Había una vez, en un hermoso y frondoso bosque, una familia de osos que vivía feliz y tranquila. El padre oso se llamaba Chofis, la madre osa se llamaba Pay y su hija, una pequeña y curiosa osa, se llamaba Rockys. La familia de osos era muy unida y siempre disfrutaban de sus días explorando el bosque, buscando frutos y jugando juntos.
Una mañana, cuando el sol comenzaba a asomar entre los árboles, Chofis y Pay se despertaron como de costumbre. Sin embargo, al mirar alrededor de su cueva, se dieron cuenta de que Rockys no estaba. “¿Dónde está Rockys?” preguntó Pay, con preocupación en su voz.
Chofis frunció el ceño y comenzó a buscar en cada rincón de la cueva. “No lo sé, pero debemos encontrarla. No puede estar muy lejos,” respondió, tratando de mantener la calma.
Salieron de la cueva y comenzaron a buscar a Rockys por el bosque. Llamaron su nombre una y otra vez, pero no obtuvieron respuesta. Los otros animales del bosque, al ver la preocupación de Chofis y Pay, se acercaron para ofrecer su ayuda.
Primero, encontraron a un astuto zorro llamado Zepi, quien les preguntó qué sucedía. “Nuestra hija Rockys ha desaparecido,” explicó Chofis. “¿La has visto?”
Zepi pensó por un momento y luego dijo: “No, no la he visto, pero vi unas huellas pequeñas cerca del río. Tal vez sea una pista.”
Chofis y Pay siguieron las huellas que Zepi mencionó. Llegaron al río y vieron a una familia de castores construyendo una represa. “Hola, amigos castores,” dijo Pay. “¿Han visto a nuestra hija Rockys? Es una pequeña osa muy curiosa.”
Uno de los castores asintió. “Sí, la vimos cruzar el río temprano en la mañana. Parecía muy decidida. Tal vez siguió el camino hacia el claro del bosque.”
Agradecidos por la información, Chofis y Pay se dirigieron al claro del bosque. En el camino, encontraron a un sabio búho llamado Oli, que estaba posado en una rama alta. “Hola, Búho Oli,” saludó Chofis. “Estamos buscando a nuestra hija Rockys. ¿La has visto por aquí?”
Oli abrió sus grandes ojos y respondió: “Sí, la vi hace un rato. Estaba hablando con las ardillas en el claro del bosque. Parecía estar buscando algo.”
Chofis y Pay se apresuraron al claro del bosque, siguiendo las indicaciones del búho Oli. Allí, encontraron a un grupo de ardillas saltando de rama en rama. “Hola, ardillas,” llamó Pay. “¿Han visto a nuestra hija Rockys?”
Una de las ardillas, que se llamaba Tilly, respondió: “Sí, la vimos. Nos preguntó si habíamos visto un nido de pájaros especiales. Le dijimos que podrían estar en el gran roble al final del claro.”
Con renovada esperanza, Chofis y Pay se dirigieron al gran roble. Mientras tanto, Rockys, que efectivamente había seguido las pistas hasta el roble, estaba en la base del árbol, observando un nido con fascinación. En el nido había unos pájaros de plumaje colorido que nunca había visto antes.
De repente, escuchó las voces familiares de sus padres llamándola. “¡Mamá, Papá!” gritó Rockys, corriendo hacia ellos. Chofis y Pay la abrazaron con fuerza, aliviados de haberla encontrado.
“Rockys, nos preocupaste mucho,” dijo Pay, con lágrimas de alivio en los ojos. “¿Por qué te fuiste sin decirnos?”
“Lo siento, mamá. Vi estos pájaros desde lejos y quise verlos de cerca. No me di cuenta de cuánto me había alejado,” explicó Rockys, sintiéndose culpable por haberlos preocupado.
Chofis acarició la cabeza de Rockys y dijo: “Está bien, Rockys. Lo importante es que estás bien. Pero la próxima vez, avísanos antes de irte tan lejos.”
Rockys asintió, prometiendo ser más cuidadosa en el futuro. Los tres osos regresaron a su cueva, agradecidos por la ayuda de sus amigos del bosque y felices de estar reunidos de nuevo.
La noticia de la desaparición y reencuentro de Rockys se extendió rápidamente por el bosque. Los animales se alegraron de que todo hubiera terminado bien y la familia de osos recibió muchas visitas de amigos que venían a expresar su alivio.
Esa noche, mientras descansaban juntos en su cueva, Chofis contó una historia sobre la importancia de la familia y la amistad, y cómo los amigos del bosque habían sido fundamentales para encontrar a Rockys. Rockys escuchaba atentamente, sintiéndose amada y protegida.
A partir de entonces, Rockys fue más cuidadosa y siempre avisaba a sus padres antes de explorar. Continuaron teniendo muchas aventuras juntos, explorando el bosque, jugando con sus amigos y disfrutando de cada día.
El vínculo entre Chofis, Pay y Rockys se hizo más fuerte con cada experiencia compartida. Aprendieron que, aunque a veces enfrentaban desafíos, siempre podían contar el uno con el otro y con sus amigos del bosque.
Y así, la familia de osos vivió felizmente en el bosque, siempre rodeada de amor, amistad y aventuras. Cada día traía nuevas oportunidades para aprender y crecer juntos, y siempre recordaban que, pase lo que pase, estarían juntos para enfrentar cualquier desafío.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.