En un rincón escondido del mundo, donde las mariposas cantan y las flores susurran historias, vivía una niña llamada Míriam. Tenía ojos grandes y curiosos, llenos de preguntas y maravillas sobre el mundo que la rodeaba. Míriam amaba los cuentos, aunque todavía no sabía leer. Cada noche, su abuela le leía historias de hadas, dragones amistosos y bosques encantados que guardaban secretos milenarios.
Un día, mientras jugaba en el jardín, Míriam encontró un pequeño libro escondido bajo las raíces de un viejo roble. Era un libro diferente a todos los que había visto; sus páginas brillaban con un resplandor suave y cálido, invitándola a abrirlo. Sin embargo, cuando lo hizo, descubrió que estaba escrito en un idioma que no podía entender, lleno de símbolos y signos que bailaban ante sus ojos.
Decidida a descubrir los secretos del libro, Míriam pidió ayuda a su abuela, quien sonrió con ternura y le dijo: «Este es un libro mágico, querida. Solo aquellos que aprenden a leer pueden desbloquear sus historias y magia».
Esa noche, Míriam hizo un deseo antes de dormir: quería aprender a leer para descubrir los secretos del libro mágico. Al despertar, se encontró en un lugar que nunca había visto antes: una biblioteca encantada, iluminada por luciérnagas y llena de libros que flotaban suavemente en el aire.
Una voz dulce y melodiosa la saludó: «Bienvenida, Míriam. Soy Elara, la guardiana de la biblioteca encantada. He escuchado tu deseo y estoy aquí para ayudarte a aprender el secreto de las palabras».
Elara le mostró a Míriam cómo cada letra tenía su propio sonido y cómo, al unirlas, formaban palabras que contaban historias. Juntas, comenzaron un viaje maravilloso a través de las páginas de los libros, descubriendo mundos ocultos y aprendiendo lecciones valiosas.
Cada libro que leían juntas desbloqueaba un nuevo secreto, una nueva palabra que Míriam guardaba como un tesoro. Aprendió a leer palabras como «amistad», «valentía», «esperanza» y «sueños», cada una iluminando su camino como las estrellas en el cielo nocturno.
Con el tiempo, Míriam se convirtió en una lectora ávida, capaz de explorar los libros mágicos por sí misma. Pero había un libro que todavía no había abierto: el libro que encontró bajo el roble. Ahora, con su nueva habilidad, estaba lista para descubrir sus secretos.
Al abrir el libro, las palabras mágicas saltaron de las páginas, envolviéndola en una luz cálida. El libro contaba la historia de una niña valiente que aprendió a leer contra todo pronóstico, transformando su mundo y el de aquellos a su alrededor con el poder de las palabras.
Míriam se dio cuenta de que la historia era su propia aventura, escrita en las páginas mágicas mucho antes de que comenzara su viaje. Entendió que el verdadero tesoro no eran los libros mismos, sino el conocimiento y la magia que se liberaba al leerlos.
Desde ese día, Míriam prometió compartir la magia de la lectura con todos a su alrededor, contando historias de la biblioteca encantada y enseñando a otros niños el maravilloso mundo que las palabras pueden desbloquear.
Y así, la niña que una vez soñó con leer se convirtió en la mejor cuentista de su pueblo, llevando magia y esperanza a través de las historias que ahora podía leer y contar. Míriam había aprendido que, en el corazón de cada libro, hay un mundo esperando ser descubierto, y todo lo que se necesita es la curiosidad y la pasión por la aventura para encontrarlo.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.