En un lugar lejano y mágico llamado el Planeta Marfrut, vivían frutas y alimentos vivos que reinaban en paz y armonía. Cada habitante tenía un poder especial que utilizaba para ayudar a los demás y mantener la felicidad en su mundo. En el corazón de este colorido planeta, vivía una manzana llamada Rojita.
Rojita era conocida por su brillante color rojo y su gran sonrisa. Pero lo que la hacía realmente especial era su increíble poder de la creatividad. Con solo imaginar algo, Rojita podía hacerlo realidad. Este don la convertía en una heroína para sus amigos, siempre lista para ayudar en cualquier situación.
Una mañana, Rojita se despertó con una gran emoción. Iba a reunirse con sus mejores amigos para una misión muy importante: ayudar a su amiga Meli, la melón, a descubrir su poder especial. Meli siempre había sido alegre y dulce, pero últimamente estaba triste porque no sabía cuál era su don.
Rojita salió de su casa, una acogedora manzana gigante en medio de un frondoso manzanal, y se dirigió al punto de encuentro. Allí estaban Lila la uva y Cremosito el queso, esperando con entusiasmo. Lila, con su racimo de uvas moradas y su inquebrantable lealtad, siempre estaba dispuesta a apoyar a sus amigos. Cremosito, un queso cremoso y mágico, tenía el poder de la vida, capaz de curar y revitalizar a cualquiera que lo necesitara.
«¡Buenos días, amigos!» saludó Rojita con una gran sonrisa. «¿Listos para nuestra aventura?»
«¡Claro que sí!» respondió Lila, mientras Cremosito asentía con entusiasmo.
Poco después llegó Meli, con su piel verde y su dulce aroma. Pero hoy no parecía tan alegre como de costumbre. «Hola, chicos,» dijo Meli con una voz triste. «No estoy segura de tener un poder especial. ¿Y si no tengo ningún poder?»
Rojita se acercó y le dio un abrazo reconfortante. «¡Claro que tienes un poder, Meli! Solo necesitamos encontrarlo. ¡Y para eso estamos aquí, para ayudarte!»
Con renovada determinación, el grupo se puso en marcha. Decidieron visitar a la sabia Señora Naranja, que vivía en un frondoso huerto al otro lado del valle. Se decía que la Señora Naranja conocía todos los secretos del Planeta Marfrut y podía ayudar a Meli a descubrir su don.
Mientras cruzaban el valle, se encontraron con el malvado Rodajita, un jamón que siempre estaba tramando alguna travesura. Rodajita no estaba solo, siempre contaba con la ayuda de sus aliados, Pan Panque y Pollo Plumitas, dos personajes que disfrutaban causando problemas.
«¿Y a dónde creen que van?» preguntó Rodajita con una sonrisa astuta.
«Vamos a ayudar a nuestra amiga Meli a encontrar su poder especial,» respondió Rojita con firmeza.
Rodajita soltó una carcajada. «¡Buena suerte con eso! Pero no se lo pondré fácil.»
Sin perder la calma, Rojita usó su creatividad para imaginar un puente que los llevara al otro lado del río, lejos de Rodajita y sus secuaces. Con un destello de luz, el puente apareció y los amigos cruzaron rápidamente, dejando atrás a los molestos villanos.
Al llegar al huerto de la Señora Naranja, fueron recibidos con calidez. «Bienvenidos, queridos,» dijo la Señora Naranja con una sonrisa. «He oído de su misión. Meli, cada uno de nosotros tiene un poder único. A veces, se necesita tiempo y paciencia para descubrirlo.»
«¿Pero cómo puedo encontrarlo?» preguntó Meli con ansiedad.
«Debes mirar dentro de ti misma y escuchar tu corazón,» aconsejó la Señora Naranja. «El poder que buscas está ahí, esperando a ser descubierto.»
Animada por las palabras de la sabia Naranja, Meli decidió intentarlo. Los amigos se sentaron en círculo, rodeando a Meli, y cerraron los ojos para concentrarse. Mientras respiraban profundamente, Meli comenzó a sentir una cálida energía creciendo en su interior.
De repente, un destello de luz verde iluminó el huerto. Meli abrió los ojos, sorprendida, y vio que sus manos brillaban con una suave luz verde. «¡Lo encontré!» exclamó emocionada. «¡Mi poder es la armonía!»
Rojita, Lila y Cremosito aplaudieron con alegría. La Señora Naranja sonrió satisfecha. «Muy bien, Meli. Ahora sabes cuál es tu don. Úsalo sabiamente y con bondad.»
Con renovada confianza, el grupo de amigos emprendió el camino de regreso a casa, pero no sabían que Rodajita y sus aliados estaban planeando una nueva trampa. Mientras caminaban por un sendero estrecho, Pan Panque y Pollo Plumitas aparecieron de repente, bloqueando su camino.
«¿Creen que se saldrán con la suya tan fácilmente?» preguntó Pan Panque con una sonrisa maliciosa.
«¡Oh, no!» exclamó Lila. «¿Qué haremos ahora?»
Rojita, siempre ingeniosa, tuvo una idea. «Meli, usa tu poder de la armonía para calmar la situación.»
Meli asintió y cerró los ojos, concentrándose en su nuevo poder. Una suave melodía comenzó a resonar en el aire, envolviendo a todos en una sensación de paz y tranquilidad. Pan Panque y Pollo Plumitas, sorprendidos por la repentina calma, se miraron confundidos y poco a poco bajaron sus armas.
«¿Qué está pasando?» preguntó Pollo Plumitas, sintiendo que su maldad se desvanecía.
«Es el poder de Meli,» explicó Rojita. «La armonía nos une y nos ayuda a encontrar paz en lugar de conflicto.»
Incluso Rodajita, que había estado observando desde las sombras, sintió el impacto de la armonía de Meli. Sus intenciones malvadas se disiparon y, por primera vez, consideró cambiar su comportamiento.
«Tal vez… tal vez he estado equivocado,» dijo Rodajita, bajando la cabeza con arrepentimiento.
Rojita se acercó a él con una sonrisa comprensiva. «Todos podemos cambiar, Rodajita. Si decides usar tus habilidades para el bien, podrías ser una gran ayuda para todos nosotros.»
Rodajita miró a sus aliados y luego a los amigos. «Quizás… podría intentarlo.»
Con una nueva alianza formada, los amigos regresaron a su hogar en paz, sabiendo que habían hecho del Planeta Marfrut un lugar aún más armonioso y feliz. Cada uno había aprendido algo valioso sobre sí mismo y los demás, y Meli finalmente había descubierto su don especial.
Y así, en el Planeta Marfrut, las frutas y alimentos vivos continuaron viviendo en armonía, ayudándose mutuamente y enfrentando juntos cualquier desafío que surgiera. Rojita, con su creatividad, Lila, con su lealtad, Cremosito, con su poder de la vida, Meli, con su armonía, y hasta Rodajita, que había decidido cambiar, se convirtieron en un equipo imparable, demostrando que con amistad y valentía, cualquier obstáculo puede superarse.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.