Había una vez, en un futuro no tan lejano, dos grandes amigos llamados Jhoan y Maycol. Jhoan era un chico con una chaqueta de cuero roja y negra que llevaba con orgullo. Su cabello rojo brillante destacaba en cualquier lugar al que fuera. Siempre tenía una sonrisa y estaba listo para la próxima aventura. Maycol, su mejor amigo, vestía una chaqueta azul y dorada, con pantalones que combinaban perfectamente. A diferencia de Jhoan, Maycol era más calmado y siempre pensaba antes de actuar. Juntos, formaban el dúo perfecto.
Una tarde, mientras paseaban por el parque, encontraron algo extraño en una esquina donde normalmente no había nada. Era un portal brillante que parecía girar en el aire, como un remolino de luces y energía. Intrigados, Jhoan y Maycol se acercaron con cautela.
—¿Qué crees que es esto, Maycol? —preguntó Jhoan, sin poder apartar la vista del portal.
—No estoy seguro —respondió Maycol—, pero parece un portal, como los que hemos leído en las historias de ciencia ficción. Tal vez lleve a algún lugar en el tiempo.
Antes de que pudieran decir algo más, una voz suave y electrónica habló desde el portal.
—Bienvenidos, jóvenes aventureros. Este es el portal del tiempo. A través de él, pueden viajar a diferentes épocas y lugares. Pero tengan cuidado, el tiempo es un camino peligroso y debe ser tratado con respeto.
Jhoan, siempre listo para un reto, sonrió y dijo:
—¡Esto suena increíble! Maycol, tenemos que entrar.
Maycol, aunque un poco más cauteloso, sabía que no podía dejar a su amigo ir solo.
—De acuerdo, Jhoan, pero debemos ser cuidadosos. No sabemos qué nos espera al otro lado.
Tomados de la mano, los dos amigos saltaron dentro del portal. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en un lugar completamente diferente. Estaban en una ciudad futurista, con edificios que llegaban hasta el cielo y vehículos que flotaban en el aire. El lugar estaba lleno de luces de colores que parpadeaban por todas partes, y todo parecía moverse a una velocidad asombrosa.
—¡Guau! —exclamó Jhoan—. ¡Esto es increíble! ¡Es como estar en un videojuego!
Mientras exploraban la ciudad, notaron algo extraño. Las personas que caminaban por las calles parecían distraídas, mirando constantemente pequeños dispositivos en sus manos. Nadie hablaba entre sí, y la ciudad, aunque llena de vida, se sentía vacía de alguna manera.
—Esto no parece estar bien —dijo Maycol, preocupado—. La gente aquí está tan atrapada en sus dispositivos que han olvidado cómo comunicarse entre ellos.
De repente, un mensaje apareció en el aire frente a ellos. Era una invitación holográfica que decía: «Bienvenidos a la Universidad Princevillo, donde el futuro se forma hoy». Sin pensarlo dos veces, Jhoan y Maycol siguieron las indicaciones hasta la universidad, un edificio gigantesco hecho de cristal y acero.
Al entrar, fueron recibidos por un robot que les entregó unos extraños dispositivos.
—Estos son traductores de tiempo —explicó el robot—. Les ayudarán a entender las distintas épocas y culturas que encontrarán en sus viajes. Pero recuerden, no deben interferir con los eventos históricos. Eso podría causar un gran desastre.
Jhoan y Maycol se miraron, sabiendo que tenían una misión importante por delante. Sin embargo, algo dentro de Jhoan comenzaba a inquietarlo. Recordó las palabras de su padre, el Rey de Corazones, quien siempre le había dicho que el amor y la bondad eran más importantes que cualquier tecnología.
—Maycol, siento que algo no está bien aquí —dijo Jhoan, preocupado—. Esta universidad parece estar más interesada en controlar el tiempo que en enseñar sobre la bondad y la amistad.
Maycol asintió, también sintiendo una creciente desconfianza.
—Tal vez deberíamos investigar más antes de hacer algo drástico.
De repente, los dos amigos recibieron una alerta en sus dispositivos de tiempo. Algo había salido mal en el pasado, y si no lo arreglaban, el futuro que conocían podría cambiar para siempre. Jhoan y Maycol no lo dudaron ni un segundo. Activaron los dispositivos y fueron transportados a un pasado lejano, a una época en la que los reinos y las batallas eran comunes.
Se encontraron en medio de un castillo, rodeados de caballeros y reyes. Pero no era un castillo cualquiera; era el castillo donde el padre de Jhoan, antes de convertirse en el Rey de Corazones, había vivido como un joven príncipe.
—Jhoan, este es el pasado de tu padre —dijo Maycol—. Debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos aquí.
Mientras exploraban el castillo, Jhoan y Maycol descubrieron que un complot estaba en marcha para evitar que el joven príncipe se convirtiera en el Rey de Corazones. Un grupo de consejeros malvados estaba planeando envenenarlo y tomar el control del reino.
—¡No podemos permitir que esto suceda! —exclamó Jhoan, decidido a salvar a su padre.
—Pero no podemos interferir directamente —recordó Maycol—. Si cambiamos demasiado, podríamos arruinar el futuro.
Pensando rápidamente, Jhoan y Maycol decidieron usar sus habilidades para detener el complot sin ser descubiertos. Se disfrazaron como sirvientes del castillo y comenzaron a investigar. Descubrieron que el veneno estaba escondido en una copa dorada que sería ofrecida al joven príncipe en la cena de esa noche.
Con mucho sigilo, lograron reemplazar la copa envenenada por una copa normal antes de que comenzara la cena. Luego, se escondieron en las sombras para asegurarse de que todo saliera bien. El príncipe, que era joven y valiente, bebió de la copa sin saber lo cerca que estuvo del peligro. La cena continuó sin incidentes, y los consejeros malvados quedaron desconcertados al ver que su plan había fallado.
Jhoan y Maycol, aliviados, sabían que habían cumplido su misión. Pero antes de regresar al presente, el joven príncipe se acercó a ellos, habiendo notado algo extraño en sus disfraces.
—Sé que no sois sirvientes comunes —dijo el príncipe—. Puedo ver en vuestros ojos que sois diferentes. ¿Quiénes sois realmente?
Jhoan, sin querer mentir, decidió contar la verdad.
—Somos viajeros del tiempo —admitió—. Hemos venido para protegerte, porque tu vida es importante para el futuro.
El príncipe sonrió, agradecido.
—Gracias por salvarme, aunque no entiendo completamente lo que decís. Pero recordad, el verdadero poder no está en controlar el tiempo, sino en la bondad y en los corazones de las personas.
Esas palabras resonaron en Jhoan y Maycol mientras activaban sus dispositivos y regresaban al presente. Cuando llegaron, se dieron cuenta de que la Universidad Princevillo no era el lugar que pensaban. Había sido construida para controlar el tiempo y manipular a las personas, pero Jhoan y Maycol sabían que no podían permitir que eso continuara.
Decidieron usar lo que habían aprendido en su viaje para cambiar las cosas desde adentro. Con valentía y astucia, lograron desactivar los sistemas de control de la universidad y liberar a los estudiantes de su influencia. Una vez que lo lograron, la ciudad futurista comenzó a cambiar. Las personas dejaron de estar obsesionadas con sus dispositivos y comenzaron a comunicarse y a compartir más entre ellas.
Jhoan y Maycol sabían que habían hecho lo correcto. El amor y la bondad habían prevalecido sobre el control y la manipulación. Y aunque su aventura a través del tiempo había terminado, su amistad se había fortalecido más que nunca.
Al regresar a casa, encontraron el parque igual que siempre, pero algo en ellos había cambiado. Sabían que, sin importar las aventuras que enfrentaran en el futuro, siempre estarían juntos, listos para enfrentar cualquier desafío.
—¿Qué crees que será lo próximo, Jhoan? —preguntó Maycol, sonriendo.
—No lo sé, pero estoy seguro de que será increíble, siempre que estemos juntos —respondió Jhoan.
Y así, los dos amigos se alejaron, listos para la próxima gran aventura, sabiendo que el verdadero poder no estaba en la tecnología o en el control del tiempo, sino en la amistad y en los corazones valientes que siempre buscan hacer el bien. Sin embargo, mientras caminaban por el parque, algo en el cielo captó su atención. Un destello brillante cruzó el cielo y se dirigió hacia ellos a una velocidad asombrosa. Jhoan y Maycol se detuvieron, mirando cómo una pequeña esfera de luz aterrizaba suavemente frente a ellos.
La esfera comenzó a girar y, antes de que pudieran reaccionar, proyectó un holograma que mostraba una figura conocida: era el joven príncipe al que habían salvado en el pasado.
—Amigos míos —dijo el príncipe holográfico—, necesito vuestra ayuda una vez más. Aunque mi reino está a salvo, otro peligro ha surgido en una época muy lejana, un tiempo que nunca hemos explorado. Este es un llamado de auxilio desde un futuro que aún no existe, pero que depende de vuestra intervención.
Jhoan y Maycol se miraron, comprendiendo que su aventura no había terminado. El holograma continuó, mostrando imágenes de un futuro en el que la tecnología había avanzado tanto que la humanidad estaba perdiendo su esencia. Los corazones de las personas se habían vuelto fríos, y la amistad y la bondad eran raras, casi olvidadas.
—Debéis viajar a este futuro —continuó el príncipe—. Allí encontraréis a un grupo de niños que aún creen en el poder de la amistad. Ellos son la última esperanza para evitar que el mundo se convierta en un lugar oscuro y solitario.
Sin dudarlo, Jhoan y Maycol aceptaron la misión. La esfera de luz se transformó en un portal, y los dos amigos, tomados de la mano, dieron un paso adelante, entrando en el futuro que necesitaba ser salvado.
Al llegar, se encontraron en una ciudad aún más avanzada que la que habían visitado antes. Los edificios eran altos, casi tocando las nubes, y los vehículos volaban silenciosamente sobre ellos. Pero había algo extraño: las calles estaban vacías, y las pocas personas que vieron caminaban solas, sin mirar a su alrededor.
—Este lugar se siente… triste —dijo Maycol, observando a su alrededor.
—Sí, es como si la gente hubiera olvidado cómo ser feliz —respondió Jhoan.
Guiados por el mensaje del príncipe, los dos amigos se dirigieron a un pequeño refugio en las afueras de la ciudad. Allí, encontraron a un grupo de niños, unos pocos que aún se reunían para jugar y compartir historias, a pesar de vivir en un mundo que había olvidado el valor de la amistad.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó una niña con ojos brillantes y una sonrisa tímida.
—Somos amigos de un tiempo muy lejano —dijo Jhoan, agachándose para estar a su altura—. Estamos aquí para ayudarles a recordar a todos lo importante que es la amistad.
Los niños, al principio desconfiados, pronto se dieron cuenta de que podían confiar en Jhoan y Maycol. Juntos, comenzaron a planear cómo llevar la luz de la amistad de vuelta a la ciudad. Decidieron organizar un gran evento, una celebración donde todos pudieran reunirse y recordar la alegría de estar juntos.
Durante los días que siguieron, los niños, con la ayuda de Jhoan y Maycol, trabajaron incansablemente para preparar la fiesta. Diseñaron juegos, decoraron el refugio con luces y colores, y repartieron invitaciones por toda la ciudad. Poco a poco, la noticia se fue extendiendo, y las personas, curiosas, comenzaron a interesarse.
El día del evento, la ciudad, que había estado tan silenciosa y triste, comenzó a llenarse de vida. Los niños se reían y jugaban juntos, los adultos conversaban y compartían historias, y el aire se llenó de una alegría que hacía mucho tiempo no se sentía. Jhoan y Maycol miraban con satisfacción, sabiendo que habían logrado su misión.
Al final del día, cuando las estrellas comenzaron a brillar en el cielo, los dos amigos se despidieron de los niños, sabiendo que habían dejado una huella imborrable en ese futuro.
—Siempre recordaremos lo que nos han enseñado —dijo la niña de ojos brillantes—. Gracias por devolvernos la esperanza.
Jhoan y Maycol sonrieron y, con un último adiós, activaron el portal que los llevaría de regreso a su tiempo. Sabían que, aunque la aventura había terminado, siempre habría nuevos desafíos y lugares donde la amistad y la bondad serían necesarias.
Al regresar a su parque, todo parecía tranquilo y normal, pero Jhoan y Maycol sabían que el verdadero poder de sus viajes no estaba en lo que habían visto o hecho, sino en cómo habían tocado los corazones de las personas, en cómo habían demostrado que la amistad era, y siempre sería, el mayor tesoro de todos.
Y así, con sus corazones llenos de alegría y la certeza de que siempre estarían juntos, Jhoan y Maycol se alejaron, listos para cualquier aventura que el futuro pudiera depararles.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.