Cuentos de Ciencia Ficción

El Misterio del Jardín de Celestia

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era un soleado día de primavera en la Escuela Primaria Los Colores. Los niños corrían y jugaban en el patio mientras las flores recién florecidas llenaban el aire con su fragancia. La alegría se extendía por todos lados, pero había un lugar especial dentro de la escuela que pocos conocían: el jardín secreto de la directora Celestia. Era un rincón mágico lleno de plantas exóticas y misteriosas que la directora cuidaba con mucho cariño.

Un día, la directora Celestia decidió que era el momento perfecto para tomar unas merecidas vacaciones. Había trabajado incansablemente durante todo el año y sentía que necesitaba un descanso. Antes de partir, llamó a dos de sus estudiantes más confiables, Jhoan y Hellen, a su oficina.

Jhoan era un niño reflexivo y responsable. Le encantaba aprender cosas nuevas y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Hellen, por otro lado, era una niña inteligente y organizada. Tenía un don especial para cuidar de las plantas y siempre mantenía todo en perfecto orden. Ambos eran amigos inseparables y compartían una gran curiosidad por el mundo que los rodeaba.

—Jhoan, Hellen, tengo una tarea muy importante para ustedes mientras estoy fuera —dijo la directora Celestia con una sonrisa—. Quiero que cuiden mi jardín. Es un lugar muy especial para mí, lleno de plantas raras y hermosas. Estoy segura de que pueden manejarlo con mucho cuidado.

Jhoan asintió con entusiasmo, sintiendo la responsabilidad de la tarea. Hellen sonrió, contenta de poder cuidar algo tan importante para la directora.

—No se preocupe, directora Celestia —dijo Hellen—. Nos aseguraremos de que su jardín esté en perfectas condiciones cuando regrese.

La directora Celestia les entregó una pequeña llave dorada.

—Esta llave abre la puerta del jardín. Recuerden que es un lugar muy especial y deben tratarlo con el mayor respeto. Confío en ustedes.

Con eso, la directora se despidió y se marchó, dejando a los dos amigos con la gran responsabilidad. Jhoan y Hellen fueron inmediatamente al jardín para inspeccionarlo. Al abrir la puerta con la llave dorada, quedaron asombrados por lo que encontraron.

El jardín era más grande de lo que habían imaginado. Estaba lleno de plantas que nunca antes habían visto. Había flores que brillaban con una luz suave, hojas que cambiaban de color según el día, y árboles que parecían susurrar secretos al viento. Todo el jardín parecía estar vivo, como si tuviera su propia personalidad.

—¡Mira esto, Jhoan! —exclamó Hellen, señalando una flor que parecía abrirse y cerrarse al ritmo de su respiración—. Es increíble.

Jhoan se inclinó para examinarla más de cerca.

—Nunca había visto algo así —dijo, asombrado—. Este jardín es realmente mágico.

Pasaron el resto del día explorando cada rincón del jardín, maravillados por cada nueva planta que descubrían. Hellen tomaba notas detalladas en un cuaderno que había traído, mientras Jhoan sacaba fotos con su cámara. Sabían que debían cuidar el jardín con mucho esmero, pero también estaban emocionados por la oportunidad de aprender más sobre las plantas que lo habitaban.

Los días pasaron, y Jhoan y Hellen se dedicaron a cuidar del jardín con gran dedicación. Regaban las plantas, las podaban con cuidado y se aseguraban de que todo estuviera en perfecto estado. Pero pronto, comenzaron a notar algo extraño.

Una noche, mientras regresaban a casa después de un día de escuela, Hellen se detuvo y miró hacia el jardín.

—Jhoan, ¿has notado que algunas de las plantas parecen estar creciendo más rápido de lo normal? —preguntó, con una ligera preocupación en su voz.

Jhoan asintió.

—Sí, lo he notado. Algunas de las flores que plantamos apenas hace unos días ya están completamente florecidas. Es como si el jardín estuviera… acelerado.

Intrigados, decidieron investigar más a fondo. Al día siguiente, después de la escuela, volvieron al jardín. Esta vez, no solo observaron las plantas, sino que también prestaron atención a los sonidos y a las vibraciones del lugar. Se dieron cuenta de que el jardín no solo estaba vivo, sino que también estaba cambiando de alguna manera.

Hellen, que era muy buena con la tecnología, decidió llevar un pequeño dispositivo de medición para registrar los cambios en las plantas. Lo colocó junto a una de las flores que parecía crecer más rápido de lo normal y lo dejó allí durante la noche.

Al día siguiente, cuando revisaron los datos, quedaron asombrados.

—Jhoan, esto es increíble —dijo Hellen, mientras miraba los resultados en su dispositivo—. Las plantas están absorbiendo una cantidad de energía mucho mayor de lo que deberían. Es como si estuvieran conectadas a alguna fuente de energía desconocida.

—¿Una fuente de energía? —repitió Jhoan, intrigado—. ¿Qué tipo de energía podría ser?

Hellen frunció el ceño, tratando de encontrar una explicación.

—No estoy segura, pero creo que deberíamos investigar más. Quizás haya algo en el jardín que esté causando esto.

Decididos a descubrir el misterio, Jhoan y Hellen comenzaron a explorar el jardín con más atención. Notaron que en el centro del jardín había una gran roca cubierta de musgo. Era diferente de todo lo demás, parecía brillar con una luz propia, muy sutil pero perceptible.

—¿Qué es esto? —preguntó Jhoan, acercándose a la roca.

Hellen la observó de cerca.

—Parece… parece que está emitiendo algún tipo de energía.

Curiosos, intentaron mover la roca, pero era demasiado pesada. Sin embargo, cuando Jhoan la tocó, sintió una extraña vibración que recorrió su mano.

—Hellen, siento algo —dijo, sin apartar la mano de la roca—. Es como si estuviera viva.

Hellen colocó su mano sobre la de Jhoan y también sintió la vibración. De repente, la roca comenzó a emitir un suave resplandor, y antes de que pudieran reaccionar, la tierra bajo sus pies comenzó a temblar.

—¡Cuidado! —gritó Jhoan, mientras la roca se desplazaba lentamente hacia un lado, revelando una entrada secreta bajo el suelo.

Los dos amigos se miraron con los ojos muy abiertos.

—¿Entramos? —preguntó Hellen, aunque ya conocía la respuesta.

—Por supuesto —respondió Jhoan, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

Con cuidado, descendieron por la entrada que la roca había revelado. Al adentrarse, se encontraron en un túnel iluminado por pequeñas luces en las paredes que parecían flotar en el aire. El túnel los llevó a una sala subterránea llena de extraños dispositivos y pantallas que mostraban imágenes del jardín.

—¿Qué es este lugar? —susurró Hellen, mientras examinaba una de las pantallas.

Jhoan se acercó a uno de los dispositivos que parecía estar conectado al jardín.

—Creo que este es el origen de la energía que detectamos —dijo, tocando los controles—. Pero, ¿quién lo construyó y por qué?

Mientras exploraban la sala, encontraron un viejo diario en una mesa. Hellen lo abrió y comenzó a leer en voz alta.

—»Este jardín es más que un simple lugar de belleza. Es un experimento, un intento de conectar las plantas con una fuente de energía cósmica que podría mejorar su crecimiento y capacidad de adaptación. Sin embargo, debo tener cuidado, porque si la energía se descontrola, podría tener consecuencias impredecibles…» —leyó Hellen, con asombro.

—¿Quién escribió eso? —preguntó Jhoan.

Hellen revisó la última página.

—Está firmado por… la directora Celestia.

Ambos se quedaron en silencio por un momento, asimilando la información.

—Entonces, la directora sabía sobre esto —dijo Jhoan—. Y nos confió el cuidado del jardín porque sabía que podríamos descubrirlo.

—Pero, ¿qué hacemos ahora? —preguntó Hellen—. No podemos dejar que esta energía se descontrole.

Jhoan asintió, decidido.

—Tenemos que encontrar una manera de estabilizar la energía. Si no lo hacemos, el jardín y todo lo que lo rodea podría estar en peligro.

Trabajaron juntos, utilizando los dispositivos en la sala subterránea para regular la energía que fluía hacia el jardín. Fue un proceso complicado, pero con paciencia y determinación, lograron ajustar los controles para que la energía volviera a niveles normales.

Cuando finalmente terminaron, regresaron al jardín. Las plantas parecían más tranquilas, como si el jardín hubiera recuperado su equilibrio natural.

—Lo logramos —dijo Hellen, sonriendo al ver que todo volvía a la normalidad.

Jhoan respiró aliviado.

—Sí, y creo que hemos aprendido mucho en el proceso. No solo sobre el jardín, sino también sobre cómo trabajar juntos.

Los días pasaron, y la directora Celestia regresó de sus vacaciones. Cuando Jhoan y Hellen le contaron lo que habían descubierto y cómo habían estabilizado la energía, ella sonrió con orgullo.

—Sabía que podía confiar en ustedes —dijo—. Han demostrado ser valientes, inteligentes y responsables. Este jardín es un lugar muy especial, y ahora, gracias a ustedes, seguirá siendo un refugio de paz y belleza.

Desde ese día, Jhoan y Hellen siguieron cuidando del jardín, pero ahora con un nuevo entendimiento de su importancia y del poder que albergaba. Y aunque nunca hablaron del secreto del jardín con nadie más, sabían que siempre sería un lugar especial para ellos, donde lo ordinario se encontraba con lo extraordinario.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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