espectro Autista). A Lucas le encantaban las cosas ordenadas, los colores brillantes y las historias de aventuras. Pero había algo que le preocupaba mucho: los cambios.
Lucas vivía con su mamá y su gato Misi en una casa amarilla con un jardín lleno de flores. En la escuela, Lucas tenía dos amigos, Pedro y Sara, que siempre estaban a su lado. Pedro era un niño alegre y juguetón, siempre dispuesto a compartir sus juguetes. Sara, por otro lado, era tranquila y reflexiva, siempre con un libro en las manos.
La vida de Lucas en la escuela no siempre había sido fácil. A veces, los ruidos fuertes o las sorpresas le hacían sentir incómodo y ansioso. Pero Lucas estaba trabajando duro para entender mejor sus emociones y cómo reaccionar ante ellas. Su profesora, la Señora Gómez, lo había ayudado mucho. Ella entendía a Lucas y sabía cómo apoyarlo.
Un día, mientras Lucas jugaba en el jardín, su mamá se acercó con una noticia que cambiaría todo: «Lucas, el próximo año tendrás un nuevo profesor y nuevos compañeros en la escuela». Al escuchar esto, Lucas sintió un nudo en el estómago. Le preocupaba mucho la idea de tener que adaptarse a un nuevo entorno.
Esa noche, Lucas tuvo dificultades para dormir. Se sentía nervioso y asustado. A la mañana siguiente, le contó a Pedro y Sara sobre sus miedos. «¿Y si no me gusta el nuevo profesor? ¿Y si no logro hacer amigos?», preguntó con voz temblorosa.
Pedro, con una sonrisa en el rostro, le dijo: «Lucas, no te preocupes. Estaremos contigo en cada paso. Además, podrías encontrar cosas nuevas que te gusten». Sara asintió y añadió: «Y recuerda, siempre puedes contarnos cómo te sientes. Estamos aquí para ayudarte».
Mientras se acercaba el final del año escolar, Lucas empezó a prepararse para el cambio. Hablaba con su mamá sobre sus miedos y practicaba en casa situaciones que podrían suceder en la escuela. La mamá de Lucas le enseñó que a veces los cambios pueden traer cosas maravillosas.
Finalmente, llegó el primer día en su nueva clase. Lucas se sentía nervioso, pero recordó las palabras de su mamá y sus amigos. Entró al aula con su mochila llena de lápices de colores y un cuaderno nuevo. El nuevo profesor, el Señor Martínez, lo recibió con una sonrisa amable. Lucas se sentó y observó a sus nuevos compañeros, preguntándose si lograría hacer nuevos amigos.
Durante los primeros días, Lucas se mantuvo tranquilo y observador. Escuchaba atentamente las instrucciones del Señor Martínez y participaba en las actividades. Pero aún sentía un poco de miedo al hablar con los demás niños.
Un día, en el recreo, Lucas vio a un grupo de niños jugando a un juego que no entendía. Se acercó tímidamente y preguntó si podía jugar. Los niños, sorprendidos por su interés, lo invitaron a unirse. Lucas se sintió feliz y poco a poco fue entendiendo el juego y disfrutando con los demás.
Mientras pasaban los días, Lucas empezó a sentirse más cómodo en su nueva clase. Aprendió que aunque los cambios pueden ser difíciles, también pueden traer nuevas oportunidades y experiencias. Hizo nuevos amigos, pero siempre mantuvo el contacto con Pedro y Sara, quienes seguían siendo sus amigos incondicionales.
El Señor Martínez resultó ser un profesor comprensivo y paciente. Lucas se sentía apoyado y entendido, algo que le ayudó a adaptarse mejor. Además, descubrió que le gustaba mucho la ciencia, una materia que el Señor Martínez enseñaba con pasión.
Los padres de Lucas también notaron los cambios en él. Veían cómo se volvía más abierto y dispuesto a probar cosas nuevas. Su mamá se sentía orgullosa de ver a Lucas superar sus miedos y adaptarse al cambio.
Al final del año escolar, Lucas había aprendido una valiosa lección: los cambios pueden ser buenos y traer nuevas aventuras y amigos. Había crecido no solo en estatura, sino también en confianza y madurez.
Lucas, Pedro, Sara y los nuevos amigos de Lucas celebraron el fin de año juntos. Lucas se sentía agradecido por todo lo que había aprendido y por las personas que tenía a su alrededor. Sabía que aunque el futuro traería más cambios, ahora tenía la confianza y las herramientas para enfrentarlos.
Conclusión:
La historia de Lucas nos enseña que los cambios, aunque a veces dan miedo, son una parte natural de la vida. Con apoyo, comprensión y valor, podemos enfrentarlos y descubrir cosas maravillosas. Lucas nos mostró que con la actitud correcta, podemos convertir los desafíos en oportunidades para crecer y aprender.
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Puente de la Amistad
Isabela, Tomás y Luna en el Jardín de la Amistad
Entendamos Juntos
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.