La Aventura de Ceci y su Cobaya

Había una vez, en una pequeña casa pintada de colores vivos, una niña llamada Ceci. Ceci tenía seis años y vivía con su mamá y su querida cobaya, a la que llamaba simplemente Cobaya. Cobaya era una mascota muy especial para Ceci; tenía un pelaje marrón y blanco que era muy suave al tacto, y siempre hacía ruidos divertidos cuando estaba contenta.

Un día soleado y hermoso, Ceci le preguntó a su mamá si podían ir al parque a pasear a Cobaya. Su mamá, después de pensarlo un poco, decidió que sería una buena idea. “Sí, Ceci, podemos ir al parque. Pero recuerda, siempre debes lavarte las manos después de tocar a Cobaya y antes de comer”, le dijo su mamá con una sonrisa. Ceci asintió con entusiasmo, sin darle mucha importancia al recordatorio de su mamá.

Tomaron el autobús y se dirigieron al parque. Era un parque muy bonito, lleno de flores coloridas y un área de juegos con columpios y toboganes. Al llegar, Ceci soltó a Cobaya en el césped y comenzó a correr y jugar con ella. Cobaya corría de un lado a otro, feliz de estar al aire libre.

Ceci y su mamá encontraron un lugar agradable para sentarse, y su mamá le compró a Ceci unas papas fritas y un refresco. Ceci, emocionada por la comida, empezó a comer sin lavarse las manos. “¡Qué deliciosas están estas papas!”, exclamó Ceci mientras disfrutaba de su merienda.

Después de pasar un maravilloso día en el parque, regresaron a casa. Pero poco después de llegar, Ceci comenzó a sentirse mal. Tenía fiebre, vómitos, diarrea, se veía pálida y con los ojos hundidos. Su mamá, muy preocupada, decidió llevarla de urgencia al hospital.

En el hospital, fueron atendidas por la enfermera Mary. Mary era muy amable y cariñosa. Al examinar a Ceci, notó que estaba deshidratada. “Ceci, parece que estás muy deshidratada. Necesitamos hacer algo al respecto”, dijo la enfermera con voz tranquilizadora. El doctor llegó y, después de un examen detallado, diagnosticó a Ceci con una enfermedad diarreica aguda.

El doctor habló con Ceci y su mamá, y les explicó que la causa de la enfermedad probablemente era la falta de higiene. “Ceci, es muy importante lavarse las manos antes de comer, después de tocar a tu mascota, después de estar en el autobús y después de ir al baño”, dijo el doctor. Ceci asintió con la cabeza, comprendiendo la importancia de lo que le estaban diciendo.

La enfermera Mary les enseñó a Ceci y a su mamá cómo preparar vida suero oral para combatir la deshidratación. Les mostró cómo mezclar el polvo con agua limpia y cómo darle pequeñas cantidades a Ceci para que recuperara sus líquidos. Ceci bebió el suero poco a poco, y con el tiempo comenzó a sentirse mejor.

Durante su estancia en el hospital, la enfermera Mary pasó mucho tiempo con Ceci, explicándole la importancia de la higiene y cómo debía lavarse las manos correctamente. “Ceci, el lavado de manos es muy importante para evitar enfermedades. Debes usar jabón y agua, y frotar tus manos por al menos 20 segundos”, le decía la enfermera mientras le mostraba cómo hacerlo.

Ceci escuchaba atentamente y prometió que a partir de ese día siempre se lavaría las manos. Finalmente, Ceci se recuperó y pudo regresar a casa con su mamá y Cobaya. Aprendió una valiosa lección sobre la higiene y cómo cuidar de sí misma y de su querida cobaya.

Desde ese día, cada vez que Ceci salía al parque o jugaba con Cobaya, siempre se lavaba las manos antes de comer y después de jugar. Su mamá estaba muy orgullosa de ella por haber aprendido a cuidar su salud.

Así, Ceci, su mamá y Cobaya vivieron felices, disfrutando de muchos más días soleados en el parque, siempre recordando la importancia de la higiene. Y cada vez que Ceci veía a la enfermera Mary durante sus visitas al hospital para chequeos rutinarios, le daba las gracias por enseñarle una lección tan importante.

Fin.