Había una vez, en un reino muy lejano, una pequeña niña llamada Everlhyn Kendric. Ella era una niña mágica, con ojos brillantes como estrellas y una sonrisa que iluminaba el día más nublado. Vivía en una acogedora casita al borde de un frondoso bosque lleno de árboles altos y flores de todos los colores. Cada mañana, Everlhyn salía a jugar con sus amigos: un pequeño conejo llamado Rocco y una alegre ardilla llamada Nubi. Juntos, exploraban el bosque, recolectando flores y jugando a esconderse entre los árboles.
Un día, mientras jugaban cerca de un arroyo cristalino que serpenteaba por el bosque, Rocco comenzó a saltar de un lado a otro con gran emoción. «¡Everlhyn! ¡Nubi! ¡Han encontrado algo brillante en el agua!» gritó el pequeño conejo. Curiosos, Everlhyn y Nubi corrieron hacia el arroyo. Cuando llegaron, vieron un pequeño objeto reluciente atrapado entre las piedras.
Everlhyn se agachó y, con cuidado, sacó el objeto del agua. Era un hermoso corazón de cristal que brillaba con todos los colores del arcoíris. «¡Mira qué bonito!» exclamó Everlhyn, mientras sostenía el corazón con ambas manos. «¿Qué podrá ser?»
Nubi, que siempre tenía algunas historias en mente, dijo: «¡Quizás es un corazón mágico! He escuchado que los corazones de cristal pueden conceder deseos.» Rocco, con sus grandes ojos llenos de emoción, propuso: «¡Deberíamos hacer un deseo! ¡Imaginemos algo increíble!»
Everlhyn pensó por un momento y dijo: «Deseo que podamos tener una aventura mágica en un lugar secreto, donde todo sea posible y donde podamos conocer criaturas fantásticas.» Los tres amigos se tomaron de las manos y, en una cuenta regresiva muy intensa, gritaron al unísono: «¡Deseamos una aventura mágica!»
De repente, el aire comenzó a brillar y un suave viento sopló alrededor de ellos. El corazón de cristal iluminó el bosque y, en un instante, fueron transportados a un mundo lleno de maravillas. Todo a su alrededor era diferente: árboles que hablaban, flores que cantaban y un cielo que cambiaba de color. «¡Estamos en un mundo mágico!» gritó Everlhyn, asombrada.
Mientras exploraban, encontraron a una hermosa figura que brillaba como el sol. Era una hada con alas de mariposa, que se presentó como Lira. «¡Bienvenidos al Bosque de los Sueños!» dijo Lira con una voz melodiosa. «He estado esperando a unos amigos como ustedes. Este es un lugar donde los sueños se hacen realidad.»
Everlhyn y sus amigos estaban fascinados. «¿Puedes mostrarnos lo más mágico de este lugar, Lira?» preguntó Nubi con entusiasmo. «Claro que sí,» respondió Lira con una sonrisa. «Síganme, y les enseñaré el Lago de los Deseos.»
Los amigos siguieron a Lira a través del bosque, disfrutando del canto de las aves y el ruido del agua. Finalmente, llegaron a un lago brillante, donde la superficie del agua reflejaba el cielo lleno de estrellas. «Aquí es donde los sueños se hacen reales,» explicó Lira. «Si miran en el agua y piensan en algo que realmente desean, sus deseos pueden hacerse realidad.»
Everlhyn se asomó al lago y, con determinación, dijo: «Deseo ver a criaturas mágicas y jugar con ellas.» Justo en ese momento, el agua del lago comenzó a ondular y de ella emergieron criaturas asombrosas: dragones pequeños, unicornios de colores y hadas danzantes. «¡Guau! ¡Miren eso!» exclamó Rocco, asombrado. Todos comenzaron a jugar, saltando de felicidad.
Jugaron al escondite con las hadas, volaron en los lomos de los dragones y corrieron junto a los unicornios. La alegría era contagiosa, y el bosque resonaba con sus risas. Sin embargo, mientras jugaban, Lira se acercó y les dijo: «Recuerden, todo en este lugar es mágico, pero también hay que cuidar de la magia. Si no la cuidamos, puede desaparecer.»
Everlhyn asintió, comprendiendo la importancia de las palabras de Lira. «Debemos ser responsables y respetar este lugar.» Rocco y Nubi también estuvieron de acuerdo. «Sí, cuidaremos de todo lo que hay aquí,» prometieron.
Después de un día lleno de aventuras, el sol empezó a ponerse, y Lira se acercó a ellos. «Es hora de regresar, amigos. Pero no se preocupen, siempre podrán volver a visitarme mientras mantengan la magia en sus corazones.» Con ese mensaje, Lira les dio un pequeño amuleto en forma de estrella que brilla suavemente. «Esto les recordará que la magia está siempre con ustedes.»
De repente, el corazón de cristal comenzó a brillar nuevamente, y en un parpadeo, Everlhyn, Rocco y Nubi se encontraron de vuelta en el bosque donde todo había comenzado. A su alrededor, el bosque era el mismo, pero sus corazones estaban llenos de recuerdos mágicos y alegría en sus ojos.
Mientras caminaban de regreso a casa, Everlhyn reflexionó sobre su aventura. «Siempre debemos cuidar de la magia, ¿verdad, amigos?» preguntó. «Sí,» respondieron Rocco y Nubi al unísono. «La magia puede estar en cualquier lugar, pero depende de nosotros hacerla brillar.»
Desde aquel día, los tres amigos se comprometieron a cuidar de su bosque, asegurándose de ser amables y respetuosos con la naturaleza. Siempre recordaron su aventura en el Bosque de los Sueños y la importancia de mantener la magia viva en sus corazones. Y así, Everlhyn, Rocco y Nubi continuaron jugando, explorando y manteniendo la magia cada día, sabiendo que, en cualquier momento, una nueva aventura podría estar esperando por ellos. Y así, todos vivieron felices, compartiendo risas y creando su propia magia en el mundo que les rodeaba.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.