En un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y árboles altos, vivían tres amigos muy especiales: Lucas, Pepa y Pepe. Aunque todos eran muy diferentes, compartían una gran amistad. Lucas era un niño tranquilo, con ojos grandes y brillantes, siempre observando todo a su alrededor con curiosidad. Pepa, por su parte, era una niña muy alegre, con una risa contagiante, y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Pepe, el más juguetón de los tres, tenía una sonrisa traviesa y siempre encontraba maneras de hacer reír a sus amigos.
Un día, después de clases, los tres se encontraron en el parque cerca de sus casas. El sol estaba empezando a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos, y los niños se sentaron bajo un gran árbol para descansar.
—Hoy ha sido un día muy divertido —dijo Pepa, mientras jugaba con las hojas caídas del árbol—. Pero, ¿qué podemos hacer ahora?
Pepe saltó con entusiasmo.
—¡Hagamos algo divertido! Podemos correr por todo el parque o jugar a algún juego ruidoso como el escondite.
Pero Lucas se quedó pensativo. No le gustaba mucho correr ni los juegos ruidosos. Aunque no lo decía, a veces los sonidos fuertes y las multitudes lo hacían sentir incómodo.
—No sé, chicos. Los ruidos me hacen sentir un poco mal —dijo Lucas con suavidad, mirando a sus amigos.
Pepa y Pepe se miraron entre sí. No querían que su amigo se sintiera incómodo, pero no sabían qué hacer. Entonces, Pepa tuvo una idea.
—¿Qué tal si jugamos a algo tranquilo? Podemos sentarnos aquí y hacer algo que no tenga ruido —sugirió Pepa, mirando a Lucas con una sonrisa.
Pepe se quedó pensativo por un momento, y luego, con una gran sonrisa, dijo:
—¡Eso suena genial! Podemos inventar una historia juntos, como si fuéramos personajes de un cuento. Podemos hablar en voz baja, sin ruidos fuertes, solo disfrutando de la compañía.
Lucas sonrió tímidamente, aliviado de que sus amigos entendieran cómo se sentía.
—Eso suena perfecto. Me gusta la idea de contar historias —dijo Lucas.
Así que, los tres amigos comenzaron a imaginar una historia sobre un castillo mágico, lleno de criaturas fantásticas y aventuras. Lucas se convirtió en el valiente caballero de la historia, Pepa fue la princesa sabia que conocía todos los secretos del castillo, y Pepe era el dragón amistoso que los ayudaba en su misión para salvar el reino.
A medida que contaban su historia, los tres se sumergieron en el mundo que habían creado. Había dragones que volaban por el cielo, castillos que brillaban con luz propia y jardines llenos de flores mágicas. Lo más bonito de todo era que no había necesidad de ruidos ni prisas; solo ellos tres y su mundo de imaginación.
El tiempo pasó volando, y pronto el sol se puso por completo, dejando un cielo estrellado sobre ellos. Aunque la tarde había terminado, los tres amigos se sentían muy felices. Habían encontrado una forma de jugar sin necesidad de hacer ruido, solo con su imaginación.
—Este ha sido el mejor juego —dijo Lucas, con una sonrisa amplia—. Gracias, chicos, por entenderme.
Pepe asintió con una gran sonrisa.
—¡Claro, Lucas! Siempre podemos encontrar una forma de divertirnos, sin importar lo diferente que sea para cada uno de nosotros.
Pepa, mirando a sus dos amigos, agregó:
—Lo importante es estar juntos y disfrutar de nuestra compañía. Eso es lo que hace que cualquier juego sea divertido.
Los tres amigos se quedaron allí un rato más, mirando las estrellas y conversando en voz baja sobre otras aventuras que podrían imaginar. Sabían que siempre encontrarían la manera de jugar, sin importar las diferencias que pudieran tener.
Después de ese día, Lucas, Pepa y Pepe se hicieron aún más cercanos. Se dieron cuenta de que la verdadera diversión no estaba en lo ruidoso o en lo rápido, sino en lo que compartían con los demás. A veces, solo se sentaban en el parque bajo su árbol favorito, mirando las nubes o creando más historias con su imaginación. A medida que pasaba el tiempo, más niños del vecindario se unieron a ellos, algunos al principio con dudas, pero luego encantados con la idea de compartir momentos tranquilos y llenos de creatividad.
Una tarde, mientras estaban sentados como siempre, Pepa tuvo una idea que hizo sonrojar a Lucas un poco.
—¿Qué les parece si hacemos una historia en la que seamos todos nosotros? —preguntó Pepa, entusiasmada.
Pepe saltó de la emoción.
—¡Eso sería genial! ¡Podemos ser héroes, princesas, animales y todo lo que queramos!
Lucas, con una sonrisa tímida, asintió. Aunque le daba un poco de vergüenza ser el centro de atención, sabía que sus amigos siempre lo apoyaban.
—Me gustaría ser un mago que ayuda a salvar el día —dijo Lucas, sintiéndose un poco más cómodo.
—¡Y yo seré el dragón que lo acompaña! —gritó Pepe, levantando la mano.
—Y yo seré la princesa que trae la paz al reino —agregó Pepa, feliz de imaginar el escenario.
Y así, se sumergieron en otro mundo lleno de magia, aventuras y fantasía. Los tres amigos crearon castillos, monstruos, bosques encantados y todo lo que su imaginación podía ofrecerles. Lo más importante, sin embargo, era que, en ese espacio, no había miedo ni preocupaciones. Solo estaban ellos, su amistad y la magia que podían crear juntos.
Al final del día, cuando ya se acercaba la hora de irse a casa, los tres amigos sabían que siempre, sin importar lo que sucediera, tendrían la capacidad de encontrar su propia forma de jugar y divertirse, respetando las diferencias y, sobre todo, estando unidos.
Conclusión
A través de su historia, Lucas, Pepa y Pepe aprendieron que la amistad es un regalo precioso que se construye en la aceptación y en la comprensión de las necesidades de cada uno. En su caso, sabían que la magia no estaba en hacer ruido, sino en disfrutar de los momentos juntos, en crear aventuras y en respetarse mutuamente.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.