En la pintoresca aldea de Vallesol, dos niños, Carlos y Jeimy, compartían una amistad especial. Ambos eran jóvenes y, aunque la mayoría de los niños de su edad jugaban sin pensar en sentimientos más profundos, ellos se sentían de una manera diferente el uno al otro. Aunque no lo sabían, estaban enamorados.
Una tarde, mientras caminaban juntos por un antiguo camino de la aldea, Jeimy notó una entrada escondida entre las enredaderas. Era una puerta hecha de ramas y hojas entrelazadas, tan natural que parecía que había estado allí desde siempre. Carlos, impulsado por la curiosidad, decidió abrir la puerta, y ambos entraron.
Dentro encontraron un jardín como nunca habían visto. Flores que brillaban con luz propia, mariposas que cantaban melodías dulces y árboles que susurraban historias antiguas. En el centro del jardín había un estanque con agua cristalina, y sobre él flotaba una flor grande y hermosa llamada «Flor del Primer Amor».
Carlos, asombrado, dijo: «Según las historias de mi abuela, esta flor florece cuando dos personas que se aman de verdad entran en el jardín.»
Jeimy, con los ojos brillantes, respondió: «Es la flor más hermosa que he visto. ¿Crees que…?»
Carlos asintió y, sin decir palabra, ambos se acercaron a la flor. Al tocarla juntos, la flor emitió un brillo especial y, en un instante, los rodeó una aura mágica. Sentían que sus corazones latían al unísono y una sensación de alegría los envolvía.
Pasaron horas en el jardín mágico, explorando cada rincón y disfrutando de la magia del lugar. Pero, como todas las cosas buenas, el día llegó a su fin. Sabían que debían regresar a la aldea antes de que oscureciera.
Al salir del jardín, la puerta mágica desapareció, dejando atrás solo las enredaderas. Pero Carlos y Jeimy no se sintieron tristes, pues llevaban en sus corazones el recuerdo del jardín y la certeza de su amor.
Conclusión:
La amistad entre Carlos y Jeimy se fortaleció con el tiempo. Aunque el jardín mágico había desaparecido, su amor y los recuerdos del lugar siempre permanecieron en sus corazones. Aprendieron que el amor verdadero no necesita magia para existir, pues la magia real está en los pequeños momentos compartidos y en las emociones sinceras.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.