Cuentos de Amistad

Un Día Inolvidable en el Jardín

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era un día soleado y Jhoan se despertó con una sonrisa en el rostro. «Hoy es un día maravilloso», pensó mientras se estiraba y saltaba de la cama. Decidido a aprovechar al máximo el día, Jhoan se vistió rápidamente y salió al jardín. Al salir, comenzó a cantar una alegre canción que había inventado en ese mismo momento.

«Mira el sol brillando, el día está empezando, vamos todos a jugar, un gran día vamos a disfrutar». Cantaba Jhoan con entusiasmo.

Sus amigos Iker, Mateo, Hellen y Celeste lo escucharon y pronto se unieron a él en el jardín. Iker, el más travieso del grupo, llegó corriendo con una gran sonrisa. «¡Qué bien cantas, Jhoan! Hoy va a ser un día genial», dijo mientras daba una vuelta rápida a su alrededor. Mateo, con sus gafas y siempre curioso, llevaba un libro bajo el brazo y sonreía tímidamente. Hellen, con su cabello rizado y lleno de energía, estaba emocionada por unirse a la diversión. Celeste, con su largo cabello rubio, llegó con una flor en la mano, disfrutando del hermoso día.

Justo en ese momento, un cartero apareció en la entrada del jardín y entregó un paquete a Jhoan. Extrañado, Jhoan tomó el paquete y lo abrió con curiosidad. Dentro, encontró un libro. Era un libro viejo, con una cubierta de cuero y letras doradas que decían «El Tesoro de la Amistad». Los cinco amigos se miraron con asombro. ¿Qué podría significar esto?

Decidieron sentarse en el césped y abrir el libro juntos. En la primera página, encontraron un mapa del jardín, pero no era el jardín común que conocían. Este mapa mostraba caminos secretos, cuevas escondidas y árboles mágicos. Al pie del mapa, había una nota que decía: «Sigue el mapa y descubre el verdadero tesoro de la amistad».

Emocionados, los amigos se pusieron en marcha. Primero, siguieron un sendero que los llevó hasta un árbol viejo y retorcido. En el árbol, encontraron una llave colgando de una rama. Mateo, siempre curioso, la tomó y la guardó en su bolsillo. Continuaron siguiendo el mapa hasta llegar a una cueva oculta tras una cascada.

Con un poco de esfuerzo y muchos chapuzones en el agua, lograron entrar en la cueva. Dentro, la cueva brillaba con luces de colores. En el centro, había un cofre cerrado. Jhoan sacó el libro y comparó el cofre con una imagen en sus páginas. «¡Es el cofre del tesoro de la amistad!», exclamó. Mateo sacó la llave de su bolsillo y la usó para abrir el cofre. Dentro, encontraron cinco medallones de oro, cada uno con el nombre de uno de ellos grabado en el metal.

Al tomar los medallones, sintieron una cálida energía que los envolvía. De repente, el jardín a su alrededor cambió. Ahora estaba lleno de flores exóticas, animales amistosos y un lago cristalino donde los colores del arco iris se reflejaban en el agua. Los amigos entendieron que el verdadero tesoro no era el oro, sino la aventura que habían compartido y cómo había fortalecido su amistad.

Pasaron el resto del día explorando este mágico jardín. Iker encontró una familia de ardillas con las que jugó a las escondidas. Hellen descubrió un árbol cuyos frutos cambiaban de sabor con cada mordisco. Celeste recogió flores que cantaban suaves melodías cuando las movías. Mateo, fascinado, leía en voz alta las historias del libro que habían encontrado, mientras Jhoan seguía cantando su alegre canción.

Al caer la tarde, se reunieron junto al lago para descansar. Jhoan, mirando a sus amigos, sintió una gran felicidad. «Hoy ha sido un día realmente maravilloso», dijo. «Hemos descubierto que la amistad es el tesoro más valioso de todos».

Los amigos asintieron y se abrazaron, sabiendo que este día sería recordado para siempre en sus corazones. Mientras el sol se ponía y el jardín volvía a su forma original, se dieron cuenta de que no importaba dónde estuvieran, mientras estuvieran juntos, siempre encontrarían la magia en su amistad.

Y así, con una sonrisa y la promesa de nuevas aventuras, los cinco amigos regresaron a casa, listos para lo que el futuro les deparara.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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