Pedro y la Corona de Campeón

En un soleado sábado por la tarde, en el parque del pequeño pueblo de Las Rosas, Pedro estaba emocionado. Hoy era el día del gran partido de fútbol del barrio y él era el delantero estrella del equipo. Mientras el sol brillaba alto y claro, los niños del pueblo se reunían alrededor del campo, animando a sus amigos.

Pedro, con su camiseta roja y negra, corría por el campo con un entusiasmo contagioso. Julio, su mejor amigo y portero del equipo, le pasaba el balón con una sonrisa. Los dos habían practicado semanas para este momento, soñando con levantar el trofeo del torneo juntos.

El partido estaba reñido, y el marcador estaba empatado. A pocos minutos del final, Pedro vio su oportunidad. Corrió hacia el balón, driblando a un defensor tras otro. Justo cuando estaba a punto de chutar a gol, tropezó con un bulto en el césped y cayó de boca contra el suelo.

El silencio cayó sobre el parque. Pedro se levantó lentamente, tocándose la boca con la mano. Al retirarla, vio algo que lo hizo palidecer: ¡un diente estaba faltando! Los niños se acercaron preocupados mientras él miraba confundido el espacio vacío en su boca.

“¡Necesitamos llevarlo al dentista!”, exclamó Jimena, su madre, que había corrido al campo tan pronto vio caer a su hijo. Julio ayudó a Pedro a caminar fuera del campo mientras los demás niños murmuraban entre sí, preguntándose si Pedro estaría bien.

En la clínica del Doctor García, un hombre amable y paciente, Pedro se sentó nerviosamente en la silla de revisión mientras su madre lo tomaba de la mano. El doctor examinó su boca con cuidado y luego, con una voz calmada, le explicó que necesitarían ponerle una corona de metal donde antes estaba su diente.

“¿Una corona, como la de los reyes?”, preguntó Pedro con curiosidad, olvidándose por un momento de su preocupación.

“Exactamente, Pedro. Será una corona de campeón”, respondió el doctor con un guiño.

Una semana después, Pedro regresó a la clínica para que le colocaran la corona. Mientras el doctor trabajaba, le contó historias de valientes caballeros y reyes nobles que llevaban coronas como símbolo de fuerza y coraje. Pedro escuchaba fascinado, imaginando que su corona de metal no solo llenaba el espacio de su diente perdido, sino que también le daba superpoderes.

Con la nueva corona brillando en su boca, Pedro se sintió como un verdadero campeón. Aunque al principio estaba nervioso por mostrar su nueva sonrisa, sus amigos lo recibieron con aplausos y abrazos cuando volvió al parque.