En un rincón lejano del universo, había un niño llamado Clared. Él no era un niño cualquiera; tenía el cabello azul brillante que parecía reflejar la luz de las estrellas. Vivía en un pequeño pueblo en un planeta llamado Lunaria, un lugar mágico donde todo era posible. En Lunaria, los árboles podían hablar, las flores cantaban melodías suaves y los animales eran amigos de los humanos.
Clared siempre había sido curioso y soñador. Desde pequeño, le fascinaban las historias de aventuras en el espacio, de planetas lejanos y criaturas extraordinarias. Un día, mientras exploraba el bosque detrás de su casa, encontró algo que cambiaría su vida para siempre. En medio de un claro iluminado por la luz de la luna, vio una extraña puerta brillante en un árbol antiguo. La puerta estaba cubierta de símbolos que nunca había visto antes.
“¿Qué será esto?”, murmuró Clared, acercándose con cautela. Cuando tocó la puerta, una luz intensa lo envolvió y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en un lugar completamente diferente. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que estaba en un planeta colorido lleno de plantas extrañas, criaturas voladoras y paisajes maravillosos.
“¡Wow!”, exclamó Clared, con los ojos abiertos de par en par. Todo a su alrededor era mágico. Las flores tenían colores brillantes y emitían un suave resplandor. De repente, un pequeño ser alado se acercó a él. Tenía alas transparentes que reflejaban los colores del arcoíris.
“¡Hola, visitante!”, dijo el ser con una voz melodiosa. “Soy Lila, la guardiana de este planeta. ¿Quién eres tú?”.
“Soy Clared, de Lunaria. ¡Nunca he visto nada tan hermoso como esto!”, respondió Clared, emocionado. Lila sonrió y dijo: “Este es el Planeta Colorido, un lugar donde la imaginación cobra vida. Aquí, los sueños pueden hacerse realidad”.
Clared se sintió lleno de alegría y curiosidad. “¿Puedo explorar este lugar?”, preguntó. “¡Por supuesto!”, contestó Lila. “Pero ten cuidado, hay muchas maravillas por descubrir, y cada una tiene su propia magia”.
Así comenzó la aventura de Clared. Juntos, Lila y Clared volaron sobre montañas flotantes y ríos de colores. Vieron árboles que bailaban con el viento y criaturas que jugaban en las nubes. Clared no podía dejar de sonreír. Cada rincón del planeta parecía tener algo nuevo y emocionante.
Mientras exploraban, llegaron a un lago resplandeciente que brillaba como un diamante. “Este es el Lago de los Deseos”, explicó Lila. “Si lanzas una piedra al agua y pides un deseo sincero, puede hacerse realidad”. Clared, intrigado, recogió una piedra y la lanzó al lago. “Deseo poder llevarme un poco de esta magia a mi hogar”, murmuró.
De repente, el agua comenzó a burbujear y, en un instante, una pequeña chispa dorada salió del lago y flotó hacia Clared. “Esto es un fragmento de nuestra magia. Cuídalo bien”, le dijo Lila. Clared lo tomó entre sus manos, sintiendo una calidez especial.
Siguieron su camino hasta llegar a un bosque de árboles cantores. Cada árbol tenía su propia melodía, creando una sinfonía mágica. Clared se quedó encantado. “Esto es increíble”, dijo, dejando que la música llenara su corazón. Lila rió y dijo: “¿Te gustaría bailar con ellos?”. Sin pensarlo dos veces, Clared empezó a bailar, imitando las melodías de los árboles. La música era tan alegre que no pudo resistirse.
Después de un rato, se sentaron a descansar bajo un gran árbol que tenía hojas doradas. “Este lugar es perfecto, Lila”, dijo Clared. “Nunca quiero irme”. Pero Lila lo miró con seriedad. “Clared, aunque aquí es hermoso, también debes recordar tu hogar. La magia que llevas contigo es especial y debe compartirse”.
Clared asintió, comprendiendo la importancia de su misión. “Tienes razón. Quiero que mis amigos en Lunaria también vean esta maravilla”. Entonces, Lila le mostró un pequeño sendero que conducía a una montaña brillante. “En la cima, hay un portal que te llevará de vuelta a tu hogar. Pero primero, debes enfrentar una última prueba”, dijo.
Intrigado, Clared siguió a Lila hacia la montaña. Al llegar a la cima, encontraron el portal, pero había un gran dragón de escamas multicolores custodiándolo. El dragón parecía feroz, con ojos brillantes que miraban a Clared con desconfianza. “¿Quién se atreve a cruzar el portal?”, rugió el dragón, haciendo temblar el suelo.
“Soy Clared, de Lunaria, y vengo en busca de la magia para compartirla con mi hogar”, respondió con valentía. “¿Por qué debo dejarte pasar?”, preguntó el dragón, cruzando sus enormes patas. “Porque la magia no pertenece solo a un lugar”, dijo Clared. “Debemos compartirla con el mundo. La amistad y la felicidad son para todos”.
El dragón lo miró fijamente y, después de un momento, sonrió. “Nunca había oído palabras tan sabias. Tienes razón, pequeño amigo. La magia debe ser compartida”. Con un movimiento de su enorme cola, el dragón abrió el paso hacia el portal. “Adelante, y que tu viaje esté lleno de maravillas”.
Clared agradeció al dragón y cruzó el portal. Sintió una ráfaga de viento y, al abrir los ojos, se encontró de nuevo en el bosque de Lunaria, con el fragmento de magia brillando en su mano. Se sintió feliz, sabiendo que había vivido una aventura inolvidable y que había aprendido valiosas lecciones.
Al llegar a su pueblo, Clared corrió hacia sus amigos y les contó todo sobre su viaje al Planeta Colorido. Les habló del lago de los deseos, los árboles cantores y del dragón que custodiaba el portal. Sus amigos escucharon con asombro, y Clared sintió que su corazón se llenaba de alegría al compartir sus experiencias.
“Y ahora tengo este fragmento de magia”, dijo, mostrándolo a todos. “Podemos usarlo para traer felicidad y alegría a Lunaria”. Sus amigos estaban emocionados, y juntos decidieron organizar un festival en el pueblo, donde todos pudieran disfrutar de la magia y aprender de la experiencia de Clared.
El festival fue un gran éxito. Con la chispa de magia, los árboles florecieron y las flores brillaron más que nunca. Todos en el pueblo rieron, bailaron y compartieron historias. Clared se dio cuenta de que la verdadera magia no solo provenía del planeta lejano, sino de la amistad y el amor que compartían entre ellos.
Y así, Clared vivió en Lunaria, recordando siempre su aventura en el Planeta Colorido. Aprendió que la verdadera esencia de la magia estaba en compartir, en cuidar a los demás y en vivir con un corazón abierto. Desde entonces, nunca dejó de explorar, siempre buscando nuevas formas de llevar alegría y luz a su hogar.
Con el tiempo, Clared se convirtió en un símbolo de esperanza y amistad en Lunaria. Sus historias inspiraron a otros a seguir sus sueños, a no tener miedo de explorar lo desconocido y a recordar que, juntos, podían crear un mundo lleno de maravillas.
Y así, Clared vivió felizmente, rodeado de amigos, aventuras y la magia que había traído de su viaje. La historia de su viaje al Planeta Colorido se convirtió en un relato que se contaba en las noches estrelladas, recordando a todos que la magia siempre está a nuestro alrededor, solo hay que saber dónde buscarla.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.