Cuentos de Aventura

El Pastorcito y el Lobo Astuto

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y cielos despejados vivía un joven pastor llamado Pastorcito. Él era un niño alegre y trabajador, encargado de cuidar a su rebaño de ovejas. Cada día llevaba a las ovejas y al pequeño cordero a pastar en los prados cercanos al bosque. Las ovejas confiaban en él, y el cordero siempre lo seguía de cerca, corriendo y brincando por los campos.

El trabajo de Pastorcito no siempre era fácil. Aunque los días eran tranquilos y soleados, el joven sabía que había un gran peligro en los alrededores: un lobo astuto que rondaba el bosque. El lobo, conocido por sus habilidades para engañar y atrapar a sus presas, había intentado varias veces acercarse al rebaño de Pastorcito. Sin embargo, el pequeño pastor siempre lograba mantenerlo alejado gracias a su agudeza y rapidez.

Una mañana, mientras el rebaño pastaba pacíficamente en el prado, Pastorcito sintió que algo no estaba bien. Los pájaros que solían cantar alegremente en los árboles habían dejado de hacerlo, y el viento traía un ligero murmullo que parecía venir del bosque. Oveja, la oveja más grande y sabia del rebaño, se acercó al joven pastor y lo miró con preocupación.

«¿Qué ocurre, Oveja?», preguntó Pastorcito, acariciando su lana suave. Pero antes de que la oveja pudiera responder (en su lenguaje silencioso que solo Pastorcito entendía), un movimiento entre los árboles llamó su atención.

Entre las sombras del bosque, los ojos brillantes del lobo acechaban al grupo. El Lobo había regresado y esta vez parecía decidido a cumplir su objetivo. «Hoy es el día en que atraparé a una de esas sabrosas ovejas», pensaba el lobo mientras se relamía los labios.

Pastorcito, alerta como siempre, no dejó que el miedo lo paralizara. Sabía que tenía que pensar rápido para proteger a su rebaño. «No podemos enfrentarnos al lobo directamente», pensó, «pero quizás podamos engañarlo.»

El joven pastor ideó un plan astuto. Sabía que el lobo era listo, pero también sabía que era demasiado confiado en su habilidad para atrapar a sus presas. Con la ayuda de Oveja, Pastorcito comenzó a reunir a todas las ovejas, guiándolas hacia un pequeño barranco cubierto de arbustos. Desde ahí, podrían esconderse mientras él se encargaba de distraer al lobo.

«¡Tú quédate aquí!», le dijo al pequeño Cordero, que temblaba de miedo. «Voy a distraer al lobo, pero necesito que tú seas valiente y cuides del resto mientras no estoy.»

El cordero, aunque asustado, asintió con su cabecita y se acurrucó cerca de Oveja. Sabía que su papel era importante, aunque no se sintiera tan fuerte como los demás.

Pastorcito salió del escondite y comenzó a caminar hacia el borde del bosque, donde el lobo lo observaba desde la distancia. «¡Eh, lobo!», gritó Pastorcito, agitando su bastón en el aire. «¿Vienes a por mis ovejas? Tendrás que pasar por mí primero.»

El lobo, sorprendido por la valentía del pequeño, dio un paso adelante y mostró sus afilados colmillos. «¡Ja! ¿Un simple niño como tú piensa que puede detenerme? He estado esperando este momento durante mucho tiempo», dijo el lobo, acercándose lentamente.

Pero lo que el lobo no sabía era que Pastorcito ya tenía todo planeado. A medida que el lobo se acercaba, Pastorcito empezó a correr en círculos alrededor de él, moviéndose tan rápido que el lobo no sabía hacia dónde ir. «¡Vamos, lobo! ¿No eras tan rápido y feroz?», se burlaba Pastorcito mientras corría. El lobo, furioso, trataba de seguirlo, pero cada vez que intentaba saltar sobre él, Pastorcito se escabullía con agilidad.

El plan del pastorcito era simple: cansar al lobo hasta que ya no tuviera fuerzas para perseguir a las ovejas. Después de varios minutos de correr y saltar, el lobo comenzó a jadear. «¡Maldito niño! ¡No puedo seguirte el ritmo!», gruñó, deteniéndose para recuperar el aliento.

Aprovechando ese momento, Pastorcito corrió hacia el borde del bosque, donde había preparado una trampa. Había visto días antes un viejo tronco caído que formaba una especie de trampa natural. Si lograba guiar al lobo hacia allí, podría hacer que el villano cayera en su propia avaricia.

«¡Ven a atraparme si puedes!», gritó Pastorcito mientras corría hacia el tronco. El lobo, demasiado enfadado para pensar con claridad, lo siguió sin dudar. Justo cuando el lobo estaba a punto de saltar sobre él, Pastorcito dio un salto ágil y rodó fuera del camino.

El lobo, al no poder frenar a tiempo, cayó en el tronco y quedó atrapado entre las ramas. «¡Maldito sea! ¡Déjame salir!», gritaba el lobo, retorciéndose en el lugar.

Pastorcito, con una sonrisa triunfante, se acercó al lobo. «Te dije que no sería fácil atrapar a mis ovejas», dijo con calma. «Ahora te quedarás aquí hasta que aprendas a no molestar más.»

El lobo, avergonzado y agotado, se quedó en silencio. Sabía que no tenía escapatoria esta vez.

Con el lobo atrapado, Pastorcito regresó al barranco donde sus ovejas y el cordero lo esperaban. «¡Todo está bien!», les dijo. «El lobo ya no nos molestará más.»

Oveja, que siempre había confiado en la valentía del joven pastor, se acercó a él y lo rozó con su cabeza en señal de gratitud. El cordero, por su parte, brincaba de alegría, feliz de que todo hubiera terminado bien.

Conclusión:

Desde ese día, el lobo nunca más intentó acercarse al rebaño de Pastorcito. Aprendió que, aunque pequeño, el pastorcito era valiente e ingenioso, y que las ovejas siempre estarían protegidas por su joven y astuto guardián.

El bosque volvió a ser un lugar tranquilo, y Pastorcito continuó cuidando de sus ovejas y disfrutando de las hermosas tardes en los prados. Todos en el pueblo lo admiraban por su valentía y habilidad, y sabían que, gracias a él, las ovejas estaban seguras.

Y así, Pastorcito y su rebaño vivieron en paz, disfrutando del sol y las verdes colinas, sabiendo que juntos podían superar cualquier desafío.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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