Hace mucho tiempo, en un pueblo rodeado de grandes selvas y montañas llenas de misterios, vivían cinco amigos: Marta, Cacique, Juan, Kaab y Rosa. Cada uno tenía un corazón grande y un sueño de ver a su comunidad feliz y unida.
Un día, mientras caminaban por la selva, descubrieron un árbol enorme y hermoso, una ceiba, que parecía tocar el cielo con sus ramas altas y fuertes. Los niños se maravillaron con su belleza y decidieron hacer algo especial.
«Miremos qué tal si hacemos una fiesta aquí, bajo la ceiba», propuso Marta con entusiasmo. «Podemos invitar a todos en el pueblo y compartir una tarde de juegos y risas.»
Todos estuvieron de acuerdo y comenzaron a preparar la fiesta. Cacique, que era muy sabio, contó historias de los antiguos mayas y enseñó a los niños cómo respetar la naturaleza que los rodeaba. Juan, siempre alegre, preparó música con su flauta y su tambor. Kaab, que sabía mucho sobre plantas, decoró el lugar con flores y hojas coloridas. Y Rosa, quien amaba cocinar, preparó deliciosos bocadillos con frutas y miel que recolectaba del bosque.
El día de la fiesta llegó, y niños y adultos de todo el pueblo se reunieron bajo la ceiba. Jugaron juegos tradicionales, escucharon las historias de Cacique y bailaron al son de la música de Juan. Comieron los bocadillos de Rosa y admiraron las decoraciones de Kaab.
La fiesta no solo trajo alegría y diversión, sino que también unió más a todos en el pueblo. Los niños aprendieron la importancia de compartir, de respetar a los demás y a la naturaleza, y de la amistad.
Al caer la tarde, todos estaban cansados pero felices. Se prometieron que cada año, bajo la ceiba, celebrarían una fiesta para recordar la importancia de estar juntos y cuidar el uno del otro.
«Este árbol es como nuestra familia, fuerte y protector», dijo Marta mientras todos asentían. Y desde ese día, la ceiba no fue solo un árbol, sino un símbolo de su comunidad, lleno de amor y de historias compartidas.
Cada vez que un nuevo niño en el pueblo miraba la ceiba, sabía que ahí, bajo sus ramas, había un lugar seguro donde la magia de la amistad crecía fuerte como las raíces de aquel gran árbol.
Y así, Marta, Cacique, Juan, Kaab y Rosa vivieron muchos años, siempre recordando aquel día especial y enseñando a cada nueva generación el valor de la unidad y la paz.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.