Cuentos de Valores

Sombra de la impunidad: crímenes en la sombra del poder

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

Sara, Alejandro y Jennifer eran tres amigos que vivían en un pequeño pueblo del Perú, un lugar lleno de colores y tradiciones, pero que últimamente estaba atravesando momentos muy difíciles. En su escuela habían escuchado a los mayores hablar sobre algo que les preocupaba: extorsionadores, asesinatos y la sensación de que las autoridades no hacían mucho para detenerlos. Estos temas les sonaban muy graves y les hacía sentir miedo, pero también despertaron su curiosidad para entender qué estaba pasando y qué podían hacer ellos, como niños, para ayudar a cambiar las cosas.

Un día, después de la escuela, los tres amigos se reunieron en el parque central. Sara, la más valiente del grupo, dijo con firmeza: “No podemos quedarnos callados. Si nadie habla, los malos seguirán haciendo daño. Tenemos que hacer algo, aunque sea un poquito.” Alejandro, que siempre era muy reflexivo, añadió: “Pero qué podemos hacer nosotros, si esos problemas los tienen los adultos y los policías. Además, he oído que los extorsionadores son muy peligrosos.” Jennifer, que era creativa y le gustaba escribir, propuso: “Podemos contar nuestra historia. Podríamos escribir un cuento o hacer un dibujo para explicar lo que está pasando en nuestro pueblo. Así, más personas van a entender lo seria que es la situación.”

Sara, Alejandro y Jennifer no tardaron en organizarse. Empezaron a recoger información con cuidado y con la ayuda de sus familias. Los vecinos les contaron que la extorsión era como un juego sucio en el que los malos pedían dinero a cambio de no hacer daño, pero quienes no pagaban a veces sufrían consecuencias peores. A veces, los extorsionadores amenazaban a los dueños de negocios pequeños, y algunas familias vivían con miedo día y noche. Por desgracia, las autoridades no parecían hacer mucho para protegerlos, y esa impunidad parecía ser una sombra que se expandía sobre el pueblo.

Al principio, los amigos sintieron tristeza y rabia. ¿Por qué nadie ayudaba? ¿Por qué los malos seguían haciendo daño? Alejandro compartió: “Mi papá dice que a veces quienes deberían cuidar a las personas están ocupados o tienen miedo, o quizás no saben cómo resolverlo.” Sara agregó: “Eso está mal, pero no podemos rendirnos. El cambio empieza con nosotros.” Jennifer, muy emocionada, dijo: “Lo que podemos hacer es enseñar a otros niños y adultos a no tener miedo, a denunciar con valentía y a apoyarse todos juntos.”

Con esa idea, crearon un pequeño grupo llamado “Luz en la sombra”. Su misión era conversar con más niños y sus familias para que supieran qué era la extorsión, cómo protegerse y por qué era importante decirle a alguien de confianza si alguien se sentía amenazado. También explicaron que no estaban solos, que la solidaridad era una luz que podía ahuyentar a las sombras. Para que su mensaje llegara más lejos, hicieron dibujos y escribieron cuentos que compartieron en la escuela y en las plazas.

Un día, mientras escuchaban atentamente a una vecina llamada Doña Carmen, ella les contó algo que los dejó en silencio por unos momentos. “Hace poco, mi amigo don Mateo fue amenazado y no pudo pagar. Unos días después, encontraron que lo habían lastimado muy grave, y nadie ha sabido quién hizo eso. Todo sigue igual porque no hay justicia.” Sara apretó los puños y se volvió hacia sus amigos. “Esto es muy serio. No podemos dejar que cosas así sigan pasando sin que nadie haga nada.” Alejandro dijo: “Tenemos que ser valientes, no solo para contar, sino para acompañar a quienes necesitan ayuda.” Jennifer agregó: “Y también para exigir que los que tienen poder cumplan con su trabajo, porque la impunidad solo fortalece a los malos.”

Así, los tres amigos decidieron escribir una carta a sus autoridades: al alcalde, la policía y los medios locales. En la carta explicaron con palabras claras y respetuosas lo que estaban viviendo en el pueblo, lo mucho que sufrían las familias, y lo importante que era actuar con justicia para proteger a todos, especialmente a los niños. También pidieron que escucharan la voz de la comunidad y trabajaran unidos para fortalecer la seguridad y la confianza.

Para su sorpresa, la carta fue leída en una reunión pública donde participaron varios vecinos y representantes del gobierno local. Ese día, Sara, Alejandro y Jennifer estuvieron presentes y vieron que muchas personas empezaron a compartir sus preocupaciones. Algunos funcionarios reconocieron que habían sido lentos para actuar, pero prometieron mejorar el apoyo a las familias y promover programas que ayudaran a prevenir la violencia y la extorsión. No fue una solución inmediata, pero ese gesto fue un paso importante.

Sin embargo, los amigos entendieron que el cambio no solo dependía del gobierno o de la policía, sino también de cada persona. Aprendieron a reconocer el valor de la honestidad, la valentía y la solidaridad. También comprendieron que aunque el miedo a veces quería apagarlos, la esperanza y el trabajo comunitario podían hacer que la luz ganara terreno a las sombras.

Sara, Alejandro y Jennifer continuaron con su grupo “Luz en la sombra” y ahora invitaban a más niños a participar. Organizaron charlas, juegos sobre valores, y momentos para escuchar los miedos y sueños de todos. Así lograron que la comunidad volviera a sentirse unida y con fuerzas para enfrentar los problemas.

Un día, mientras caminaban juntos por el parque, Sara miró a sus amigos y dijo: “No podemos cambiar el mundo de un día para otro, pero sí podemos hacer que nuestro pueblo sea un lugar mejor, donde nadie tenga que vivir con miedo.” Alejandro sonrió y añadió: “Cada acción, por pequeña que parezca, suma para hacer justicia.” Jennifer, con su cuaderno en la mano, concluyó: “Y recordar siempre que cuando estamos juntos y actuamos con valores, somos más fuertes que cualquier sombra.”

Finalmente, los tres amigos comprendieron que los problemas como la extorsión y la violencia no son solo cosa de los adultos ni solo responsabilidad del gobierno. Son retos que nos afectan a todos y que deben enfrentarse con coraje, unidad y esperanza. La impunidad, esa sombra oscura que parecía eterna, puede ser vencida cuando la luz de la verdad, la justicia y la solidaridad brilla en cada corazón.

Por eso, aprendieron que la valentía no es no tener miedo, sino actuar a pesar de él. Que el respeto y la honestidad construyen comunidades fuertes. Y que cada uno puede ser parte del cambio para que el Perú, y en especial su pueblo, sea un lugar donde los niños puedan crecer seguros, felices y libres. Así, con su pequeño grupo y su gran corazón, Sara, Alejandro y Jennifer demostraron que incluso los niños tienen el poder de transformar la realidad con valores que iluminan el camino hacia un futuro mejor.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario