Cuentos de Princesas

La Princesa Candela y el Gran Dragón

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un hermoso reino rodeado de montañas y ríos cristalinos, una pequeña princesa llamada Candela. Candela tenía la piel morena y un cabello rizado que brillaba como el sol. Vivía en un gran castillo de color rosa, donde todo era mágico y lleno de alegría. Candela tenía un don muy especial: podía hablar con los animales. Cada día, paseaba por los jardines del castillo conversando con los pajaritos, los conejos y, sobre todo, con su querido perrito Bruno.

Bruno era un perrito muy simpático, siempre estaba a su lado, y juntos vivían muchas aventuras. Los padres de Candela, el rey Omar y la reina Blanca, la amaban con todo su corazón. Siempre estaban atentos a sus necesidades y se aseguraban de que su pequeña princesa estuviera feliz.

Un día, mientras Candela jugaba en el jardín con Bruno, notó algo extraño en el cielo. Una sombra grande y oscura se acercaba rápidamente. Candela se acercó a su perrito y le susurró:

—Bruno, ¿ves eso en el cielo? Parece muy grande y da miedo.

Bruno ladró suavemente y movió la cola, también estaba preocupado. Candela decidió ir a buscar a sus padres para contarles lo que había visto. Corrió hacia el castillo y encontró al rey Omar y la reina Blanca en la sala del trono.

—¡Papá, mamá! —exclamó Candela—. Hay algo en el cielo, es muy grande y da miedo. ¿Qué puede ser?

El rey Omar y la reina Blanca se miraron con preocupación. Salieron al balcón del castillo y también vieron la gran sombra acercándose. De repente, un gran rugido resonó por todo el reino. Todos sabían lo que era: un dragón.

El dragón aterrizó en el campo frente al castillo y rugió con fuerza, asustando a todos los animales y a los habitantes del reino. Candela, aunque tenía miedo, sabía que tenía que hacer algo. Se volvió hacia sus padres y les dijo con determinación:

—Tenemos que trabajar juntos para detener al dragón. No podemos dejar que destruya nuestro hogar.

El rey Omar asintió y la reina Blanca tomó la mano de Candela.

—Tienes razón, mi pequeña. Juntos somos fuertes. Vamos a proteger nuestro reino.

Candela, el rey Omar y la reina Blanca salieron al encuentro del dragón. Candela, con su habilidad para hablar con los animales, llamó a todos sus amigos del bosque. Pronto, pajaritos, conejos, ciervos y otros animales se reunieron a su alrededor, listos para ayudar.

—Amigos, necesitamos su ayuda para ahuyentar al dragón. Trabajemos juntos y seamos valientes —dijo Candela.

Los animales asintieron y se prepararon para la batalla. El dragón rugió de nuevo, pero Candela no se dejó intimidar. Miró al dragón directamente a los ojos y le habló con firmeza.

—¡Dragón! Este es nuestro hogar y no te dejaremos destruirlo. Debes irte y dejar a nuestro reino en paz.

El dragón, sorprendido por la valentía de Candela, se detuvo por un momento. Nunca antes había conocido a una niña tan valiente. Pero pronto, el dragón rugió otra vez y lanzó una llamarada hacia el castillo. Los animales corrieron a proteger el castillo, mientras Candela, el rey Omar y la reina Blanca ideaban un plan.

—Tenemos que distraer al dragón mientras encontramos una manera de calmarlo —dijo el rey Omar.

Candela asintió y miró a Bruno.

—Bruno, necesito que distraigas al dragón. Eres rápido y valiente. Puedes hacerlo.

Bruno ladró con valentía y corrió hacia el dragón, saltando y ladrando para llamar su atención. El dragón, confundido por el pequeño pero valiente perro, comenzó a seguirlo, dejando de lado el castillo por un momento.

Mientras tanto, Candela recordó una historia que había escuchado de los ancianos del reino. Decían que los dragones eran criaturas mágicas que respondían a la música y la bondad. Candela corrió hacia el castillo y tomó su pequeña flauta de madera. Volvió al campo y comenzó a tocar una melodía suave y dulce.

El dragón, al escuchar la música, se detuvo y miró a Candela. La música parecía calmarlo. Poco a poco, el dragón dejó de rugir y sus ojos se suavizaron. Candela continuó tocando, moviéndose lentamente hacia el dragón. El rey Omar y la reina Blanca observaron con asombro cómo la música de Candela transformaba al dragón.

—Lo estás haciendo bien, Candela. Sigue tocando —dijo la reina Blanca, animándola.

Candela tocó hasta que estuvo justo frente al dragón. Entonces, dejó de tocar y miró al dragón a los ojos.

—Dragón, no somos tus enemigos. Queremos ser tus amigos. Si prometes no hacer daño, nosotros te cuidaremos y te daremos un hogar seguro.

El dragón inclinó la cabeza y suspiró. Parecía entender las palabras de Candela. Lentamente, se agachó y permitió que Candela lo tocara. La pequeña princesa acarició suavemente la escamosa piel del dragón, sintiendo su cálida respiración.

El rey Omar y la reina Blanca se acercaron también, y el dragón no mostró signos de agresión. Candela sonrió y supo que habían logrado algo increíble.

—Gracias, dragón. Prometemos cuidarte y ser tus amigos —dijo Candela.

Desde ese día, el dragón se convirtió en un protector del reino. Vivía en una cueva cercana y siempre estaba dispuesto a ayudar cuando se le necesitaba. Candela, Bruno, el rey Omar y la reina Blanca aprendieron que la verdadera fuerza reside en la bondad y en el trabajo en equipo.

El reino prosperó y todos vivieron en paz y armonía. Candela y sus amigos animales siguieron teniendo muchas aventuras juntos, siempre recordando el día en que enfrentaron al dragón con valentía y amor.

Y así, la pequeña princesa Candela y su familia demostraron que, con valentía y unión, se pueden superar los desafíos más grandes. El reino fue un lugar de alegría y magia, donde todos los seres vivían en armonía, sabiendo que juntos eran invencibles.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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