Cuentos de Hadas

Candy y Patty en el Bosque Mágico

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un rincón encantado del mundo, un hermoso bosque lleno de colores y sonidos mágicos. En medio de este bosque, había una casita acogedora con un jardín rebosante de flores de todos los colores. Las flores danzaban con la brisa y llenaban el aire de un dulce aroma. En esta casita vivían dos niñas especiales, Candy y Patty.

Candy tenía rizos dorados que brillaban como el sol. Siempre estaba sonriendo y su risa era contagiosa. Patty, por su parte, tenía rizos marrones que parecían ondas suaves. Era muy curiosa y siempre estaba lista para nuevas aventuras. Juntas, eran inseparables y pasaban sus días explorando el mágico bosque que rodeaba su hogar.

Una mañana, después de un delicioso desayuno de frutas y pan recién horneado, Candy y Patty decidieron salir a jugar en el jardín. “¡Hoy es un día perfecto para una aventura!”, exclamó Candy, mientras acariciaba a su mascota, un pequeño conejo llamado Saltarín. Patty asintió con entusiasmo y dijo: “¡Sí! ¡Vamos a ver qué misterios nos ofrece el bosque!”.

Las dos amigas salieron de la casita y se adentraron en el bosque. Mientras caminaban, escucharon el canto melodioso de los pájaros y el susurro del viento entre los árboles. “¡Mira, Patty! ¡Ese árbol parece contar una historia!”, dijo Candy, señalando un enorme árbol con un tronco grueso y ramas que se extendían hacia el cielo. Las hojas brillaban con el sol y parecía que el árbol estaba sonriendo.

“Deberíamos acercarnos y escuchar lo que tiene que decir”, sugirió Patty. Se acercaron al árbol y, al tocar su corteza rugosa, sintieron una suave vibración. Entonces, de repente, una pequeña estrella apareció entre las ramas. “¡Hola, amigas!”, dijo la estrella con una voz dulce y melodiosa. “Soy Estrellita, y he estado esperando a que lleguen. Este bosque está lleno de magia, y ustedes son parte de él”.

Candy y Patty se miraron con asombro. “¿Qué magia hay en este bosque?”, preguntó Candy con curiosidad. Estrellita sonrió y dijo: “Hay un antiguo secreto que se oculta en el corazón del bosque. Si lo encuentran, podrán traer alegría a todos los seres que habitan aquí”.

“¿Y cómo podemos encontrarlo?”, preguntó Patty, llena de emoción. “Sigan el sendero que lleva al claro de las flores danzantes. Allí encontrarán la clave para desvelar el secreto”, respondió Estrellita. “Recuerden, siempre deben creer en la magia y trabajar juntas”.

Las niñas se miraron, decididas a seguir la aventura. “¡Vamos, Patty! ¡No perdamos más tiempo!”, dijo Candy, mientras comenzaban a caminar por el sendero. A medida que avanzaban, el bosque se volvía cada vez más mágico. Las flores parecían bailar a su alrededor, y los árboles susurraban secretos en el viento.

Finalmente, llegaron al claro de las flores danzantes. Allí, encontraron un círculo de flores que brillaban con luz propia. “¡Es hermoso!”, exclamó Patty, asombrada. En el centro del círculo, había un pequeño cofre cubierto de enredaderas. “¿Crees que esto sea parte del secreto?”, preguntó Candy.

Sin dudarlo, ambas se acercaron al cofre. Patty lo abrió con cuidado y, dentro, encontraron un mapa antiguo. “¡Mira, Candy! Este mapa nos lleva a un lugar especial”, dijo Patty, emocionada. “Sigamos las indicaciones y descubramos qué hay en el final del camino”.

Con el mapa en mano, las dos amigas comenzaron su búsqueda. El mapa las llevó a través de un sendero lleno de maravillas: flores que cantaban, mariposas que brillaban como diamantes y ríos que murmuraban dulces melodías. Cada paso era una nueva aventura, y su amistad se hacía más fuerte con cada descubrimiento.

Después de seguir el mapa durante un tiempo, llegaron a un arroyo cristalino. “Parece que debemos cruzar”, dijo Candy. “Pero no hay puente”. Patty observó a su alrededor y vio un grupo de piedras grandes. “Podemos saltar de piedra en piedra, ¡así no nos mojaríamos!”, sugirió. Ambas se miraron y asintieron, listas para el desafío.

Con mucho cuidado, comenzaron a saltar. Patty llegó a la primera piedra y sonrió. “¡Estoy bien! ¡Salta, Candy!” Candy, un poco nerviosa, dio un salto. “¡Lo logré!”, gritó con alegría. Sin embargo, en el último salto, Patty perdió el equilibrio y cayó al agua. “¡Ayuda!”, gritó, mientras el agua salpicaba a su alrededor.

Candy rápidamente se acercó a la orilla. “¡Agárrate de la piedra, Patty!” gritó. Patty logró sujetarse de la piedra, riendo a pesar de estar empapada. “¡Eso fue divertido! Pero tal vez deberíamos tener más cuidado”, dijo entre risas. Juntas, cruzaron el arroyo, riendo y disfrutando del momento.

Una vez en la otra orilla, continuaron siguiendo el mapa. Cada paso las acercaba más al secreto del bosque. Finalmente, llegaron a un gran claro rodeado de árboles altísimos. En el centro del claro, había un enorme árbol con hojas doradas que brillaban con el sol. “Este debe ser el lugar”, dijo Candy, emocionada.

Patty miró hacia arriba y vio algo brillante entre las ramas. “¿Ves eso? ¡Hay algo en la cima del árbol!”, exclamó. Ambas decidieron que debían subir al árbol para descubrir qué era. “Voy a intentar escalar”, dijo Candy, y comenzó a trepar. Patty la siguió, usando las ramas para impulsarse.

Cuando llegaron a la cima, encontraron una esfera de luz brillante que flotaba en el aire. “¡Es increíble!”, susurró Patty. Al acercarse, la esfera habló: “Bienvenidas, valientes amigas. Ustedes han demostrado amistad y valor al llegar hasta aquí. Como recompensa, les daré un deseo”.

Candy y Patty se miraron, sorprendidas. “¿Un deseo? ¿Qué deberíamos pedir?”, preguntó Candy. “Podríamos pedir cualquier cosa”, dijo Patty, pensativa. Después de unos momentos de silencio, Candy sonrió y dijo: “Yo deseo que la magia de este bosque siempre esté con nosotros y que todos los animales y las personas que lo visiten sean felices”.

Patty asintió. “Sí, eso es perfecto. Queremos que todos disfruten de este lugar mágico como nosotras”. La esfera brilló aún más y, con una voz melodiosa, dijo: “¡Así será! La magia del bosque siempre estará con ustedes y quienes lo amen”.

Las amigas descendieron del árbol, sintiéndose más unidas que nunca. Mientras caminaban de regreso a casa, sabían que su aventura había fortalecido su amistad. Desde ese día, siempre llevaban consigo la magia del bosque, compartiéndola con todos los que conocían.

Y así, Candy y Patty vivieron muchas más aventuras juntas, llenas de risas y alegría. Aprendieron que la verdadera magia no solo estaba en el bosque, sino en el amor y la amistad que compartían. Cada día era una nueva oportunidad para explorar y descubrir, y su corazón siempre estaba lleno de gratitud por las maravillas que les ofrecía la vida.

Con el tiempo, el bosque encantado se convirtió en un lugar especial para todos los que lo visitaban. La amistad entre Candy y Patty y la magia del bosque perduraron, recordando a todos que la verdadera aventura está en el camino que recorremos juntos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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