Era un día soleado en el pequeño pueblo de Arbolito, donde vivían Alejandra, su mamá, su papá y su hermana Anyeline. Las flores en el jardín florecían con colores vibrantes, y el canto de los pájaros llenaba el aire con melodías alegres. Aquel día, Alejandra había decidido que quería explorar el bosque que se extendía más allá del parque, un lugar que siempre había despertado su curiosidad.
«Mamá, ¿puedo ir al bosque?», preguntó Alejandra, con sus ojos grandes y brillantes.
Su mamá sonrió y le dijo: «Claro, pero asegúrate de llevar a tu hermana y de no aventurarte demasiado lejos.»
Anyeline, que estaba jugando con su muñeco en la sala, se levantó emocionada. «¡Yo quiero ir también! ¡Quizás encontremos un tesoro escondido!», exclamó.
Y así, con el permiso de sus padres, las dos hermanas se prepararon con un par de galletas y una botella de agua, y se dirigieron al bosque. Mientras caminaban, el viento suavemente movía las hojas, y las ramas parecían susurrar secretos que solo el bosque conocía. De repente, Alejandra se detuvo al ver algo extraño. Un pequeño claro se encontraba delante de ellas, rodeado de árboles que parecían abrazarse entre sí.
«¿Ves eso, Anyeline?», preguntó Alejandra, señalando un círculo resplandeciente en el centro del claro. «Parece mágico.»
Las dos se acercaron con cautela y se dieron cuenta de que el círculo estaba lleno de colores que danzaban como si tuvieran vida propia. Sin pensarlo dos veces, Alejandra extendió su mano para tocarlo. En el momento en que sus dedos rozaron el círculo, sintió una especie de electricidad recorrer su cuerpo. De repente, una figura apareció en medio del claro: era un pequeño duende con orejas puntiagudas y una sonrisa traviesa.
«Hola, pequeñas aventureras», dijo el duende con una voz melodiosa. «Soy Fizz, el guardián de este mágico lugar. ¿Cómo han llegado hasta aquí?»
Anyeline, fascinada, contestó: «¡Exploramos el bosque! Y encontramos este círculo brillante.»
Fizz sonrió aún más. «¡Qué bien! Aquí, en este claro, se conjuran poderes mágicos. Pero hay que tener cuidado, pues no todo lo que brilla es oro. ¿Qué les gustaría saber de la magia?»
Alejandra, sintiéndose valiente, preguntó: «¿Podemos aprender a hacer magia?»
Fizz se rió, su risa era como una melodía alegre. «Por supuesto, pero cada magia tiene un precio. La magia más poderosa viene también con desafíos. Solo quienes demuestran valor y creatividad pueden obtenerla. Así que les propongo un reto.»
Las hermanas se miraron emocionadas. «¡Aceptamos el reto!», gritaron al unísono.
Fizz, con un movimiento de su mano, hizo aparecer un pequeño objeto en el aire: era un globo, pero no uno común y corriente. «Este es un globo mágico. Cada vez que lo toquen, podrán crear una pequeña magia. Pero tengan cuidado: cada magia debe ser utilizada sabiamente. Por ejemplo, si desean volar, deben hacerlo con la intención de ayudar a alguien. Si quieren hacer reír, deben recordar que la risa trae alegría, pero también puede ser tun secreto. ¿Comprenden?».
Ambas asintieron. «Sí, Fizz, lo entendemos», dijeron al unísono.
El duende les dio el globo mágico y les dijo que regresaran al claro cuando quisieran aprender más. Las hermanas, felices, jugaron con el globo, creando pequeñas maravillas: flores que crecían al instante, melodías que llenaban el aire y burbujas llenas de colores que danzaban en el cielo.
Sin embargo, en medio de sus juegos, Alejandra sintió una sensación extraña en su estómago. «Um, creo que tengo que…», no pudo terminar la frase, porque, de pronto, un sonido inesperado salió de ella: ¡un pedo sonoro y cómico! Las dos rieron a carcajadas, y para su sorpresa, el globo mágico comenzó a brillar intensamente. Una de las burbujas estalló, y de ella salió un pequeño humo de colores que llenó el aire, haciendo que todo el bosque estallara en risas.
«¡Eso fue increíble!», exclamó Anyeline, riendo. «Tu pedo mágico hizo reír a todos los árboles y criaturas del bosque.»
Alejandra, riendo también, se dio cuenta de algo importante. «¡La risa es una forma de magia poderosa! ¡Y fue el pedo el que lo hizo!», dijo, riendo a carcajadas.
Fizz apareció nuevamente, aplaudiendo. «Bien hecho, pequeñas aprendices. La magia de la risa es una de las más esenciales. A veces, lo que parece simplemente un momento divertido, puede traer alegría a muchos.»
Aquel día, las hermanas continuaron descubriendo cómo la magia podía transformarse en alegría con pequeños actos y risas. Cada vez que Alejandra sentía que un pedo estaba a punto de escapar, Fizz les ayudaba a convertir las risas en piruetas de magia colorida que llenaban el aire. El bosque se convirtió en un lugar lleno de risas y alegría, donde el poder de un simple pedo se convirtió en la chispa de la felicidad.
Finalmente, cuando el sol comenzó a esconderse detrás de los árboles, Alejandra y Anyeline decidieron que era hora de regresar a casa. Habían aprendido que incluso en los momentos más simples de la vida, como reír juntos, podía haber una magia inmensa. Agradecieron al duende por la oportunidad de aprender sobre el poder de la risa y la alegría.
Al llegar a casa, sus padres las estaban esperando. Alejandra, entusiasmada, comenzó a contarles sobre el bosque, Fizz y el poder de un simple pedo que había llenado el día de magia.
“Así que el secreto de la risa también es una forma de magia», dijo su papá, riendo. Su mamá sonrió, entendiendo que a veces los momentos más simples son los que traen más felicidad.
Y desde aquel día, Alejandra y Anyeline aprendieron que lo importante no era solo la magia que podían hacer, sino el poder de la alegría y la risa compartida, que iluminarían el mundo como un verdadero hechizo. Después de todo, a veces, los pequeños momentos son los que hacen que la vida sea más mágica.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.