En un pequeño y colorido jardín infantil llamado «El Arcoíris de Sonrisas», vivían cuatro amigos inseparables: Jhoan, Lila, Tomás y Mia. Cada día, desde que abría el sol hasta que se despedía la luna, los cuatro compartían aventuras llenas de risas, juegos y aprendizajes.
Jhoan era un niño curioso y siempre estaba dispuesto a descubrir cosas nuevas. Tenía ojos brillantes que reflejaban su entusiasmo y una sonrisa que contagiaba alegría a todos a su alrededor. Lila, con su cabello rizado y su corazón amable, era la amiga que siempre ofrecía una palabra de aliento y un abrazo cuando alguien lo necesitaba. Tomás, el más creativo del grupo, solía imaginar mundos fantásticos y construir castillos de arena que parecían sacados de un cuento de hadas. Mia, la más nueva del jardín, traía consigo una dulzura especial y una risa que iluminaba cualquier día gris.
Un día de primavera, la maestra Elena anunció que el jardín infantil cerraría sus puertas al final del año. Los niños se quedaron sorprendidos y tristes; no podían imaginarse sus días sin las tardes de juegos y las mañanas llenas de canciones. Jhoan, siempre valiente, decidió que ellos cuatro debían hacer algo especial para recordar su tiempo juntos.
Decidieron crear un «Álbum de Recuerdos del Arcoíris». Cada uno tenía una idea: Jhoan quería dibujar todas las aventuras que habían vivido, Lila quería escribir cartas para guardarlas en el álbum, Tomás se encargaba de decorar las páginas con pegatinas y colores, y Mia, con su creatividad, ideaba pequeñas historias para acompañar cada dibujo y carta.
Pasaron los días trabajando en su proyecto. Cada tarde, después de las clases, se reunían en el rincón más soleado del jardín para avanzar en su creación. Reían al recordar los momentos divertidos, se emocionaban al revivir las travesuras y, a veces, se secaban una lágrima al pensar en lo que significaba despedirse.
Un día, mientras recogían flores para decorar su álbum, escucharon el canto de los pájaros que parecían saber que algo importante estaba sucediendo. Decidieron hacer una última gran aventura para celebrar su amistad y despedirse de una manera memorable.
Planeaban una fiesta en el jardín, decorando cada rincón con colores brillantes, preparando juegos y creando un mural gigante donde cada uno podía expresarse libremente. Jhoan construyó una casita de cartón, Lila hizo guirnaldas de papel, Tomás pintó grandes flores en el suelo, y Mia organizó una representación teatral donde todos podían participar.
El día de la fiesta, niños, padres y maestros se reunieron en el jardín. Había risas, música y una atmósfera llena de amor y gratitud. Los cuatro amigos presentaron su «Álbum de Recuerdos del Arcoíris», compartiendo cada dibujo, cada carta y cada historia que representaba su tiempo juntos. Todos los presentes se emocionaron al ver cómo su amistad había creado algo tan hermoso y significativo.
Al caer la noche, se encendieron luces de colores y se lanzó un pequeño cohete de papel al cielo, simbolizando la esperanza y los nuevos comienzos. Los amigos se abrazaron, sabiendo que, aunque el jardín infantil cerraba, su amistad perduraría en sus corazones y recuerdos.
En los días siguientes, cada uno emprendió su propio camino, llevando consigo las enseñanzas y el cariño que habían compartido. Jhoan siguió siendo el explorador valiente, Lila continuó siendo la amiga siempre solidaria, Tomás nunca dejó de imaginar mundos increíbles, y Mia, con su dulzura, siguió iluminando cada lugar al que iba.
Y así, el «Arcoíris de Sonrisas» dejó de ser un jardín infantil, pero las historias de amor, amistad y aventuras de Jhoan, Lila, Tomás y Mia perduraron, recordándoles a todos que, sin importar dónde estén, siempre llevarán consigo un pedacito del colorido jardín en sus corazones.
Fin
Cuentos cortos que te pueden gustar
El Verdadero Tesoro del Reino
El Bosque de los Susurros Eternos
El Pícnic de la Amistad
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.