Cuentos de Aventura

Onari, la Niña del Bosque

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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Había una vez, en el corazón del denso y misterioso bosque, una loba llamada Masha que encontró a una pequeña bebé humana abandonada. La niña yacía sola y llorando bajo la fría sombra de un gran roble, envuelta en un simple manto de lino. Masha, que había perdido a uno de sus cachorros recientemente, sintió un extraño tirón en su corazón de madre y, sin dudarlo, decidió llevarse a la pequeña a su guarida.

En el refugio seguro de la cueva, Masha presentó con cautela a la bebé a sus otros cachorros, quienes, movidos por la curiosidad y la inocencia de su edad, la aceptaron sin reservas. La loba cuidó a la bebé como a uno de los suyos, alimentándola y protegiéndola con feroz determinación. A medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, la niña, a la que Masha nombró Onari, creció bajo el amparo de la loba y el bosque.

Onari aprendió los caminos del bosque y el lenguaje de los lobos. Corría con sus hermanos lobos, exploraba los rincones más recónditos del bosque y aprendía a leer las señales que la naturaleza le ofrecía. Su corazón salvaje latía al ritmo de los árboles y los ríos, y cada noche aullaba a la luna junto a su manada, sintiéndose plenamente parte de ella.

A medida que Onari crecía, su vínculo con Masha y los lobos se hacía más fuerte. A los ojos de todos en el bosque, era una loba más, ágil y fiera, capaz de correr tan rápido como el viento y de cazar con astucia y habilidad. El bosque era su hogar, los árboles sus protectores y las estrellas sus guías.

Un día, mientras Onari exploraba una parte del bosque que le era menos familiar, escuchó unos ruidos extraños que no había oído antes. Movida por la curiosidad y la cautela que había aprendido de sus hermanos, se acercó sigilosamente y observó desde detrás de unos arbustos. Lo que vio la sorprendió profundamente: un niño humano, de aproximadamente su edad, caminaba a través del bosque, claramente perdido y asustado.

El niño, llamado Lian, había entrado en el bosque en busca de aventuras, inspirado por las historias que su abuelo le contaba sobre los espíritus y criaturas que habitaban en lo profundo del verde manto. Al ver a Onari, su primera reacción fue de temor, pero la curiosidad superó su miedo. Onari, igualmente cautelosa y curiosa, decidió acercarse.

Los dos jóvenes se observaron en silencio durante unos instantes que parecieron eternos. Lian fue el primero en hablar, preguntando con voz temblorosa quién era ella. Onari, con la confianza de quien conoce cada rincón de su hogar, respondió con calma, explicándole sobre su vida en el bosque y cómo los lobos la habían criado.

Fascinado y a la vez incrédulo, Lian escuchó las historias de Onari sobre el bosque, los animales y las noches de luna llena bajo las estrellas. Decidió pasar el día con Onari, aprendiendo sobre la vida en el bosque. Masha, al principio desconfiada del nuevo humano, pronto comprendió que Lian no representaba una amenaza y permitió que se quedara.

Los días se convirtieron en semanas, y Lian aprendió a ver el bosque a través de los ojos de Onari. Aprendió a rastrear, a cazar y a respetar las leyes no escritas de la naturaleza. Con cada día que pasaba, su admiración por Onari crecía, y una amistad profunda y sincera floreció entre ellos.

Sin embargo, llegó el día en que Lian debía regresar a su pueblo. El corazón de Onari se llenó de tristeza, pero sabía que cada uno tenía su propio camino que seguir. Se despidieron con una promesa: Lian volvería al bosque, y Onari siempre estaría allí, la loba que corrió con los vientos y aulló a la luna.

El bosque nunca olvida y siempre acoge a aquellos que lo aman y respetan. Onari continuó su vida, libre y salvaje, sabiendo que el lazo que había tejido con Lian era tan indestructible como el que la unía a su familia de lobos. El bosque seguía siendo su patio de juegos, los árboles sus amigos, y la aventura nunca terminaba.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

1 comentario en «Onari, la Niña del Bosque»

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