Cuentos de Valores

Palabras que Unen: Un Viaje de Descubrimiento y Amistad en la Escuela de Idiomas

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un brillante día de otoño en la Escuela de Idiomas de la ciudad, donde los estudiantes aprendían diversos idiomas con la esperanza de conectar con otros en todo el mundo. Entre ellos estaban Roberto, un niño soñador que siempre llevaba una sonrisa en su rostro; Melissa, una chica entusiasta que jamás se rendía; Sarahi, una joven creativa con una imaginación desbordante; Alejandro, un chico introspectivo que observaba todo con atención; y Mishelle, la más extrovertida del grupo, siempre dispuesta a hacer reír a los demás.

Una mañana, la profesora Rosa, conocida por su gran pasión por los idiomas, les anunció a sus alumnos que tendrían que trabajar en un proyecto especial. “Esta vez será diferente”, explicó. “Quiero que creen un cuento en el que el valor de la amistad y la comunicación sean el tema central. El proyecto deberá incluir ingredientes que representen cómo las palabras pueden unir y no dividir.”

Los cinco amigos se miraron intrigados. “¡Es una gran oportunidad para mostrar lo que hemos aprendido!” dijo Melissa, llenando el aula con su energía contagiosa. “Podemos hacer algo increíble juntos.”

Roberto, emocionado, notó que algo estaba faltando en su idea. “Deberíamos incluir un cuarto personaje en nuestra historia. Alguien que simbolice la conexión y la unión entre todos nosotros. Tal vez un animal que pueda hablar y reflejar lo que sentimos.”

“¿Qué te parece si es un loro?” sugirió Sarahi, con sus ojos chispeantes de creatividad. “Los loros pueden repetir palabras y, en nuestra historia, podrían representar cómo las palabras pueden transformar nuestros sentimientos y pensamientos.”

“¡Me encanta esa idea!” exclamó Mishelle, moviendo las manos con entusiasmo. “Nuestro cuento podría ser sobre un loro que vive en un árbol y le cuenta a los niños sobre la importancia de elegir las palabras adecuadas.”

“Podemos empezar la historia de esta manera”, dijo Alejandro, con su voz calmada. “Imaginemos un bosque donde vive un loro llamado Curioso. Este loro tiene una habilidad especial para hablar en muchos idiomas.”

Así, los cinco amigos se adentraron en la creación del cuento. Roberto comenzó a narrar la historia: “Había una vez un loro llamado Curioso que vivía en un frondoso y colorido árbol en medio de un bosque mágico. Curioso no solo sabía hablar en su idioma, sino que también había viajado a lo largo de muchos países, aprendiendo palabras y frases que unían a las personas.”

Melissa continuó: “Un día, mientras Curioso estaba practicando algunas de sus palabras, escuchó a un grupo de niños que se estaban discutiendo. ‘No te quiero hablar más’, dijo uno, mientras otro contestaba: ‘Estás mal, nunca entiendes lo que digo’. Curioso, al ver esto, decidió intervenir.”

Y así, el loro voló hacia los niños y, con su voz melodiosa, les dijo: “¡Hola, amigos! Estoy aquí para ayudarles. A veces las palabras pueden herir, pero también pueden sanar y unir.” Los niños, sorprendidos de ver a un loro hablando, comenzaron a prestarle atención.

“Entonces, decidió enseñarles algunas palabras especiales que podían ayudar a concluir sus conflictos”, continuó Sarahi. “Les enseñó que decir ‘lo siento’ o ‘gracias’ eran poderosas maneras de unirlos”.

Alejandro, que escuchaba con atención, aportó: “Pero no solo eso. Curioso también les habló sobre las palabras amables y cómo pueden hacer amigos. Les mostró que una simple sonrisa acompañada de un ‘hola’ puede abrir muchas puertas.”

Mishelle, emocionada por el desarrollo, añadió: “Y los niños empezaron a practicar. Cada vez que se decían palabras amables, el loro festejaba volando en círculos sobre ellos, aplaudiendo con sus alas. ‘Ustedes están creando magia’, decía, mientras intentaba recordar nuevas palabras de sus viajes.”

La historia comenzó a tomar forma, y pronto los cinco amigos estaban completamente inmersos en su creación. Pasaron días escribiendo y reescribiendo, probando diferentes maneras de desarrollar los personajes. Decidieron que, al final, los niños del bosque no solo aprenderían lecciones sobre cómo comunicarse mejor, sino también cómo ser amigos unos de otros.

Finalmente, el día del proyecto llegó. El aula estaba llena de emoción y risas mientras los compañeros de clase presentaban sus historias. Cuando llegó el turno de Roberto, Melissa, Sarahi, Alejandro y Mishelle, se levantaron juntos y comenzaron a narrar su cuento.

“Érase una vez un loro llamado Curioso…” iniciaron, y mientras compartían su relato, la clase se sumergió en la historia. Cada uno de ellos se turnó para contar, haciendo énfasis en las palabras que unían a las personas y cómo cada niño fue transformado por la magia de la comunicación.

Cuando terminaron, el aula estalló en aplausos. La profesora Rosa se levantó y sonrió con orgullo. “Este cuento ha sido una muestra maravillosa de cómo las palabras son capaces de unir a las personas, incluso en los momentos más difíciles. Gracias a todos por sus esfuerzos.”

Los cinco amigos se sintieron felices y satisfechos. Aquel día no solo habían aprendido el valor de la amistad y la comunicación, sino que también descubrieron que trabajar juntos puede traer resultados asombrosos.

Mientras volvían a casa, Roberto se volvió hacia sus amigos. “Esto ha sido increíble. Aunque el loro es un personaje de ficción, he aprendido que cada uno de nosotros puede ser como él en la vida real. Podemos elegir las palabras que decimos.”

“Y podemos crear vínculos,” añadió Melissa, “no solo con las palabras, sino también con nuestras acciones. Al final, todo se trata de entendernos y apoyarnos unos a otros.”

“Mientras haya corazones abiertos y palabras cariñosas, nunca estará lejos una verdadera amistad,” dijo Sarahi, viendo cómo el sol se ponía en el horizonte.

Así fue como, en la Escuela de Idiomas, los cinco amigos entendieron que las palabras tienen poder y que la verdadera magia reside en cómo las usamos para construir puentes entre nosotros. Y desde entonces, todos se esforzaron por usar palabras que unieran, creando lazos de amistad que durarán para siempre.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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