Cuentos Clásicos

Gaby y el Misterio del Sol Eterno

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez en un pequeño pueblo costero donde el sol brillaba más fuerte y los días eran siempre largos y alegres. En este encantador lugar vivía una niña llamada Gaby, cuya curiosidad era tan grande como su sonrisa.

Un día, mientras el sol se cernía alto y radiante en el cielo, Gaby notó algo inusual: a pesar de que el reloj marcaba la hora en que usualmente el sol comenzaba a ponerse, éste permanecía inmóvil en el cenit. Intrigada y emocionada por este fenómeno, Gaby decidió investigar el misterio del sol que no quería dormir.

Equipada con su sombrero de paja, una libreta y su inseparable lupa, Gaby comenzó su aventura. Caminó por los senderos de su pueblo, preguntando a los pescadores, agricultores y comerciantes si habían notado algo extraño en el sol, pero todos estaban tan acostumbrados a su presencia constante que no veían nada inusual.

No satisfecha con las respuestas, Gaby se dirigió hacia el borde del bosque que rodeaba el pueblo, un lugar que los adultos decían que estaba lleno de magia y antiguos secretos. Al adentrarse en el bosque, el aire se llenaba con el dulce aroma de las flores silvestres y el canto de los pájaros.

Después de un rato, llegó a un claro donde la luz del sol brillaba con una intensidad impresionante. En el centro del claro, encontró un extraño objeto semienterrado en la tierra. Era un espejo antiguo, cuya superficie reflejaba el sol directamente hacia el cielo, creando un efecto que hacía que pareciera que el sol estaba siempre en su punto más alto.

Con la ayuda de algunos amigos del pueblo, Gaby desenterró cuidadosamente el espejo. Descubrieron que era un artefacto mágico, dejado ahí por los antiguos habitantes del bosque, quienes lo usaban para alargar los días de verano y asegurar largas horas de luz para sus cosechas.

Gaby y sus amigos decidieron ajustar el espejo para que reflejara el sol de una manera que siguiera el curso natural del día. Trabajaron juntos, aprendiendo más sobre los ciclos del sol y la naturaleza.

Una vez ajustado, el sol comenzó a moverse nuevamente siguiendo su ritmo habitual. Gaby se sintió satisfecha no solo por haber resuelto el misterio, sino también por haber ayudado a su comunidad y por haber aprendido el valor de trabajar en equipo.

El pueblo celebró la vuelta a la normalidad con una gran fiesta al atardecer. Gaby, mirando el sol que ahora se ponía majestuosamente en el horizonte, supo que este era solo el comienzo de muchas otras aventuras.

Desde ese día, Gaby fue conocida en el pueblo como la niña que devolvió el tiempo al sol. Y aunque sabía que le esperaban muchos más misterios, esa noche, bajo el cielo estrellado, simplemente disfrutaba del dulce aroma del campo y del suave murmullo del viento, prometiéndose siempre buscar la verdad y la maravilla en el mundo que la rodeaba.

Y así, entre juegos y risas, Gaby continuó explorando cada rincón de su mundo, siempre lista para una nueva aventura, siempre bajo el sol que fielmente le guiaba cada nuevo día.

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