Cuentos de Animales

Benja y Corazoncito, la Jirafa Aventurera

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era un hermoso día soleado. En una pequeña aula de clase, 17 amiguitos y una amiguita especial se preparaban para disfrutar de una tarde increíble. Todos estos pequeños eran muy diferentes entre sí: algunos eran altos, otros pequeños, unos muy risueños, otros un poquito tímidos. Pero había algo que los unía a todos, algo que hacía su amistad más fuerte que cualquier cosa: el cariño que se tenían.

Entre todos esos amiguitos estaba Benja, un niño muy especial. Benja tenía el cabello rubio como los rayos del sol y unos ojos tan brillantes que parecía que siempre estaba pensando en la siguiente aventura. Su amor por los animales de la selva era conocido por todos en la clase, y siempre estaba buscando aprender más sobre ellos. Sus papás y su hermanito menor siempre estaban muy orgullosos de Benja, porque cada día llegaba a casa con algo nuevo que había aprendido.

Un día, la maestra les dio una gran noticia: «Hoy será un día especial. Cada uno de ustedes pasará la tarde con uno de nuestros amiguitos de la selva.» Benja se emocionó muchísimo, porque su compañera de aventura sería Corazoncito, una pequeña jirafa que era la más tranquila y dulce de todas. Su nombre era perfecto para ella, porque siempre tenía una expresión serena y amable, como si todo lo viera con cariño.

Benja, con una sonrisa enorme, levantó la mano y dijo: «¡Tengo muchas ideas para nuestro día juntos!»

La Casa de Benja

La primera parada de su aventura sería la casa de Benja. Quería que Corazoncito conociera a su familia, porque para él, su familia era lo más importante en el mundo. Al llegar, su mamá los recibió con una gran sonrisa.

—¡Hola, Corazoncito! —dijo su mamá—. Es un placer conocerte. Bienvenida a nuestra casa.

Corazoncito, aunque era un poco tímida, sonrió y asintió con su largo cuello. Su mamá les preparó una deliciosa merienda con galletas de avena y jugo de manzana. Toda la familia se sentó alrededor de la mesa y compartieron risas y charlas mientras comían. El hermanito de Benja, un bebé risueño, intentaba alcanzar las manchas en el cuello de Corazoncito, pensando que eran pegatinas divertidas.

Benja se sintió tan orgulloso de su familia. Les explicó a sus papás todo lo que había aprendido sobre las jirafas: cómo podían comer de los árboles más altos y cómo sus lenguas eran tan largas que podían alcanzar hojas a gran distancia.

Después de la merienda, Benja decidió que era hora de llevar a Corazoncito a su lugar favorito de la casa: la casita de juegos en el patio.

La Casita de Juegos

La casita de juegos de Benja era un rincón mágico. Estaba llena de juguetes coloridos, libros de aventuras y pelotas de todos los tamaños. Benja y Corazoncito entraron, y él le mostró todos sus juguetes.

—¡Mira, Corazoncito! Este es mi juguete de león. Es el rey de la selva, pero no es tan grande como tú —dijo Benja riendo.

Corazoncito, con su cuello alto, se inclinó para observar de cerca el león de peluche y lo empujó suavemente con su hocico, lo que hizo que Benja riera aún más.

Jugaron durante un largo rato. Benja le enseñó a Corazoncito cómo construir una torre con bloques de colores, y ella, con cuidado, trataba de no tumbarla con su largo cuello. A veces, las torres caían, pero ambos se reían y volvían a intentarlo.

Después de jugar, Benja tuvo otra gran idea.

La Clase de Natación

—Corazoncito, ¿quieres ver algo muy especial? —preguntó Benja con los ojos brillando de emoción—. ¡Voy a llevarte a mi clase de natación!

Benja estaba muy orgulloso de lo hábil que era nadando. Sus papás siempre le decían que era un pez en el agua. Así que pensó que sería genial mostrarle a Corazoncito lo rápido que podía nadar.

Llegaron a la piscina, y Benja se cambió rápidamente, poniéndose su traje de baño azul. Corazoncito, por supuesto, no podía nadar, pero se quedó en el borde de la piscina, observando con atención mientras Benja saltaba al agua.

—¡Mira esto! —gritó Benja mientras hacía un gran chapuzón.

Corazoncito lo miraba con sus grandes ojos tranquilos, siguiendo cada movimiento de Benja en el agua. Él nadaba de un lado al otro, haciendo burbujas y saltos. Después de un rato, se detuvo para tomar aire y se acercó al borde donde estaba Corazoncito.

—¿Te gusta? —preguntó Benja, empapado pero muy contento.

Corazoncito asintió, moviendo sus orejas, lo que significaba que estaba muy impresionada.

Benja siguió nadando un rato más, disfrutando del agua fresca mientras Corazoncito lo observaba con paciencia. Finalmente, cuando comenzó a oscurecer, Benja salió de la piscina, secándose con una toalla grande.

Una Noche Tranquila

Después de un día lleno de aventuras, Benja y Corazoncito estaban muy cansados. Regresaron a la casa de Benja, donde la mamá ya los estaba esperando con una cena deliciosa. Comieron juntos, compartiendo historias del día. Benja no dejaba de hablar de lo divertido que había sido pasar el día con su nueva amiga jirafa.

Cuando la noche cayó por completo, la mamá de Benja los llevó a su habitación. Benja se puso su pijama de animalitos y preparó una cama cómoda para Corazoncito junto a la ventana, donde podía ver las estrellas.

—Buenas noches, Corazoncito —dijo Benja con una sonrisa, acurrucándose en su cama.

Corazoncito, aunque era muy alta, se acomodó en el suelo, doblando sus largas patas y cerrando los ojos lentamente.

Ambos amigos se quedaron dormidos rápidamente, soñando con nuevas aventuras que podrían tener juntos. Habían aprendido que, aunque eran muy diferentes, su amistad era lo más especial de todo. Porque, al final del día, lo que más importa es el amor y el cariño que se tienen los verdaderos amigos.

Conclusión:

Y así terminó el día perfecto de Benja y Corazoncito. Jugaron, rieron, nadaron, y sobre todo, disfrutaron de la mejor compañía. Al día siguiente, sabían que nuevas aventuras los esperarían. Y lo más bonito de todo es que, sin importar lo diferentes que fueran, siempre serían los mejores amigos. Porque, en el fondo, el corazón de una jirafa y el de un niño son igual de grandes.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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