En un lugar mágico, muy, muy arriba en el cielo, vivían dos pequeños ángeles llamados Luca y Anghela. Ellos eran amigos inseparables y siempre estaban juntos jugando entre las nubes esponjosas y brillantes. Sus risas llenaban el aire celestial, y todos los seres del cielo los querían mucho.
Luca tenía el cabello corto y castaño, y siempre llevaba una túnica blanca con pequeñas alas en su espalda. Anghela tenía el cabello largo y dorado, y sus alas eran delicadas y brillaban con un resplandor especial. Los dos ángeles eran muy felices, pero sabían que pronto tendrían que dejar el cielo para nacer en la Tierra.
Una tarde, mientras descansaban sobre una nube suave, Luca y Anghela empezaron a hablar sobre lo que les esperaba en su nueva vida. Aunque estaban emocionados, también tenían muchos miedos y dudas.
«Luca,» dijo Anghela, mirando las estrellas que empezaban a aparecer en el cielo, «¿crees que nuestros papás en la Tierra nos querrán tanto como aquí en el cielo?»
Luca, con una expresión pensativa, respondió: «No lo sé, Anghela. He oído que en la Tierra a veces las cosas son difíciles y los humanos se preocupan mucho. ¿Y si no nos quieren?»
Ambos ángeles se quedaron en silencio, pensando en todas las historias que habían escuchado sobre la vida en la Tierra. Sus corazones se llenaron de inquietud y decidieron buscar a Dios para pedirle consejo y consuelo.
Dios, siempre amoroso y comprensivo, los recibió con una sonrisa cálida y les dijo: «Mis queridos Luca y Anghela, sé que están preocupados por lo que les espera en la Tierra. Pero quiero que sepan que sus padres ya los aman mucho, incluso antes de que nazcan. Ustedes son un regalo precioso para ellos.»
Anghela, con los ojos llenos de curiosidad, preguntó: «¿Y cómo sabremos que nos aman? ¿Podremos seguir hablando contigo, Dios?»
Dios, con su voz suave y llena de amor, les explicó: «Aunque no podrán verme como ahora, siempre podrán hablar conmigo a través de la oración. Cuando cierren sus ojos y me llamen desde su corazón, yo estaré allí para escucharlos y cuidarlos. El amor que llevan dentro es una parte de mí, y siempre los guiará.»
Luca y Anghela se sintieron aliviados con las palabras de Dios, pero aún tenían muchas preguntas. Querían saber más sobre el mundo que los esperaba y cómo podrían encontrar el amor y la felicidad en la Tierra.
Dios les sonrió y continuó: «La Tierra es un lugar maravilloso, lleno de belleza y bondad. Habrá momentos difíciles, pero también habrá momentos de gran alegría. Aprenderán a amar y a ser amados, y descubrirán que el amor es la fuerza más poderosa de todas.»
Luca, con su espíritu valiente, dijo: «Entonces, si siempre podemos hablar contigo y nuestros papás nos aman, creo que podemos hacerlo, Anghela.»
Anghela asintió con una sonrisa y dijo: «Sí, Luca. Vamos a ser valientes y a llevar todo el amor que tenemos en nuestro corazón a la Tierra.»
Y así, con el corazón lleno de esperanza y el amor de Dios, Luca y Anghela se prepararon para su viaje. Sabían que siempre podrían contar con Dios y con el amor de sus padres para guiarlos y protegerlos.
Cuando llegó el momento, los dos ángeles tomaron la mano de Dios y, en un destello de luz dorada, comenzaron su descenso hacia la Tierra. Mientras bajaban, podían ver las montañas, los ríos y los océanos, todo brillando bajo la luz del sol. Era un mundo hermoso y lleno de vida.
Finalmente, Luca y Anghela llegaron a sus nuevos hogares. Nacieron en dos familias amorosas que los recibieron con los brazos abiertos y corazones llenos de alegría. Desde el primer momento, sintieron el amor y la calidez de sus padres, tal como Dios les había prometido.
Luca y Anghela crecieron felices, cada uno en su propio hogar, pero siempre sintieron una conexión especial, como si sus corazones estuvieran entrelazados por un lazo invisible de amor y amistad.
A medida que pasaban los años, ambos niños recordaban las palabras de Dios y hablaban con Él en sus corazones cada noche. Siempre que tenían miedo o se sentían solos, cerraban los ojos y enviaban una oración al cielo. Dios siempre les respondía con un susurro suave que los llenaba de paz y consuelo.
Un día, Luca y Anghela se encontraron por casualidad en un parque lleno de flores y árboles frondosos. Aunque no se conocían en la Tierra, algo en su corazón les dijo que eran amigos especiales. Jugaron juntos toda la tarde, riendo y corriendo, como solían hacer en el cielo.
Cuando el sol comenzó a ponerse, Luca y Anghela se sentaron bajo un árbol grande y hablaron sobre sus vidas. Pronto se dieron cuenta de que ambos compartían una conexión con Dios y que tenían los mismos recuerdos del cielo.
«¿Eres tú, Anghela?» preguntó Luca con asombro.
«¡Sí, soy yo, Luca!» respondió Anghela, abrazándolo con alegría.
Desde ese día, Luca y Anghela se convirtieron en los mejores amigos. Compartían sus sueños y miedos, y siempre se apoyaban mutuamente. Sabían que su amistad era un regalo especial y que el amor que llevaban dentro los guiaría siempre.
Juntos, enfrentaron muchos desafíos y vivieron muchas aventuras, pero siempre recordaron las palabras de Dios y su promesa de que el amor es la fuerza más poderosa. Ayudaron a sus amigos y familiares a recordar esta verdad y a encontrar consuelo en la oración.
Con el tiempo, Luca y Anghela crecieron y se convirtieron en adultos, pero su amistad y amor nunca se desvanecieron. Formaron sus propias familias y enseñaron a sus hijos sobre el poder del amor y la importancia de hablar con Dios.
Aunque ya no podían ver a Dios como cuando eran ángeles, siempre sentían Su presencia en sus vidas y sabían que Él estaba allí, escuchando y guiándolos.
Y así, en un mundo lleno de belleza y amor, Luca y Anghela vivieron felices, recordando siempre que, sin importar dónde estuvieran, el amor de Dios los uniría y protegería.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.