Había una vez en una escuela muy alegre, cinco amigos inseparables llamados Emiliano, Ángel, Santino, Dante e Ian. Los cinco niños iban a segundo grado y siempre estaban juntos en todas las aventuras que podían imaginar. Emiliano tenía el cabello corto y castaño y usaba gafas. Ángel tenía el cabello rizado y negro, y siempre llevaba una camiseta roja. Santino era rubio y vestía una sudadera verde. Dante tenía el cabello negro y liso, y prefería su camiseta azul favorita. Ian tenía el cabello ondulado y castaño, y siempre usaba su chaqueta amarilla.
Un día, la maestra de segundo grado, la señora Luna, les dijo a los niños que aprenderían sobre la importancia de comer frutas y verduras. «Es muy importante tener una alimentación saludable,» dijo la señora Luna. «Las frutas y verduras nos dan las vitaminas y minerales que nuestro cuerpo necesita para estar fuerte y sano.»
Los cinco amigos se miraron con caras de preocupación. A ninguno de ellos les gustaban mucho las frutas y las verduras. Emiliano prefería comer galletas, Ángel amaba las papas fritas, Santino siempre pedía pizza, Dante disfrutaba de los helados y Ian no podía resistirse a los dulces. La idea de comer frutas y verduras no les entusiasmaba en absoluto.
Ese día, la señora Luna les pidió que trajeran diferentes frutas y verduras al día siguiente para una actividad especial. Los niños se fueron a casa, pensando en cómo podrían enfrentar este nuevo desafío.
Al día siguiente, Emiliano trajo una manzana roja, Ángel trajo zanahorias, Santino trajo una naranja, Dante trajo brócoli e Ian trajo fresas. Pusieron las frutas y verduras sobre una mesa en el aula y se quedaron mirándolas, sin saber qué hacer.
La señora Luna les sonrió y dijo: «Hoy haremos una degustación divertida. Probaremos cada una de estas frutas y verduras y hablaremos sobre sus beneficios.» Los cinco amigos se miraron con un poco de miedo, pero también con curiosidad.
Primero, probaron la manzana roja de Emiliano. «¡Está crujiente y dulce!» dijo Dante, sorprendido. «No está tan mal,» agregó Santino, masticando un trozo.
Luego, probaron las zanahorias de Ángel. «Son muy naranjas,» dijo Ian, observando la zanahoria. «Y son buenas para los ojos,» añadió la señora Luna. Todos probaron un pedazo y Emiliano dijo: «Son crujientes y un poco dulces también.»
Santino les ofreció su naranja. «Huele muy bien,» dijo Dante, pelando la fruta. «Y es jugosa,» añadió Ángel, bebiendo un poco del jugo.
El brócoli de Dante fue el siguiente. «Parece un pequeño árbol,» dijo Ian, riendo. «Es bueno para los huesos,» explicó la señora Luna. Todos probaron un trozo y Santino dijo: «No es mi favorito, pero no está tan mal.»
Finalmente, probaron las fresas de Ian. «¡Son muy rojas y dulces!» exclamó Emiliano, disfrutando del sabor. «¡Me gustan mucho!» añadió Ángel.
Después de probar todas las frutas y verduras, la señora Luna les pidió que hablaran sobre cómo se sentían. «¿Les gustó alguna de estas frutas y verduras?» preguntó. Los niños asintieron con la cabeza. «Sí, me gustaron las manzanas y las fresas,» dijo Emiliano. «Y las zanahorias no están tan mal,» añadió Ángel.
La señora Luna les explicó que comer una variedad de frutas y verduras era importante para mantener un cuerpo sano y fuerte. «Cada fruta y verdura tiene algo especial que ofrece a nuestro cuerpo,» dijo. «Y podemos encontrar maneras divertidas de incluirlas en nuestras comidas.»
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.