Lucas, Martín, Andrea y Mariana eran amigos inseparables, amantes de las aventuras y los misterios.
Un día, decidieron explorar una isla desconocida que apareció en sus mapas antiguos. Emocionados, zarparon en un pequeño bote, sin saber que la isla estaba custodiada por desafíos y enigmas.
Al llegar, un viejo cartel les dio la bienvenida: «Aquellos que buscan los secretos de la isla, enfrentarán pruebas de astucia y valor». No tardaron en descubrir que la isla estaba habitada por criaturas místicas y guardianes que les plantearon acertijos para avanzar.
El primer desafío llegó cuando un enorme grifo bloqueó su camino. «Responderéis mi acertijo o no pasaréis», rugió la criatura. «Camino sin moverme, corro sin tener pies. Jamás avanzo un metro, ¿qué cosa puedo ser?». Tras pensar un momento, Andrea exclamó: «¡Un río!». El grifo, satisfecho, les permitió pasar.
Adentrándose en la isla, encontraron un bosque en el que los árboles hablaban. «Para seguir vuestro camino, encontrad el árbol que no cambia con las estaciones», susurraron los árboles.
Después de buscar entre innumerables árboles, Mariana señaló a un robusto pino. «¡Este árbol siempre se mantiene verde!», exclamó. Y así, el bosque les abrió paso.
El siguiente reto fue un puente colgante sobre un abismo, custodiado por dos gemelos. Uno siempre decía la verdad y el otro siempre mentía. «Solo uno de vosotros podrá cruzar basado en la respuesta a nuestra pregunta», dijeron. Lucas, con ingenio, preguntó algo que solo el gemelo que decía la verdad podía responder correctamente, descubriendo así cuál era el camino seguro.
Finalmente, llegaron a una caverna donde encontraron un cofre cerrado con tres cerraduras. «Tres llaves se necesitan, ocultas en los desafíos que habéis superado», resonó una voz misteriosa.
Recordando sus aventuras, buscaron en los lugares donde habían resuelto cada acertijo. Encontraron las llaves ocultas y abrieron el cofre, que contenía un antiguo pergamino con el mapa de tesoros inimaginables.
Conclusión:
Los cuatro amigos regresaron a casa más unidos que nunca, llevando consigo el mapa y una vida de aventuras por delante. Aprendieron que juntos, con ingenio y valentía, podían superar cualquier desafío.
La Isla de los Acertijos quedó en su memoria como el principio de muchas más aventuras.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.